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El big data del alma

Ursula von der Leyen, el éxito de Europa

Europa sigue, con muletas, pero sin detenerse. Hay acuerdo para los cargos, que siempre son un poco invisibles porque no mandan, pero han elegido a una mujer alemana Ursula von der Leyen, ministra de Defensa de Alemania, para presidir la Comisión de la UE.

Europa, sin culminar su unión, siempre en proceso, obra abierta, chapuza histórica de éxito (algo que envidia medio mundo), ha elegido a una mujer para presidir ese invento que no es nada… y es casi todo. Una unión a medias, incluso con un socio, RU, que se quiere salir (a poder ser sin pagar).

Los diputados brexiteros se han puesto de espaldas a Beethoven, el Himno de la Alegría, el himno de la UE, lo mejor. Hooligans populistas o populacheros, mala educación: si han ido a firmar el acta, y el sueldo, mejor de cara.

Esta Europa en disolución o dislocación está más fuerte que nunca precisamente por sus debilidades, por ejemplo, por carecer de ejército homologable, la OTAN es de Trump y quiere cobrar y venderlo todo. Esa flaqueza, la liviandad ejecutiva de la UE es lo que le da alas. Y ahora vamos a tener a Ursula von der Leyden (60) al mando simbólico.

La gracia de Europa es que está a medio hacer, y esa carencia de mando ejecutivo, la falta de unidad fiscal y de defensa única, le da un aire poético, como algo hermosamente inútil, que es un factor que importa en este mundo de estados canallas (USA y China y URSS, y todos esos imperios decadentes/emergentes en general), estados espías de sí mismos y de todo lo que se mueve. Hong Kong. En este contexto de misiles y payasos que se van saludando y amenazando por esos aeropuertos, la exquisita debilidad de Europa, siempre a punto de perecer, siempre adelante a medio gas, es una flor exótica que se comporta como un cardo borriquero: se agarra al suelo yermo y sobrevive alimentándose de la huída de sus horrores.

Ahora esas sensaciones sutiles que mantienen el experimento en marcha (junto a Eurovisión, la Champions y Erasmus) se coronan con una reina del Comité, una mujer de ojos claros, que ya lo ha visto casi todo a la sombra imperturbable de Merkel. La dimensión simbólica del experimento en marcha tiene una mujer al frente, y eso ya justifica las chapuzas, los fallos y las dilaciones.

 

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Elogio del enredo europeo. Por Daniel Innerarity

 

 

 

 

 

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