Los políticos no guardan fiesta porque se juegan el cocido cada domingo, que es el día en que se decide el voto, si es que hay algo que votar alguna vez.
Los políticos son repartidores de esperanza. Si enganchan poder, o escaño, se inmortalizan en la pensión, se embalsaman a millones.
La derecha dura de Vox se ha bautizado en Vistalegre, se ha rebozado en banderas, como antes se rebozaban las gambas. (Antes del 2008).
El miedo es el motor de todo y siempre cabe un poco más. Rivera pincha en BCN y el presidente Sánchez se pone de corto y recorre el domingo. Avanza algo, como todos los domingos, pero ya da igual porque la semana no la controla nadie. Y menos, él. Ahora parece que gobierna aquel Aznar otra vez.
Se trata de estar a la que salta, reaccionar rápido y aguantar el día, el mes, el año. Los domingos, doctrina y partido.
Como pierde tanto el Madrid -¡siete horas sin marcar!- el peligro a Sánchez le viene por ahí. Una mala tarde del Madrid y caen dos o tres gobiernos. Por suerte hay muchos. Gobiernos paralelos, simultáneos, en la sombra, gobiernos del CIS…
Y a ver qué pasa en Brasil. El mundo se hace de ultraderecha xenófoba y nacionalista, ay. Ya está aquí Vox.
Ay mama.
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