He leído «El legado de los espías» de John Le Carré en una noche imposible, los agentes secretos de la guerra fría, conjuras, confabulaciones, traidores, infiltrados, amoríos, pisos secretos… Más o menos como ahora, solo que ahora es todos contra todos.
Lo que no varía es que dentro de cada bando, país, camarilla, sección, hay banderías enfrentadas a muerte. A veces se lucha más contra los del mismo departamento que contra los supuestos enemigos exteriores, que ahora, a menudo, no se sabe quiénes son. Hay blancos móviles, mixtos, híbridos de rivales y socios.
Revivimos en España el Watergate de cada década. Tuvimos el GAL felipista, Ahora se desvela la cloaquidad o cloaqueidad de la era Rajoy, que se mezcla con los pagos de Bárcenas, el corinato, la poli política… Todo ilegal y oficial, el Estado infiltrado en sí mismo.
Las novelas de Le Carré, con otros escenarios, ayudan a entender o a desentender estos inframundos que son la base de la realidad oculta/visible de cada día, la frase de aquel general José Antonio Sáenz de Santamaría: una pierna por fuera otra por dentro (de la raya de la ley). Ahora buscas en Google a ese hombre y se lo ha comido aquella Soraya SS, que también, por cierto, tuvo a su cargo el CNI.
Guerras sucias intestinas, contubernios y agentes secretos, Villarejos y Bárcenas, la vida misma. Cada partido incuba en su ideario secreto el tipo de operaciones sumergidas que pondrá en marcha si puede, si llega a mandar. La poliConstitucion se refiere a los vaivenes, interpretaciones y masajeos de la Carta Magna, pero ahora, al salir estas cloacas, se puede aplicar también a la policía tóxica, la que actúa fuera de la ley.
Todo se desmorona, etc. Esto afecta a la credibilidad de los cuerpos de seguridad, esto y el procés: afecta hasta al último guardia del último pueblo.
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