Veinte Segundos Veinte Segundos

El big data del alma

Gritar menos y ventilar más

Hablar menos y ventilar más son los consejos de los expertos para esquivar el malsano covidismo. Los aerosoles.

Hablar menos y más bajo, o sea, no gritar. La clave del supercontagio hispánico es el grito, tan nuestro.

El fallo no viene del barullo gubernativo, de la estrafalaria forma de contar o de la dispersión taifal sanitaria, no.

El problema, ya se ve, es que gritamos.

El hispano, sea catalán o vasco o de Madrid, incluso de otras áreas menos hirsutas, grita sin parar, generalmente en vano. Esto lo sabíamos desde el informe Hite.

El griterío patrio y el palmoteo espaldero —El castellano viejo de Larra— es la seña de identidad que viene ya del flirt con el neandertal, y que desemboca en esta demoCRACKcia que nos zarandea con sus espasmos.

La gotícula del garganchón hispano alcanza la ionosfera a fuerza de insultar al rival/enemigo. La Estación Espacial Internacional no quiere circular sobre esta península por miedo al bombardeo de gotículas.

La mascarilla, cuando se pase esta epidemia, habría que dejarla puesta para siempre en la Constitución, que es donde se guardan las esencias. Mascarilla y auriculares, el kit básico hispano.

En España el griterío es atronador. El ruido nos priva. Lo que más le gusta a un español es dejar el furgón en marcha echando gasoil mientras departe o reparte o piensa. Las barredoras a gasoil son puro ruido o co2. Los buses son de los que sobran en Chernobyl.

La electricidad a España no ha llegado del todo. Lo que más gusta en España es la esméril, y luego el compresor. Pero el grito es el tope de gama.

La medida del griterío la da el hemiciclo donde sus ssññ se increpan e insultan a grito pelado. Aun deben de estar flotando por allí las gotículas y los aerosoles de Tejero

En fin, que los expertos dicen que ventilar bien, hablar y gritar menos y ajustarse bien prietos los bordes de la prenda.

 

Los comentarios están cerrados.