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El big data del alma

Sánchez y la precariedad universal

Hay que ver qué sueñan los augures y asesores espirituales de Sánchez. O sea, él mismo, que ha sabido sortear los martillazos propios y ajenos y encumbrarse a fuerza de votos.

Pero, ay, la segunda ronda, el 26A, no ha sido tan buena como la primera. Ha sido buena pero complicada. Todo se complejiza y se abarroca. De acuerdo con la naturaleza intrincada y global/local del mundo. La precariedad de las bajuras está subiendo de nivel, de eso va a hablar el club Bilderberg, que se confina en un hotelucho a pensar.

La áurea precaritas ha llegado a todas partes. Trump necesita las tierras raras y usted necesita a su vecino del quinto, o a su vecina. Y así todo. Redes de complejidades, solapamientos, fallos informáticos cada día más rutinarios. El penúltimo, el del recuento de los votos de las municipales, ay, uf, hem. Las diputaciones provinciales están temblando.

Sánchez tiene la precariedad en la cumbre, sentadica a su lado. Pero él está adaptado, ese ha sido el magma en el que ha culebreado desde el primer día, así que ahora todos se preguntan qué estará tramando con su consejero aúlico.

El sistema operativo es cada día una sorpresa. Sánchez de momento lo único que lanza son avisos, advertencias desde la cúspide europea, cúspide temblona, sacudida ella misma por la precariedad universal. Todos necesitamos socios, amigos, pactos fluídos permanentes que se actualizan cada hora. A cuántas bandas. A las que haga falta para tener el poder y el presupuesto.

Se ha ido el viejo rey, se ha quitado de la vida institucional, ha pasado a la reserva de la reserva, y eso debe de significar algo, pero no sabemos bien qué o cuándo. Todo es algo en la pirámide bamboleante del poder, de los poderes que se miran de reojo.

El problema Cat sigue vivísimo, sigue siendo el fiel de la balanza, lo que late detrás de las retóricas y las prácticas. Es un arma poderosa. El problema ha crecido con el 26A. Ahí sigue, azuzando la precariedad universal que tanto nos seduce. Sin ella tal vez no sabríamos vivir. Sin ella no podríamos añorar una seguridad que nunca ha existido.

Sánchez ha sido un maestro a la hora de gestionar con audacia los tenues hilos de esa precariedad: ahora tiene otra prueba digna de sus hazañas y ver cómo la resuelve es un aliciente añadido al ciclo electoral que tantas sorpresas ha traído.

A ver qué pasa hoy.

 

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