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El big data del alma

El griterío espanta hasta el virus del HemiCirco

Sus señorías dipus y dipas se han desgañitado otra vez en el Hemiciclo, que a pesar de su nombre no es una sala de bici estática sino un parlamento.

O sea, el Congreso. Sus seños dipus y dipas todo el día gritando e insultando a los grupos rivales.

Si al menos gritaran e insultaran a los suyos, tendría un pase.

Gritar en el Congreso es de mala educación, pero ahora es un peligro DANGER. Aunque sus seños vayan con mascarilla al gritar siempre sale algo.

Siempre se escapa algún trozo vírico. O sea, que el espectáculo político, en plena pandemia, en directo es peligroso (esperemos que el virus no salte por la tele).

Un virus bien gritado puede estar un día entero pululando por esos artesonados del Congreso.

¿Qué pasa si un coronavirus eyectado por un insulto llega a los agujeros de bala de Tejero y se hace fuerte ahí arriba?

En cualquier momento podría saltar en paracaídas y apoderarse del gob de turno, si es que hay turno. Y si es que hay gob.

Algunos expertos en ruidos (aunque todos lo somos) sostienen que el griterío espanta a los virus, que al fin y al cabo son criaturas de este Valley de lágrimas: y por eso, cuanto más chillen sus seños más sano es el hemiCirco. Pero no está demostrado, no ha salido ni en Nature.

La presi del Congreso o Hemiciclo, Batet, debería multar el griterío con mil euros por fonema vía BOE. Así sus seños dipus y dipas susurrarían como Robert Redford a los caballos. Estarían todxs más sanex.

Y la vida nacional(ista) hispánica iría mucho mejor.

 

 

 

 

 

 

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