Se llenan las calles de resucitados, Séptimo día de Luto en España por los fallecidos del coronavirus. Salimos los zombis, poco a poco resucita el mundo perdido.
El sol de junio ayuda al frufrú de cuerpos, vida con mascarilla, carnavalismo de pacotilla, moda retro, primavera perdida/ganada, saludos callejeros a media distancia, mascarillas como el barbote del yelmo.
Reburbulle el callizo al sol y vuelve el trabajo poco a poco a empentones, teletrabajo callejeril, gentío en su asombro: ¡estamos vivos!
En USA siguen en su séptimo día de disturbios, manifestaciones y protestas (y saqueos) por el enésimo sacrificado racial, hay que ver otra vez Los odiosos ocho, donde discuten todo el tiempo de racismo, de la guerra de secesión y los temazos clásicos de la muerte a tiros que es el núcleo del país. Gran democracia, Snowden, Assange, Manning. También el odioso Wenstein.
Séptimo Día y descansó, Trump en el búnker, amenazando con el ejército. Estado de alerta sobre estado de alarma, ley marcial, gran demo para el resto del mundo, que duda si sublevarse o esperar en la fila de la comida, que es tan larga en Suiza porque los millonarios son muy empáticos y algo agarrados.
Hay conficto con las autopsias de George Floyd, hay conflicto con cada cosa que existe o existirá. Sánchez, en el foco de su universo delirante, en medio de la conjura siempre variable para sobrevivir al mando (dos años del desalojo de Rayoy), consigue la última prórroga del estado de alarma, tiene a los odiosos ocho bien alineados en torno al Ingreso Mínimo Vital, más o menos, la coalición suicida aguantará los mil años que necesita el IgleSánchez para colocarse en el Ibex y derivados. La cosa ya va adelante.
Abrazos a dos metros…