La carrera hacia las elecciones catalanas del 25N

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El Santo Grial

Como cada martes, los consellers se han sentado en torno a la mesa redonda de la reunió de Govern, junto al president, José Montilla, convertido ahora ya plenamente en candidato del PSC a la reelección y enfundado en su traje de Rey Arturo. Va a la búsqueda del Santo Grial, esa ansiada reliquia que tan sólo conseguirá quien obtenga la mReunió de Governayoría de votos de los catalanes el 28 N. Arturo-Montilla miró a todos sus caballeros, tanto socialistas, como ecosocialistas y republicanos. ¿Qué pasó por sus cabezas? Porque horas antes había anunciado que ya no quería compartir más aquella mesa redonda con todos ellos. En un Palau de la Generalitat convertido en Camelot, ¿cómo camelar a unos compañeros de tripartit que saben que su rey prefiere no reeditar esa alianza? Los caballeros de la mesa cuadrada

En este contexto, es curioso ver las diferentes definiciones que el diccionario de la RAE guarda para “camelar”: “seducir, engañar adulando” o “amar, querer, desear”. Por eso, mientras Arturo-Montilla quiere pasar página de la entente cordiale, sus paladines de ICV y ERC aún no descartan volver a Camelot con él. Fueron los socialistas quienes tomaron como referente a los Monty Python. Por eso, la escena de esta reunión del govern tripartito, que puede ser una de las últimas, nos traslada a Los caballeros de la mesa cuadrada (y sus locos seguidores), esa película donde hay una escena épica con discurso a lo Braveheart, en que los caballeros proclaman: “no abandonaremos la lucha (…) hasta que el Santo Grial regrese a manos de los elegidos de Dios”.

Maverick

El PSC define el carpetazo al tripartito como un movimiento de ajedrez. «La partida comienza ahora», proclaman, y esperan que la maquinaria electoral de CiU mueva ficha. Los socialistas quieren dejar claro que apuestan por el debate bipartidista en estas elecciones, pese a que lo más problable es que, en el Parlament, haya más fuerzas que nunca representadas tras estas elecciones. Ahora, el cara a cara entre José Montilla y Artur Mas se quiere llevar al campo de los grandes duelos protagonizados por La Bourdonnais y McDonnell o entre Fischer y Spassky, que eran mucho más que partidas de ajedrez. Quizás el mejor símil serían los enfrentamientos entre Kárpov y Kaspárov. Pero, ¿a cúal de los dos –Montilla y Mas– le atribuimos el papel de Hijo del cambio que le daban a Kaspárov? Tendremos que esperar, al menos, cinco semanas para ver quién es el perestroiko. De momento, con los precedentes del 2006, hasta que no se demuestre lo contrario, su juego preelectoral se asemeja más a una timba de cartas, al estilo de Maverick, con Mel Gibson, Jodie Foster y compañía.

Está claro que la precampaña se anima. Carmen de Mairena y su partido «farandulero» (la CORI) se han encargado de ello. Su programa no tiene desperdicio. Proponen instalar un polígrafo detector de mentiras en el Parlament y que los diputados puedan ir en pelotas a trabajar. Esto no sé si sería viable, porque ahora ya no es tan fácil ir desnudo por Barcelona, donde una campaña municipal reciente advertía que tot hi cap, pero no tot s’hi val (todo cabe, pero no todo vale). La CORI también quiere legalizar la marihuana, plantar hierba en todos los parques e incluso «llenar Catalunya de follódromos públicos», una vieja reivindicación del Elvis Presley de Reus. Ahora, hagan un ejercicio, cierren los ojos e imagínense un país así. ¿Qué ven?

Bienvinguts

Hace poco, en Madrid, cuando un camarero se enteró de que era catalán, me espetó: «¡Bienvingut!». No me dijo ni «benvingut» ni «bienvenido», sino un max-mix en catañol. Hoy arranca este blog, la Urna (se escribe igual en catalán que en castellano), que se acabará el 28 de noviembre, cuando sepamos si el próximo president es Artur Mas o si repite José Montilla, salvo sorpresa. Pese a que faltan tres semanas para la contienda ya hay mucho que comentar, porque la frontera entre la precampaña y la campaña sólo la marcan ahora los carteles electorales que empapelan las calles.

Montilla y Mas se están comportando como dos clones opuestos: llevan semanas peleándose por la chorrada de si hacen uno o dos cara a cara televisivos y si son en catalán o en castellano. Al final, acabarán haciéndolo en catañol y en la intimidad, como decía Aquel. Ejercitan la política del ping-pong sin raquetas. Después, que nadie se extrañe si la Generalitat se gasta dinero para incitar a la participación. Y es que el divorcio entre políticos y ciudadanos ya no lo salva ni Perry Mason.

Montilla despidió la lMontilla, visto como superhéroeegislatura pidiendo a sus escuderos del tripartit que «treguessin pit» (por favor, no traducir como «sacaran el pito», sino como «sacaran pecho») por la obra de govern, pero a ERC ya le envió el recado de que nada de referéndums independentistas para volver a pactar, que es como decirle a un niño que no coma caramelos. Tanto es así que el líder socialista ya se ha apresurado a dejar claro que ya no quiere ni a ERC ni a ICV de compañeros de viaje. No quiere dudas y, además, esto del tripartito no deja de ser para él una herencia de Pasqual Maragall. Quiere hacer la travesía él solo, pero la incógnita es saber si el día después del 28N la hará a bordo del Queen Mery o del Titanic. A Montilla, se están esforzando en darle apariencia de tipo cachondo e, incluso, cachillas, dibujándolo como un superhéroe y con un vídeo sobre La vida de Monti, a lo Monty Phyton. Pero, en realidad, va camino del Doctor Jekyll y Mister Hyde, por aquello de que lleva en la misma mochila a Corbacho y a Tura, para intentar contentar a españolistas y catalanistas, ahora que el PSC ya pinta menos en ZPlandia. Pero incluso ICV ha enseñado más la senyera hasta ahora que ellos.

A Mas, los sociatas lo muestran como el de siempre, con otra película de los Estudios Collboni, Artur Mas de lo Mismo. No hacía falta, una de las grandes apuestas del líder de CiU es conseguir el concierto económico, que tienen los vascos desde… ¿hace cuántos años ya? Así las cosas, el PP ha acaparado el discurso sobre inmigración y Ciutadans, dispuesto a dar hostias a los que auguran su desaparición, tiene al Yoyas de simpatizante y se ha apuntado a la moda de los cortos, rebelándose en pelotas.

Quien no sabemos si se volverá a bajar los pantalones, como en el aeropuerto, es Laporta (su ex friend Rosell no se ha solidarizado con él con esto de los números grana del Barça). Y Carretero ya veremos cuántos votos reagrupa. Entonces, ¿cuál sería el cambio para Catalunya? ¿La CORI del Elvis Presley de Reus y Carmen de Mairena?  ¿O Pere, el hámster que una web promociona for president? Lo dicho, bienvinguts, que esto no ha hecho más que empezar.