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El big data del alma

El pangolín tiene la culpa de todo

Parece que el pobre pangolín es el paso intermedio entre el murciélago y el hombre para transportar el coronavirus de Wuhan.

Los pangolines se extinguen a toda velocidad porque su carne es muy apreciada, y sus escamas más.

Y seguimos con la retórica de la economía circular, la ecología (que ya no se llama así) y la sostenibilidad (que sí se llama así).

El pangolín, cuando se ve atacado, se hace una bola y se protege con sus escamas: se blinda. Pero ante el depredador humano, gastronómico o supersticioso, no hay bola que valga.

El pangolín es como un gusano bola gigante. Y está siendo masacrado.

Pobre pangolín. Encima, además, ha sido identificado como portador o intermediario del virus coronado.

Ericsson tampoco va al Mobile. Ay, las agendas se quedan en blanco. Pobre Barcelona. Menos mal que Sánchez ha resucitado la donación cultural de aquel zp y manda 25,8 M€ a Colau.

Paz y euros.

Hasta Torra se comporta un poco.

¡LLega el dinero!

La ONU se queda sin mascarillas. China se queda sin calles.

Al fin alguien se acuerda de Julian Assange.

Casi todo o todo lo que se proclama sobre la sostenibilidad, la igualdad, y la autoreparación del sistema es mera retórica. Aquí está el caso de Victoria’s Secret para confirmarlo.

Mucha poesía, pero la mujer sigue siendo un pangolín en el ecosistema criminal que, por rutina, por miedo, por interés o por lo que sea, seguimos haciendo funcionar cada día.

Al pobre pangolín le vamos a echar las culpas del virus coronado antes de extinguirlos a ambos.

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