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El big data del alma

Archivo de agosto, 2020

La mitad del tiempo se va en negociar con el Estado

La mitad del tiempo se va en negociar con el Estado

y sus entes inabarcables

El Estado nadie sabe dónde acaba. Esta brizna de Whitman, esta paja que zarandea el bochorno, esta semifrase… pertenecen a Él.

La semifrase es como el semirremolque, que no cuenta con eje delantero, aunque a veces sí. Depende de la frase anterior, o del vehículo que tracciona.

Quietudes burocáticas

El Estado, en la Unión Europea, ha crecido también a lo ancho, por arriba. Se ha buscado mil pretextos para expandirse hasta el último folículo.

El Estado es el mayor proveedor de noticias y entretenimiento, sanciones, advertencias, legislancias…

Cada cien kilómetros cambian algunas normas, pero es difícil saber cuáles son…

Unos expertos exigen que se audite la actuación de España ante la pandemia.

Es posible que si se hiciera saliera que el Estado ha colapsado ante una emergencia enorme, es disfuncional, demasiado complejo y confuso…

Tampoco sería el único.

El Estado quizá se ha ofuscado a fuerza de desidia, la desidia creativa.

Ese mismo diagnóstico gratuito sería la causa de que no se abriera esa investigación.

El Estado, sea lo que sea, sostiene que lo ha hecho bien (y que todo ha pasado, pues el funeral «de Estado» canceló el episodio).

Alguien aducirá que eso es achacable al gobierno, no al Estado, pero en fin. Todo está muy liado.

Cualquiera sabe.

En estos años se ha evidenciado que el Estado, como les ocurre a sus ciudadanos, no es capaz de negociar consigo mismo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Subvencionar al turista para que no se altere la rutina

Quizá se podría subvencionar a los turistas esos para que vinieran a España.

Igual que se subvenciona al que compra un coche.

El riesgo es enorme porque si dejan de venir, si alteran esa inercia, esa rutina, podrían no volver jamás.

El problema ya no es perder un año, una temporada, el problema es que nos olviden.

Ne me quitte pas, tralará.

Lo más difícil es establecer una rutina: vacaciones en España. El segundo destino turístico, más o menos. El famoso 12% del pib (bien mirado, si vinieron 83 millones en 2019 y todo eso, el 12% es bastante poco, ¿no?

Dejar que se quiebre una inercia tan fructífera (si lo es, si lo era, si lo fue) sería un desastre.

Y por eso quizá habría que subvencionarles el viaje, la estancia, el sol, la playa, el balconing, todo.

Claro que a estas bajuras habría que añadir algo más: la atención sanitaria de primera, siempre un asistente covídeo, test diarios, pildoring, monitorización, rastreo…

A fin de cuentas lo que quiere un turista es que alguien le haga caso.

También podrían participar gratis en algunos de los sorteos que promueve el Estado.

Se les podrían ofrecer juegos, vida gamificante, adivinanzas…

La vida española tiene tantas incógnitas (secretos, disimulo, enigmas…) que da para organizar juegos de todo tipo.

Todo antes que permitir que se quiebre la rutina, que a fin de cuentas es fuente de derecho (Joaquín Costa, las costumbres), sostén de los negocios y garantía de civilización.

Gracias.

 

PD. Aparte que necesitamos el turismo para no enzarzarnos en polémicas, guerras civiles, etc.

Vuelve el disimulo… aunque sale más caro

El disimulo fue la gran innovación del CRACK del Año 8.

Hubo otras retro-innovaciones (que aun padecemos) pero el disimulo fue espectacular. No pasaba nada. Todo OK. Hasta que obligaron a aquel Zapatero (que a veces aun asoma) a remodelar la Constitución en una tarde para… ya saben.

Para dar preferencia al pago de la deuda. A cambio nos dejaron ganar el Mundial. Solo falta Eurovisión.

Aquel hito histórico de retocar la K está de nuevo sobre la mesa. Siempre estará a una llamada de distancia. Una tarde.

La opacidad es gran indicio del disimulo covídeo. Estamos en otra época sin salir de la anterior.

Cuesta arriba y sin frenos.

El fingimiento o disimulo es la capacidad del Estado y sus súbditos de hacer como si no pasara nada.

Porque no pasa nada.

Porque yo lo valgo.

Pero empieza a pasar de todo. Excepto alguna cosa.

La opacidad baja a chorros.

Y ni un turista.

El antiguo régimen no altera ni un músculo. Poker total con el comodín de la Unión Europea.

Pero Lagarde no coge el teléfono.

Todos viendo series viejas. El archivo de las streameras está ardiendo.

Amazon patrulla todas las carreteras locales. De paisano, en furgonas camufladas, permea y capilariza el comercio covídeo.

Amazon vertebra España, aunque paga los impuestos reducidos en otra parte. Es lo normal.

Entretanto el Estado se aferra a agosto y sus desastres y atrocidades para pasar inadvertido.

Atrocidades que son el salvavidas de los gobs.

Ojo. Hay un factor X nuevo: el disimulo sale cada día más caro.

Cada influencer exige una pensión, una sinecura, un algo.

Menos mal que el presi ha anunciado la cogobernanza dedazo.

 

 

 

 

Casi todo es secreto excepto alguna cosa

Parece que el comité de expertos se está rehaciendo, o revelando, pero eso sí, seguirá siendo secreto.

Casi todo lo que ocurre en este país (España) es secreto excepto alguna cosa.

La salvedad de Rajoy («todo es falso salvo alguna cosa», febrero del año 13, Bárcenas) es ya un clásico citable, casi como la navaja de Ockam.

Casi todo es secreto, al menos durante cuarenta años.

La prueba es el ex Villarejo, ex comisario, empresario, espía, manejante, urdidor, conseguidor… ahora en espera de juicios.

Lo que preocupa @l españ@l medi@ es quién será el Villarejo actual. Porque alguien tiene que haber en un puesto de tanta responsabilidad.

Porque esos cargos tan sofisticados, como todos, se heredan. Estamos en una meritocracia heredada, dinástica. Matizada por la evolución de las especies: cogobernanza dedazo.

Alguien debe saber qué está ocurriendo por ahí arriba/abajo.

En fin. Atentxs.

Agosto siempre lo aprovecha el poder o los poderes (a veces compiten, dentro de la filosa unanimidad) para urdir cosas nuevas.

Reajustes del sistema, reinicios subrepticios, chapuzas, parches, opas, degollinas.

La población lo sabe ¡y lo espera ilusionada! ¿Qué será esta vez?

Y más con el virus rampando libremente por los eriales & playas.

Los signos del poder descienden de los telediarios como las letras verdes fosforito noventeras de Matrix, que para leerlas había que inclinar la cabeza, como los perros cuando quieren escuchar el ruido de fondo del universo, microondas antiguas, etc.

Entretanto aflora alguna revelación más seguimos pendientes del mantra sanchero para el uso y disfrute de los fondos UE (¡¡Viva!!): Cogobernanza Dedazo.

Atentxs a las Nuevas Revelaciones Emanadas desde Altas Esferas Ignotas.

Algo caerá.

La avidez ciudadana es insaciable, siempre quiere más. Más info, ¡más ocio diurno!

 

 

 

 

 

 

El país lo aguanta todo menos a sí mismo

El rey emérito ha anunciado que se va de España. El país, atravesado por tantos destrozos, aguanta lo que le echen con un estoicismo que no sabemos hasta dónde puede llegar.

De momento, calma absoluta y moderada expansión del crimen de barrio. El mercado emergente de las okupaciones crea muchas startups.

El Estado se defiende a sí mismo

El Estado, como se vio en el CRACK anterior (que aun sigue, ya confundido, como todo, con el virus) y en la asonada del 17 en Cat, se defiende a sí mismo. Y cada episodio confirma esta estadística. Antes perecer que perder el sueldo. El Estado dejó hacer a los sediciosos cat hasta que vio que peligraba la nómina, que es de lo que se trata.

Lo peor, aparte de la pandemia, ya integrada en la rutina, es que no han venido los turistas y que ha desaparecido la efusividad. Los abrazos prolongan la vida. Y los besos no digamos.

Lo llevamos bien, pero esta carencia de amor cotidiano va haciendo callo en el cerebro, que es un periférico del corazón y ambos del intestino. El primer cerebro, hace millones de años, funcionaba en el intestino. Por eso los nervios se agarran ahí.

Esta falta de besos y abrazos hace callo en la humanidad, que se abstiene de abrazar y sigue sin pensar en nada: todo va bien, etc.

El último recuento cifra en 6.000 los pensamientos por persona y día, de media.

A mí cien ya me agobian. Cada beso no dado engendra cien pensamientos, rampazos absurdos, ralladuras.

Te lo puedes imaginar. O releer el último CIS. El informe sobre la complejidad (ciencia y tecnología) de la eco hispana es tan penoso porque no incluyen subsectores emergentes, eco sumergida, etc. El turismo requería mucha mano izquierda, empatía… eso se ha perdido como en Blade Runner.

Entonces el presi del gob ha dejado claro ante los presis autonómics que Él repartirá los fondos europeos, en cogobernanza dedazo con ellos. Este ha sido el acto decisivo del verano covídeo.

Y un concepto nuevo os doy: Cogobernanza dedazo.

Los innúmeros asesores covídeos (no el comité científico) han alumbrado otro concepto estival.

El mismo gob anuncia la petición de mano de 20.000 M€ de los fondos esos a devolver. Aunque todo lo tendremos que devolver. Unos antes y otros ya veremos. Para los ERTES: Alabada sea la Unión Europea. Sin ella (la esperanza) y el turismo, la estructura de cañizos de la patria estaría temblando.

Una vez aclarado lo de Europa y sus 750.000 M€, el Estado, que es ideal para blindarse a sí mismo, ha dado otro pasito de gigante en la autodepuración.

Al que no se adapta se lo lleva el torbellino.

Todo esto, si hubiera venido algún turista despistado, solo uno, ya daría igual, pura rutina del poder, que cada mes segrega su permanencia en un renacer de nóminas y retóricas, baile de preeminencias, ceses, destinos y esoterismos que nos sabemos de memoria y que ahora, por la velocidad del colapso, se devora a sí misma.

El verano se amuerma y se anima a la vez.

El país, forjado con cañizos y uralitas, se prepara para lo que viene, aguanta y se ciñe la mascarilla.