Sánchez está abrasando a sus antiguos rivales en la sopa del verano eterno. Se ha instalado el sanchazgo, su propia interinidad en funciones eternas (la eternidad dura un verano). Se postula como estabilidad y única opción ante el trío de la plaza de Colón (el bote de Colón de Alaska y los pegamoides).
Sánchez deja pasar el tiempo y su CIS le va dando profecías para autocumplirse hasta que logre la absoluta in pectore. Le va funcionando. El juicio irá remansando las condenas y él juega con el horizonte de indultos, con las dudas del tribunal europeo y la inanidad de una Cat sin gobierno, que se agosta en su propia propaganda ya vista.
Le falla Navarra y el único flanco que le daña es el meme del frente popular, la ruptura de España, todo eso. El sanchazgo va a elecciones y se gane una minilegislatura en la que el desgaste es para los demás. Le falla el acuerdo de Navarra.
Sánchez va por el mundo de presi eterno, tranquilo y esperando errores de los otros que se consumen en sus impotencias.
El método Rajoy adquiere una utilidad inopinada: la estabilidad interina, con el señuelo electoral para más adelante, remansa la balsa, lamina la agitación y socarra a los demás. Mientras funcione al tran tran la economía, y hasta que llegue la Gran Disrupción de la moneda de Facebook, todo está en funciones. Y Sánchez sentado encima de una montaña de dudas que se cancelan unas a otras.
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