La carrera hacia las elecciones catalanas del 25N

El ‘independentista’ Wert

Los resultados del 25N habían puesto en el congelador la idea de convocar un referéndum, ya que algunos partidos catalanes que habían apostado por el derecho a decidir, en los últimos días, ya habían expresado que no eran su prioridad. Ese divorcio entre las formaciones a favor de una consulta se puede volver a convertir en matrimonio gracias a Wert, el ministro de Educación, y su borrador de la ley para relegar el catalán en la enseñanza en Catalunya a una asignatura meramente optativa. O sea: lo que las urnas separararon, Wert ha vuelto a unir.

Tanto es así que, en estos momentos, Artur Mas y cía deben de estar pensando: «Gracias, Wert, por dar aire otra vez al soberanismo». Y, a las pruebas me remito. Primero, tanto el PSC como ICV, dos de los partidos que apostaban por el derecho a decidir antes del 25N, pero que en los últimos días lo habían dejado en un segundo plano, ya han pedido un frente común catalán contra lo que la consellera de Educació tildó del «mayor ataque contra el catalán desde 1978».

Segundo, las bajas en Unió Democràtica de Catalunya -el ala menos soberanista de CiU- continúan. Y no sólo eso, sino que, si bien la mayoría han solicitado ingresar en Convergència Democràtica de Catalunya -el ala más soberanista de CiU-, ya los hay que están cortejando a ERC.

Tercero, Mas y Duran i Lleida, los dos líderes de CiU que parecían un poco distanciados después del 25N por la cuestión del soberanismo, han hablado antes de la reunión del Govern y han querido transmitir a la opinión pública que ERC es su único aliado y que apuestan «firmemente» por una consulta de autodeterminación «legal» en esta próxima legislatura. Por lo tanto, han querido cerrar filas en torno a la idea soberanista que llevó a CiU a las elecciones.

Cuarto, por primera vez, Oriol Junqueras -líder de Esquerra Republicana de Catalunya- ha hablado de formar un gobierno de coalición con CiU para garantizar de esta manera que el Govern tendrá más fuerza para tirar adelante la convocatoria de un referéndum de autodeterminación.

Quinto. Desde la noche electoral se habían hecho dos propuestas desde el PSC e ICV para celebrar dos cumbres políticas: una sobre la crisis, con agentes sociales; y otra sobre los desahucios, con la presencia de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca. Pues bien, la primera cumbre que se va a celebrar ahora es para «hacer frente común» para defender la lengua catalana del «ataque» de la ley Wert.

En resumen, si sumamos estas cinco consecuencias directas que ha acarreado en un solo día el borrador de la ley Wert, podemos decir que el ministro de Educación, el mismo que quería (y parece que quiere) «españolizar a los alumnos catalanes», se ha convertido en el mayor de los independentistas.

Gracias a él, ahora ya no sólo se habla desde el soberanismo catalán de «expolio fiscal», sino también de «expolio cultural». Si Rajoy quería acercarse a CiU a través de UDC y poner sobre la mesa la negociación de una nueva financiación para Catalunya -que nunca sería el pacto fiscal de Mas- lo primero que debería ir pensando, quizás, es si le conviene o no tener en su Gobierno a un ministro que da alas al independentismo.

 

Del ‘Torpedo Müller’ al ‘Torpedo Wert’

Mientras los culés están pendientes de si Messi supera el récord goleador del Torpedo Müller, en Catalunya acaba de impactar otro Torpedo Wert, que puede acabar de sacudir aún más la agitada vida política. El nuevo borrador de la nueva ley para mejorar la calidad de la educación prevé que el catalán pase de ser una materia troncal en las escuelas a quedar relegada a la cuarta lengua, por detrás del castellano y de dos lenguas extranjeras.

El Govern ya ha calificado esta normativa del «mayor ataque contra la lengua catalana desde 1978», es decir, hasta que estaba prohibida. Lo políticamente significativo es que, además, este texto ha sido presentado a la Generalitat un día antes de la reunión de consejeros de educación en Madrid para discutir esta ley con el ministro. Según la consellera de Educació de la Generalitat, Irene Rigau, el Ministerio «escondió» deliberadamente estos cambios para que no salieran a la luz durante la campaña electoral catalana.

No hay duda de que una ley de este tipo «rompe» el actual sistema educativo catalán y toca la fibra de los más soberanistas, ya que cualquier ataque a la cultura catalana supone incrementar los votos independentistas. Un ejemplo, si la manifestación de la Diada fue tan multitidinaria fue, entre otras cosas, por los últimos «ataques», según las expresiones que hace servir Rigau, contra el catalán después del pasado verano.

Este Torpedo Wert llega en un momento en que el Gobierno español se siente fuerte por los resultados electorales del 25N, donde el PP creció ligeramente en Catalunya y CiU no consiguió la mayoría absoluta. Pero, esta estrategia de torpedear el catalán les puede salir otra vez rana si no miden muy bien sus movimientos. Por un lado, los populares se han intentado acercar a CiU por su lado más de derechas, es decir, llamando a la puerta de UDC y de Josep Antoni Duran i Lleida.

Esto ya se ha traducido en la decisión de varios militantes democristianos de abandonar el partido y pasar, mayoritariamente, a engrosar las filas de CDC, el otro socio de la coalición nacionalista. La razón es que consideran que Duran i Lleida ya ha renegado del objetivo soberanista del referéndum. Que el alcalde de Vic, Josep Maria Vila d’Abadal, líder de los municipios independentistas, haya dejado UDC no es más que la constatación de una crónica de una separación (o mejor dicho, desUnión) anunciada ya hace meses. De todos es sabido que chocaba (muy) mucho con los planteamientos de Duran i Lleida.

Lo cierto es que, si uno mira hacia atrás, se puede preguntar: ¿Qué hubiera pasado si se hubiera filtrado el borrador de la nueva ley Wert que relega el catalán en plena campaña electoral? ¿Y qué hubiera sucedido si hubiera estallado el caso Mercurio de presunta corrupción en ayuntamientos del PSC en plena contienda electoral? La campaña fue movida, de eso no hay duda, pero esta postcampaña está, sin duda, a la altura, porque cada vez que alguien grita «arriba el periscopio» explota un nuevo torpedo. El de Wert, sin duda, lo único que va a hacer es facilitar un acuerdo más rápido y cómodo entre Artur Mas y Oriol Junqueras o, lo que es lo mismo, entre CiU y ERC.

 

 

 

 

CiU, ERC y PSC, hermanos… hasta que se demuestre lo contrario

Eso que se dice de  «o estás conmigo o contra mí» es muy típico de la política, pero, no solo dentro de la disputa del poder entre partidos diferentes, sino por las guerras internas que se viven en las formaciones políticas. Hemos tenido varios ejemplos recientes en Francia, pero no hace falta ir muy lejos para darnos cuenta que aquí también se han dado, se dan y se darán estas situaciones.

Fijémonos, por ejemplo, en los partidos catalanes. Se puede decir que el PSC vivió un semiproceso de renovación después de la debacle electoral de 2010, pero, ahora, le toca acabar de matizar algunos asuntos pendientes. No tenemos que olvidar las voces disidentes, como la del exconseller de la Generalitat, Ernest Maragall, y otros.

El PSC aún es un partido en vías de estabilización, sobre todo, con respecto a casar a su ala más catalanista con su ala más regionalista, por decirlo de alguna manera. Lo inesperado de la pérdida de diputados de las elecciones pasadas del 25N es que, curiosamente, el PSC ha quedado en una posición fuerte en el Parlament. Lo digo porque está en el centro del debate político para la gobernabilidad de Catalunya, ya que CiU solo se ha referido al PSC y a ERC como sus dos posibles aliados. Si los socialistas no aprovechan esta ocasión para resolver sus debates internos, ya no lo podrán hacer nunca.

Por su parte, tenemos a ERC, que, por suerte y a diferencia del PSC, disfrutará de una posición fuerte en el nuevo Parlament con los deberes internos ya hechos, ya que, después de las etapas de Josep Lluis Carod Rovira y de Joan Puigcercós, ahora, los cuadros del partido están renovados y Oriol Junqueras puede liderarlo sin resquicios ni dudas.

Otro caso diferente es CiU. La coalición nacionalista parece que ha quedado más tocada a nivel interno de lo que quieren hacer ver públicamente sus dos líderes, Artur Mas y Josep Antoni Duran Lleida.

Mientras el primero envía una carta a sus militantes de Convergència Democràtica de Catalunya animándoles y asegurándoles que se celebrará el referéndum de autodeterminación; el segundo, como jefe de filas de Unió Democràtica de Catalunya, no para de flirtear con el PP y de lanzar mensajes que contradicen el discurso de Mas. Un poco lo que ya pasó en la campaña y que acabó pasándole factura a CiU.

Por lo tanto, dentro de los partidos todos son hermanos… hasta que se demuestre lo contrario. Aunque, más bien, pensándolo mejor, la frase sería más correcta si dijéramos que todos son hermanos… siempre que les vaya bien. En general en política, la sombra de Caín y Abel es omnipresente y, a veces, algunos parece que se entienden, simplemente, porque están condenados a entenderse.

El Juego de las Sillas del Parlament

Hace ya unos cuantos años, en la década de los 90, la televisión autonómica catalana emitió una serie dramática muy buena, House of Cards, que aquí se tradujo como Castillo de Cartas. Se trataba de un thriller político ambientado en Inglaterra, donde se mostraban las intrigas políticas, los complots y los tejemanejes para alcanzar el poder. La verdad es que no tenía desperdicio y fue muy aclamada.

En Catalunya, el juego político se está disputando en dos escenarios. Por un lado, en la Generalitat, donde Artur Mas sigue intentando convencer a Oriol Junqueras de que ERC entre en el gobierno catalán, pese a que ya parece que empieza a tener cuesta abajo que va a tener que conformarse con un apoyo solo parlamentario de los republicanos.

En otro tablero es el propio Parlament catalán, donde estos días se está viviendo lo que podríamos llamar el Juego de las Sillas, que si la BBC -o TV3-quisieran adaptarlo a la televisión, no daría para hacer un thriller, sino, seguramente, una telecomedia. Resulta que la disposición de los grupos parlamentarios en el hemiciclo es una cuestión más peliaguda de lo que uno podría pensar de antemano.

Por un lado, CiU no está predispuesta a tener otra legislatura a los diputados del PPC en el centro del hemiciclo, con lo que seguramente tendrán que volver otra vez a ocupar el extremo derecho. Por otro lado, ICV-EUiA ha crecido en el lado opuesto, la izquierda, y tiene que ocupar más escaños (o asientos). Pero, ERC ha crecido aún más que ICV y que el PSC, con lo que Esquerra Republicana de Catalunya ya se plantea situarse en las primeras filas de la mitad izquierda del Parlament. ¿Cuál es el problema? Que, desde la restauración de la Cambra catalana, el PSC ha ocupado esa posición.

La partida que se está jugando es tal que los socialistas podrían verse relagados a sentarse en la tercera hilera de escaños, con Ciutadans y con la CUP justo encima. Pero la cosa no acaba aquí, porque ERC, haciendo valer sus escaños, también puede reivindicar ocupar los despachos de la planta noble del ala izquierda del Parlament, algo a lo que el PSC se resistirá. En la House of Cards catalana será la Junta de Portavoces del Parlament la que tendrá que dirimir quien gana esta partida en el Juego de las Sillas.

¿Otras elecciones catalanas en 2014?

Aún no se ha constituido el nuevo Parlament y aún no sabemos cómo se acabará formando el nuevo Govern, pero en los partidos políticos catalanes ya corre el runrún de que la próxima también será una minilegislatura. Si la última duró dos años, esta que empezará en los próximos días va por el mismo camino. La idea es que, ante la negativa de ERC de entrar a formar parte de un gobierno con CiU, Artur Mas será investido con el apoyo de Esquerra, podrá gobernar en minoría un año, con los presupuestos acordados con los republicanos, y, en 2014, no tendrá más remedio que volver a convocar unos comicios.

Los argumentos son varios. Mas se puede encontrar con más trabas para poder desarrollar sus políticas de las que tuvo que sortear en la anterior legislatura, cuando, por mucho menos, convocó los comicios catalanes de forma anticipada. ERC puede darle su aval para que empiece a gobernar, pero es una incógnita cómo puede acabar esta entente. Fijémonos en el PSC, le echa en cara a Mas que ambos firmaron un pacto de investidura en 2010 que los socialistas consideran que el líder de CiU rompió a media legislatura. Por eso ahora dicen que no se fían de él.

Luego está el lío del referéndum. Cuando Mas se comprometió en su programa electoral a convocar la consulta, él mismo se metió en este callejón al cual aún hay que buscarle una salida. Si ve que, finalmente, no todos los partidos que estaban a favor del derecho a decidir están de acuerdo en las formas de llevarlo a cabo, tendrá una excusa para convocar las elecciones en 2014. El PSC, por ejemplo, no avalará una consulta que no vaya en consonancia con la ley española, mientras que CiU y ERC, por ejemplo, apuestan por una ley catalana de consultas si en Madrid les cierran la puerta. O sea, como ya pasó con el pacto fiscal, este puede ser ahora el principal motivo para volver a adelantar las elecciones.

De forma paralela, es posible que se produzcan gestos desde el Gobierno español para proponerle a la Generalitat una especie de pacto fiscal rebajado. La candidata del PPC, Alicia Sánchez-Camacho, ya sugirió algunas de las líneas que podría tener esta propuesta en la recta final de la campaña electoral. Y el líder de UDC, Josep Antoni Duran i Lleida, ya ha dicho que «sería absurdo» que el Govern no escuchara una oferta en este sentido que llegara desde Madrid.

Eso sí, ERC no juega esta partida con CiU, aunque sea apoyándole desde el Parlament, para que cierre un pacto fiscal más o menos descafeinado con el Gobierno español, sino que tira sus dados para conseguir un referéndum de autodeterminación. Si como parece, Esquerra no entra en el Govern, Mas podrá gobernar un año y pico, pero, cuando llegue el momento de tratar en serio el tema de la consulta soberanista, seguramente, tendrá que volver a convocar elecciones. Y estas sí que pueden ser plebiscitarias, porque unos comicios así sí que serían abiertamente un referéndum encubierto.

La Co-Co-Coalición y el error que no fue (solo) de Mas

Cuando entrevisté a Joan Herrera, candidato de ICV-EUiA, durante la campaña, le dije a su jefe de prensa: «CiU, que no se confíe, porque está haciendo una campaña muy mala y puede llevarse una sorpresa». Al final, llegó el batacazo electoral, del que ahora intenta recuperarse tratando de componer el puzzle de formar un gobierno lo más estable posible. Realmente, no recuerdo haber cubierto unas elecciones, ya sean autonómicas, municipales, europeas o estatales, donde un partido me hubiera transmitido tanta  sensación de desconcierto.

No entendí por qué Mas accedió a responder el cuestionario de nuestros lectores (cosa que no hizo con otros medios) y, en cambio, no quiso que publicáramos su entrevista (cosa que sí hizo con otros medios). Tampoco entendí por qué eligió (o mejor dicho, le eligieron sus asesores) como lema de campaña La voluntad de un pueblo, con esa foto a lo Charlton Heston, que fue muy criticada porque parecía «un mesías» bíblico y, en cambio, durante los 15 días que estuvo en liza hizo más bien apariciones elitistas ante sus votantes potenciales.

Si quieres aglutinar la voz de los catalanes tienes que dar más la sensación de que estás haciendo campaña a pie de calle y que estás hablando con ellos cara a cara. En estas elecciones no valía solo eso de salir en los debates televisivos, aunque creo que, en los dos que hubo, sí que hizo bien su papel de candidato/president. Pero, el efecto JFK en la tele no era lo que necesitaban los catalanes. La prueba está en la emergencia de la CUP, que hizo un trabajo de base en los barrios y no contó con la ventaja de los debates de TV. Y no vale eso de tildar a este partido de sorpresa «antisistema» cuando ha conseguido una representación parlamentaria siguiendo todos los preceptos del sistema electoral vigente.

Se lo han ganado en las urnas, igual que en su momento lo hizo Ciutadans o Solidaritat cuando se estrenaron en el Parlament. La gente necesitaba que los candidatos estuvieran más cerca de ellos que nunca en estas elecciones. Y Mas (o sus asesores) dieron cierta sensación de distanciamiento y no entendieron el mensaje que, por ejemplo, traían consigo partidos como la CUP, que, por cierto, las encuestas ya apuntaban que entraban en el Parlament.

Una prueba de que el equipo de campaña de CiU se equivocó de buenas a primeras es que, en el ecuador, lanzó un vídeo con otro lema menos personalista (Juntos lo haremos posible. El día 25 hagámoslo posible) y sin tantas senyeres o estelades. Si bien es cierto que aún tenía que hacer frente a sus cometidos como presidente de la Generalitat en funciones, a Mas le faltó patearse más la calle, si es que quería aglutinar a ese «juntos lo haremos posible».

El discurso de Mas también fue demasiado ambiguo durante la campaña. No quedó claro si iba en serio o no eso del Estado catalán, parecía que se atragantaba cuando alguien le preguntaba abiertamente por la independencia. El resultado fue que los catalanes que sí creían en ella votaron directamente a Esquerra Republicana de Catalunya. Pero, además, aún siendo ambiguo en sus palabras, para sus votantes más centralistas eran demasiado subidas de tono, y por ahí también perdió algunos votos.

Josep Antoni Duran Lleida, el líder de Unió, ha negado que cortara las alas a Mas en el tema del soberanismo, pero ha admitido esto: «no hemos acabado de acertar en nuestro discurso». En UDC interpretan que el techo de 62 diputados que consiguieron en 2010 tras la debacle del tripartito  era «artificial». O sea, que el voto de castigo al Tripartit fue entonces. Pero, entonces, ¿por qué se arriesgaron a apostar desde el principio por conseguir una mayoría absoluta? ¿Por qué no hicieron un discurso más comedido en este sentido?

Otro error de cálculo fue la gran bolsa de indecisos (hasta el 40%) que daban las encuestas al principio de la campaña. Todo el mundo sabe que, normalmente, en Catalunya, buena parte de la gente que no confiesa ante un encuestador a quién votará es porque se decantará por el Partido Popular o similares. Al final, tanto el PPC como Ciutadans han obtenido mejores resultados que en 2010.

Lo malo para Mas es que, una vez pasadas las elecciones, él (o sus asesores) están volviendo a tener esos tics de discurso ambiguo. Da la impresión que, mientras CDC apuesta por un acuerdo con ERC, UDC se decanta por el PSC (o, incluso, por ERC y PSC juntos). O sea, que iríamos a una Co-Co-Coalición (porque hay que sumar la coalición que forman CiU a la que formarían con ERC y PSC). O sea, que en Catalunya casi que inventarían un nuevo tipo de gobierno.

Lo malo es que eso de la Co-Co-Coalición que ya ha propuesto el líder de UDC, Josep Antoni Duran Lleida, cuando se pronuncia, suena como un tartamudeo y, detrás de él, se podrían esconder un auténtico tsunami de peleas entre los tres (cuatro) partidos de un hipotético gobierno de este tipo. Si el Tripartito de PSC, ERC e ICV ya tuvo sus rifirrafes, ¿qué no pasaría en un Cuatripartito con CDC, UDC, PSC y ERC?… Como digo, ni el error de Mas fue (solo) de Mas entonces ni si ahora hay otro error de Mas, tampoco será (solo) su error.

 

 

 

 

Cumbres borrascosas en la relación entre España y Catalunya

Hay quien compara la novela Cumbres borrascosas de Emily Brontë, que se ha adaptado al cine varias veces, con un juego de muñecas rusas Matryoshka por la estructura de su trama. En Catalunya, hace ya al menos dos meses que cada vez que destapamos una muñequita nos damos cuenta de que debajo hay otra. El día después del 25-N se pusieron sobre la mesa las propuestas de celebrar dos cumbres, una sobre los desahucios (ICV) y otra con partidos y agentes sociales sobre la crisis (PSC).

Pero, ahora que se acerca la ola de frío, la cumbre más borrascosa de todas es la que algún día deberán celebrar los gobiernos de España y Catalunya para ver si es cierto que Mariano Rajoy ofrece su ayuda al Govern, pese a su «deslealtad» institucional, según él, y cómo se articula esta relación bilateral en un más que hipotético pacto de gobierno entre CiU y ERC para que Artur Mas vuelva a gobernar.

De momento, el expresidente del Gobierno español, José María Aznar, ya ha tildado de «explosivo» un posible pacto entre CiU y ERC para garantizar la gobernabilidad de la Generalitat de Catalunya. Mas, en su comparecencia del lunes, aseguró que necesitaba un Gobierno «fuerte» no solo para afrontar la crisis y el proceso hacia la consulta soberanista, sino para poder batallar ante un PP con mayoría absoluta en el Congreso.

¿Cómo van a negociar Mas y Rajoy después de cómo acabó la última reunión del pacto fiscal y cómo se ha desarrolado la última campaña electoral? ¿Qué deparará la próxima Matryoshka que aparezca debajo de un pacto CiU-ERC? Está claro que hoy en día hacen falta buenos presidentes, pero para serlo hay que ser un buen negociador, ya sea aquí o ante la Unión Europea o dónde sea.  Al final, después de todos los líos, en Cumbres borrascosas hay un final más o menos feliz, que acaba con una historia de odios y desencuentros familiares. Ahora bien, en el caso de España-Catalunya aún está por descubrir cuál será la última muñequita rusa.

¿Qué camino seguirá Artur Mas?… La llave la tiene ERC

Los catalanes han hablado en las urnas y, básicamente, han dicho dos cosas: una, que dan su aval a los partidos que tenían en su programa el derecho a un referéndum en los próximos cuatro años; y, dos, que quieren un cambio en las políticas de recortes del Govern de CiU. Pero, al President, Artur Mas, con los 50 escaños que le han quedado solo le quedan cuatro posibles caminos para poder salir del callejón en el que se ha metido.

1. Gobierna en minoría con apoyos puntuales en el Parlament de ERC o del PSC. Esta política del pactismo puntual ya la ha puesto en marcha CiU en el Ayuntamiento de Barcelona, donde ha llegado a acuerdos con PSC, ERC e incluso con el PPC (en este caso, al inicio de la legislatura). Lo que pasa es que, con este plan de trabajo, te puedes llevar más de un revés en las votaciones del Parlament, como le ha pasado al alcalde de Barcelona, Xavier Trias, en el Pleno municipal.

2. Gobierna con ERC. Es la fórmula que más encaja con el resultado de las urnas. Por un lado, el derecho a decidir está garantizado y, por el otro, el cambio de rumbo de las políciticas sociales, también. Mas ya lanzó en la noche electoral un SOS a ERC y, el día después, Oriol Pujol (CiU) ha reconocido que Convergència está «en manos de ERC». No olvidemos que CiU está formada por CDC y por UDC. ¿Casarían bien unos democristianos con unos republicanos de izquierdas? La verdad es que en los últimos meses ha habido tantas sopresas en CiU que ya no viene de aquí que haya otra. Está por ver si ERC accedería a entrar en un Gobierno de CiU o, simplemente, le daría su apoyo desde el Parlament. Pero, ¿le conviene a ERC tener visibilidad como partido de gobierno que ha sido capaz de influir y rebajar los recortes de la Generalitat a cambio de coliderar el proceso hacia una consulta soberanista? Si juega bien sus cartas hasta le puede salir bien, porque, a diferencia de Mas que perdió votos soberanistas el 25-N, ERC no es sospechosa de ir de farol.

3. Gobierna con el PSC y, por fin, se materializa la «sociovergencia» de la que tanto algunos han hablado tantas veces. Lo que pasa es que Jaume Collboni, portavoz del PSC, ya ha adelantado que los socialistas no van a echar un cable a CiU, ya que su tarea es «construir una alternativa» de Gobierno. O sea, que se alinean con ICV, su antiguo socio de Tripartito. Eso no quiere decir que no le puedan dar algún apoyo puntual a CiU desde el Parlament. ¿Podría ser Barcelona una moneda de cambio? No olvidemos que el PSC barcelonés se acercó a CiU para pactar el Plan de Actuación Municipal (PAM), con lo que la sociovergencia a la barcelonesa se podría exportar a la Cambra catalana. Y el PSC de Barcelona necesita visibilidad, ya que, sin ir más lejos, el 25-N bajó hasta la cuarta fuerza más votada.

4. Mas no tiene apoyos ni para gobernar en minoría. En teoría, el hecho de tirar adelante con el proceso del referéndum aleja aún más a CiU del PPC, que es quien le había apoyado en alguna ocasión en la minilegislatura anterior. Además, con la que cayó con los presuntos casos de corrupción, una acercamiento entre ambos partidos parece imposible. ¿Qué pasaria?… Pues lo que ya advirtió Mas en campaña e incluso antes. Volveríamos a tener otras elecciones en Catalunya anticipadas. ¿Los catalanes, que el 25-N batieron récords de participación, estarían dispuestos a pasar por otro proceso electoral tan duro como el último?

La Unión (Soviética) Europea… o los Estados Unidos de Europa

En los últimos 20 años, un total de 19 países de Europa se han convertido en un nuevo Estado. De éstos, seis -Estonia, Letonia, Lituania, Eslovaquia, la República Checa y Eslovenia- ya forman parte de la Unión Europea y Croacia será nuevo miembro de este club el año que viene. Hoy, el resultado de las elecciones del 25-N ha dejado claro que el próximo Parlament estará dominado por una amplia mayoría de partidos a favor del derecho a decidir (han aglutinado el 72% de los votos). Con los matices que cada partido le aporta, pero hay una mayoría a favor de que se celebre en los próximos cuatro años un referéndum de autodeterminación en Catalunya.

De todos los países que se han independizado en estas dos últimas décadas, no hay ninguno que se pueda considerar de la Europa occidental, sino que todos son del Este. Precisamente, esta circunstancia ha hecho que buena parte de los medios extranjeros acreditados en Barcelona el día de las elecciones sean de esta zona. Los periodistas rusos, por ejemplo, explican que sus conciudadanos tienen curiosidad por saber qué pasa con Catalunya, ya que ellos vivieron el desmembramiento de la Unión Soviética en varias repúblicas independientes.

El resultado electoral en Catalunya, según evolucionen en los próximos días las alianzas, puede seguir tocando de lleno no sólo a la organización del Estado español, a la espera de cómo se articula este derecho a decidir que los catalanes han expresado en las urnas. Al mismo tiempo, se podría enviar un mensaje a Bruselas en un momento en que Escocia y Flandes parece que también quieren expresar su deseo de autodeterminación de forma democrática. Con todo esto, ¿se está desplazando la reorganización del mapa europeo desde el Este de Europa hasta el Oeste? Realmente, como defienden los más europeistas, ¿lo que aún puede pasar en Catalunya no es más que el primer eslabón de los Estados Unidos de Europa?

Si el soberanismo sigue al alza, la Unión Europea se puede convertir en la nueva Unión (Soviética) Europea desmembrada, con más microestados con su autonomía propia, pero sin necesariamente mantener lazos entre ellos, o bien caminará hacia esos Estados Unidos europeos, de los que ya habló Artur Mas. Dicen los economistas que el caso más similar a una Catalunya independiente podría ser el de la antigua Checoslovaquia, ya que se partió en dos cuando ya estaba viviendo en una economía capitalista. Sin duda, el resultado del 25-N supone un gran reto para Catalunya, para España y para toda Europa.

La partida no ha hecho más que empezar, porque ahora Mas ya ha dicho que necesitará la ayuda de otro partido para garantizar la gobernabilidad de Catalunya. Puede acercase a ERC, pero a cambio de dar un giro en su política de recortes (es una incógita como puede encajar una entente entre UDC y Esquerra). O bien puede acercarse al PSC, que también le exigiría variar el timón de los últimos dos años de Gobierno y que apuesta más por el federalismo y no por la independencia.

En cualquier caso, está claro que los catalanes han premiado tanto a los partidos que se oponían al tijeretazo social (suben en escaños ERC, ICV-EUiA, C’s y la CUP e incluso el PSC ha sacado más votos que ERC) como a los que claramente apostaban por la independencia (ERC y la CUP, que coge el relevo del SI), pero, también, han apoyado más a los que se oponían al soberanismo (PPC ha subido un poquito y Ciutadans ha triplicado sus resultados).

Ahora, habrá que ver si Catalunya -y por extensión, España- siguen su camino hacia esos Estados Unidos de Europa. Dependerá de si la red de 50 escaños que le ha quedado a CiU en ese salto al vacío que hizo con su apuesta soberanista es suficiente para decantar la balanza de ERC como socio de gobierno, que si bien es independentista también es de izquierdas. De momento, el nuevo líder de la oposición, Oriol Junqueras, ya ha reconocido «la enorme diferencia», según él, de CiU con la segunda fuerza en el Parlament. Eso, se puede interpretar como un guiño, ya que el líder republicano considera que el proceso soberanista «ha salido reforzado» de este 25-N. Pero, en cualquier caso, el nuevo Govern deberá variar su política y darle un giro social, porque Mas ya dijo que con el PPC no pactaría más… Y, en teoría, debería cumplirlo. ¿No?

El barco de Chanquete de los candidatos

La jornada de reflexión de la campaña de las elecciones catalanas es más bien una jornada de inflexión, ya que, por una vez, todos los candidatos están de acuerdo en que la votación de mañana tendrá trascendencia histórica, sea cual sea el resultado final.

Como es habitual, los jefes de fila de cada partido se han juntado para hacerse las tradicionales fotografías de grupo. Este año han sido más significativas que de costumbre. Por un lado, tiene guasa que se hayan fotografiado encima de una bicicleta, cuando la mayoría de ellos están más que acostumbrados a ir en coche. Además, la bicicleta es símbolo de tasas o tarifas ahora mismo, con el subidón anunciado en Barcelona en los precios del servicio público de transporte sobre dos ruedas, el Bicing.

Y, aún más, con esas bicicletas tan relucientes no durarían mucho en la calle, ya que se las robarían a las primeras de cambio. El propio Joan Herrera nos confesó durante la campaña que la suya la sujeta con tres candados para que no se la lleven los ladrones.

La moraleja es que los candidatos se tendrían que hacer fotos en su hábitat natural, sin esconderse de nada, ni tampoco dar la impresión de que van en bicicleta a todas partes. Claro que, en este caso, ellos hacen lo que les mandan…

Luego también los hemos visto encaramados en la cubierta de una embarcación que no está en el agua, sino en tierra firme. Es como si se hubieran subido al barco de Chanquete, como si todos hubieran gritado en silencio… «¡Del barco de Chanquete no nos moverán!». Y es que ninguno quiere que se acabe su verano azul, todos quieren seguir en el Parlament y, si puede ser, con más escaños.

El barco en el que se han hecho la foto no navegaba, estaba estático, como la sensación que se está viviendo en esta jornada de reflexión. ¿Hacia dónde irá Catalunya? ¿Y España? ¿El timón del 25-N virará a babor o a estribor? ¿En este barco se ha abierto un boquete durante esta campaña que ya será imposible de tapar? ¿Cómo de grande es la brecha? ¿Alguién la podrá reparar?

El barco de Chanquete de los candidatos está en dique seco. Hoy no ha navegado, pero a partir del 25-N por la noche deberá tomar una u otra dirección. Por eso, esta no es una jornada de reflexión, sino de inflexión.