Pablo Casado se ha puesto al traje de rayas, que le inviste de estadista en ciernes.
Pablo Casado tiene un dilema con el asunto Cospedal y todos tienen una duda: ¿Quién es el Villarejo de ahora? ¿Habrá uno como él grabando por ahí? ¿Con quién puedo hablar? ¿Me estás grabando?
¿Hay un comisario Villarejo actuando por ahí? Estando entre rejas el original, ¿deja herederos? De momento la gorra chulapa es tabú entre los comisarios y similares. Los agentes del CNI van de riguroso chandal.
En estos días de Todos los Santos todo el mundo se levanta a las seis de la mañana, que es cuando se cuelgan extramuros las grabaciones del preso Villarejo…
El preso Villarejo ha dejado sin portadas a Puigdemont (que va pidiendo diez euros para su república).
El Estado, con tal de ningunear al desafío catalán, es capaz de hacerse la autopsia en vivo.
La duda es si el traje de rayas de Casado, solemne como una armadura, es por las filtraciones o es postureo de Estado.
Apenas se ha librado de su título & máster de la URCJ, Casado se encuentra con este affaire cospedaliano. Llama a Aznar a preguntarle… ¿qué hago? ¿y si estamos pinchados por el Villarejo de ahora? ¿Y si las rayas del traje llevan micrófonos? Se impone la transparencia forzosa. Pensábamos que Google y Facebook lo sabían todo. Y el que lo grababa era un comisario con gorra de verbena.
Casado puede estar tentado de aprovechar la agonía de Cospedal para cobrarse la pieza mayor de la ministra Dolores Delgado. Semana de silencios largos. Silogismos vaticanos.
Y los autónomos, aunque por otras razones, sin pegar ojo. El IgleSánchez pedalea sincronizado.
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Sánchez triunfa en el Vaticano… según él