Veinte Segundos Veinte Segundos

El big data del alma

Del 28A al 26M

Se abre un plácido interregno. De las elecciones generales a las locales, algunas autonómicas y europeas. Del 28-A al 26-M. Nadie puede dormirse en los laureles de la derrota. Y menos en los de la victoria. El censo está al quite y puede dar un susto, un vuelco, un aviso. Es lo que tiene la libertad.

Europa cada día mola más. Dentro del caos y el trumpismo mundial el invento de la Unión Europa sigue su rutina impenetrable. Impone multas, genera documentos, directivas, leyes… ¡existe!

Nadie entiende nada, pero la Unión aguanta. UK se quiere salir, pero se queda. No se aclara. Nadie se aclara. Pero la UE funciona. Schengenmente. La juventud va y viene. Los viajes del Imserso, si es que existe, deberían ir todos por Europa, como un Erasmus para mentores. Europa aguanta por los Erasmus y la Champions.

Es el sueño de Kafka pero aligerado por una capa de democracia, libertad de consumo, Ilustración (algo cuestionada, como las vacunas), algo de ciencia que nos cura y nos trae fotos de galaxias cada vez más distantes. Y la Champions.

Europa funciona mejor que la mayoría de las ficciones del mundo. La prueba es que desde la de Bosnia (1992-95) no hay guerras interiores. Bueno, la invasión de Ucrania por Rusia con soldados camuflados en el 16.

Lo que le falta a la UE para vertebrarse ya del todo es un carril bici de punta a rabo. Carril bici de placas solares, claro. El propio carril alimenta el vehículo. ¡Y al piloto!

Todo esto viene a que el 26M, además de elecciones municipales y autonómicas hay europeas. Que no sirven para nada. Pero algo hacen. Es nuestro sino, ir progresando a tozolones, pero sin matarnos. Tras dos guerras mundiales iniciadas por la fogosidad de Europa no matarse es el éxito.

–No matarsen.

Europa vive de las multas que lo impone a Google y a otros imperios de la nube. No es mala idea. Cada trimestre, zas, multazo.

El flamante electo (es un título guay, como La esfinge maragata, de Concha Espina: El flamante electo), o sea, Sánchez, ya quiso cobrar a las grandes corporaciones digitales, pero se ha quedado, como tantos otros anuncios, en nada. Hay que porfiar en eso: vivir de las multas. Y que innoven ellos.

Ha habido elecciones generales o genéricas (en las que se eligen las células madre) y es como si no hubiera pasado nada.

El sanchazgo ha salido purificado por el otro lado de la urna y ya puede seguir decretando esto y lo otro en vano. La realidad pantojil es tremenda.

Gracias a estos ciclos electorales encadenados Sánchez dispone del mejor espacio-tiempo para disfrutar, ya que no puede hacer nada, no puede decretar ni hacer socialdemo de viernes, ¿o sí?.

Sus funciones son contemplativas de sí mismo, puede ser narcisista sin que nadie le importune, puesto que es una prolongación de un yo extinguido y revalidado. Un resucitado.

La urna, que hasta el invento de la democracia era algo funerario, es una incubadora de bebés frankensteines.

El que no sea un transformer híbrido que tire la primera app.

Sánchez está totalmente legalizado, con papeles nuevos, con todos esos votos. Y ahora, a preparar las mismas urnas del domingo pasado: se friegan bien para quitar esos dedazos que traen las jornadas históricas y se disponen para el 26 de mayo.

¿Y qué vamos a hacer mientras tanto?

Reflexionar hacia adentro y hacia fuera. Es el juego de la oca del mes de mayo. Combinaciones, expectativas, ¡dinero!

Elecciones locales, algunas autonómicas y europeas. ¿Acaso hay algo mejor que votar?

 

 

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