Lo más llamativo es que la Comisión Nacional de los Mercados y de la Competencia (CNMC) ha dicho que en enero de 2020 «espera» que baje el precio de la luz y el gas.
Parece una inocentada estival. La noticia ha pasado bastante inadvertida.
Esperaremos a enero, que ya falta menos.
En la rutina caótica y precaria del posbipartidismo las tendencias remixean el modelo anterior: aumentar consejerías, subirse sueldos, colocar cuñados, primos. Al haber más partidos cuesta más calcular el reparto.
El siguiente paso será diversificar la corrupción y envolverla en nueva retórica.
La oleada de indignación y liberalismo (liberalistos) se ha desvanecido enseguida. El clímax del retorno al modelo tradicional fue el chalé de Iglesias & Montero, que es lo que ahora les fuerza a suplicar y a ceder ante el sanchazgo. El chalé fue decisivo.
Son detalles que marcan una época y que se incrustan en el meollo populoide.
Algo raro pasa cuando la CNMC (¡el regulador!) dice que espera o confía que en enero va a bajar la luz y el gas y… no pasa nada.
Se ampara en la Unión Europea, como cualquiera que no se atreva a mover algo en la España petrificada. La ley mordaza ha cumplido cuatro años. Eso sí que es transversalidad.
Si ocurre lo mismo que con la reforma de las hipotecas y de los alquileres es obvio que el gas y la luz subirán alegremente.
El mecanismo para exprimir a la población es similar: el regulador, el ejecutivo, el judicial… alguien, algún poder, modifica algo, una ley, un auto, una sentencia, un reglamento… con la sana intención de beneficiar al consumido consumible súbdito… al final, tras mucho remixear la tediosa realidad, el precio sube y todo sigue igual, pero más caro.
La conexión a internet siempre ha sido en España de las más caras de Europa. Por citar otro caso.
En fin, a ver en enero.
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La respuesta de las eléctricas