La Junta Electoral Central ha expedientado a Sánchez, presi en funciones, por usar la Moncloa para una entrevista.
Pero Sánchez tiene fácil el alegato. Basta con que arguya:
–Oiga, es que yo vivo aquí. ¿Dónde quiere que haga la entrevista, en un bar?
El fallo es que los presis vivan en la Moncloa. Horario de oficina y a dormir a su casa. Eso les rebajaría las ínfulas. Un presi debe vivir en su casa. Y más un presi en funciones.
La JEC tiene razón. Con lo tenso que está todo esta pifia sanchera acabará en el TS, en el TC o en Estrasburgo, que es donde acaba todo de momento. Siempre tendría que haber una instancia superior… antes del Juicio Final, donde ya no dará tiempo a reclamar daños y perjuicios.
La pregunta sería ¿la JEC puede incapacitar a un candidato por estas pifias? En todo caso, la reputación del procesado (un expediente, como un ERE, es un proceso) queda tocada. El CIS va a tener que intervenir de nuevo.
Esta decisión de la JEC puede acabar con la JEC.
Esta decisión de la JEC deja a Sánchez como un aprovechado. Si utiliza la Moncloa para dar entrevistas, a saber qué hará con el móvil oficial.
Llevado por la euforia del helicóptero, que se les sube a la cabeza, el presi se ha excedido en sus autoéglogas.
— ¡Soy un AutoSelfmademan, a mí la Legión!
Toda la gloria y la autoégloga por haber exhumado al dictador (que tiene su mérito) se anula con esta minuncia de usar la Moncloa como si fuera una extensión de su ego.
Ego me absolvo.
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En fin. Los jóvenes airados Cat explican que no hay futuro (esto ya pasó otra vez, Sex Pistols), así que se armó el procés y todo este barullo para tapar los recortes y la crisis, se aplazó un poco la ira y, como suele, asoma por la punta del 19. Taponaron la hemorragia del 15M y ahora sale en modo motín, algarada, revolución de finde.
El subtexto del procés era que la nueva Patria traería trabajo y sueldazos para todos. Y en eso también ha fallado, ay.