Casado 66 debe apoyar al PSOE en la investidura. Esto parece una herejía, pero es lo más sensato. Así libera a Sánchez 123 de tener que pactar o ceder ante Iglesias 35, una vez que Rivera 57 ha renunciado. Y lo libera de la servidumbre de recurrir a los nacionalistas.
Casado puede argumentar este apoyo a la investidura por simple cordura: garantiza un gobierno del más votado, lo exime de servidumbre inicial ante el podemismo y le convierte a él en hombre de Estado.
Todos han cambiado varias veces de enfoque: el propio Sánchez; el paradigma camaleónico Rivera; el asombroso Iglesias (que abraza la Constitución de la que renegaba). Así que es mera adaptación a los números, versatilidad conforme a las urnas.
Casado sorprenderá a todos y ganará la iniciativa. Apoyar a Sánchez en la investidura no le impide hacer una leal oposición frontal y permanente. Antes bien, legitima esa opción.
También ha de decir Casado que apoyará a Sánchez en cuestiones de Estado, o de interés general, incluyendo posibles reformas de consenso. Eso sujeta el modelo constitucional, aplaza o aparca las ínfulas nacionalistas y podría reflotar o refundar el perfil del PP como partido de gobierno.
Lo más raro es a veces lo más sensato.
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