"El deseado bien último se alcanza mejor mediante el libre comercio de ideas".(1919) Juez O. Wendell Holmes del Tribunal Supremo de EE UU

La lengua común

El manifiesto por la lengua común, que firman y encabezan 18 intelectuales reconocidos, revela preocupación y agitación. No les falta razón; su protesta es oportuna. Lo que reclaman es un derecho de los ciudadanos a sus propias lenguas, a todas, sin menoscabo ni ventaja de las que se hablan en España, todas comunes en su ámbito. Quienes pretendan que se trata de un manifiesto impositivo, arrogante, se equivocan. La lectura atenta, no superficial del mismo, lo pone de manifiesto.

El español o castellano, ambas fórmulas sirven, goza de buena salud, quizá nunca antes tuvo tanto vigor en el mundo. Por tanto este no es un manifiesto en defensa de un idioma amenazado. Todo lo contrario lo es en pro de un idioma pujante que se escatima y regatea a algunos españoles que viven en nacionalidades según la Constitución, donde existe otro idioma propio, que está siendo utilizado como arma política para ocupar poder, para diferenciar y separar.

La persecución efectiva a que se sometió a esas lenguas en otras épocas, también por razones de hegemonía política, fue un error grave. Tanto como lo es ahora hacer otro tanto contra el castellano. Que en Cataluña, Baleares, Galicia, País Vasco… se arrincone el español-castellano, convertido en lengua auxiliar, no vehicular de la enseñanza, solo va en demérito de los escolares que pierden un factor competitivo.

La convivencia de los dos idiomas, en condiciones de igualdad es un activo social y personal y lo que no vaya en ese sentido será una equivocación histórica.

¿Se imaginan que los irlandeses hubieran arrinconado el inglés? ¿Sería hoy Irlanda tan próspera con esa estrategia política?

La pujanza del catalán no está comprometida. Su implantación en Cataluña, Baleares y Valencia (llamándole como cada cual quiera) debería animar a aprenderlo a muchos otros españoles que viven fuera de ese ámbito. Un idioma entendido por buena parte de los 14 millones de ciudanos que viven en esas comunidades es un activo a preservar y engrandecer, aunque no a costa del gran idioma común.

Aquí hay que sumar sin restar, pero los del nacionalismo de bajo vuelo, del victimismo, del localismo estrecho, no lo quieran entender. Por eso este manifiesto es agitador y oportuno.

Aznar otro verso suelto en el PP

Calificaron a Gallardón de “verso suelto” en el PP, para significar que iba por libre, que era un bicho raro. Pero tras la rumbosa cita valenciana, resulta que hay más versos libres que recitan con tesón. En la cabeza de ellos el de la melena suelta y dos botones desabrochados, Aznar, José María, que largó una bronca monumental a su deudo Rajoy, ante el delirio de los resistentes e irritación del aparato. Aznar va “sobrao”, pero buscando aplausos y abrazos, reconocimientos; llegó en jet prestado (es galáctico) acudió a actos empezados, para que se note su figura, y se va antes de que acaben; va a lo suyo. Enmendó a Rajoy, para luego medio perdonarle, pero se fue sin escucharle. ¿Para qué, ya no es su tiempo?

Verso libre es también Esperanza Aguirre, aunque sigue en la pomada y cuenta con poder efectivo como para arrastrar una parte del partido: el 25% que no le dio apoyo a Rajoy, que será si las cosas se ponen inciertas.

Aguirre iba dispuesta a apoyar, a cerrar filas con Rajoy, sus desplantes habían sido menores, a través de personas interpuestas, pero se encontró con el Rajoy áspero y silente que no da pistas, ni tregua, y que manda mensajes indirectos e irritantes. Por ejemplo el mensaje de incluir a Manuel Cobo en su lista de favoritos y excluir a Ignacio González. Demasiado para Aguirre que no tenía otra opción que apuntarse al “verso suelto”, porque el tiempo cura y revisa, que se lo digan a Gallardón.

Rajoy ha distinguido a Gallardón, más por molestar a Aguirre que por complicidad con el alcalde de Madrid. Está hasta el moño de ambos y en alguno de los manteles de las televisiones que ha visitado estos días lo ha reconocido o así lo han percibido los que ponían la cena.

PP: y comieron perdices ¿y fueron felices?

Colorín, colorado este cuento se ha acabado. El culebrón del PP ha llegado a término como la exitosa novela de la tarde televisiva: “Bea ¿la fea?”. Concluye en boda feliz, la de todas las familias y capillas del partido, que tras varios meses guerreando, han encontrado el equilibrio y una paz provisional hasta otro fracaso electoral.

Rajoy disfrutará de un congreso como paseo militar con apoyo de todos, incluida Esperanza Aguirre que está dispuesto a votar con la papeleta al descubierto para que no haya equívocos. ¿Cuántos votos en blanco o nulos tendrá la nueva ejecutiva? Pues muy pocos, testimoniales, de resistentes recalcitrantes. Ya nadie podrá poner en duda el liderazgo de Rajoy aunque el Congreso tenga tinte unificador y hegemónico.

Rajoy ha jugado sus bazas durante los cien días que van del 10 de marzo al 20 de junio con calma, soportando las acometidas de los lunes que han dañado más a sus autores que al destinatario. Los protagonistas de las acometidas, Zaplana, Elorriaga, San Gil…, se van a las tinieblas exteriores y Rajoy mejora su posición y renueva su equipo a su manera y con aplauso generalizado.

Y los dos delfines, Esperanza Aguirre y Ruiz Gallardón, que anoche compartieron mesa, mantel y menú en la casa de ABC, son cada día menos delfines, especialmente una vez que se consolide la nueva dirección con una generación nacida en los años sesenta que no pudo votar la Constitución, que se la encontró hecha.

Este PP que saldrá a jugar el lunes puede ser distinto del anterior, como el PSOE de Zapatero que emergió hace ocho años no era el anterior de la confusión, ni el previo de Felipe. Aunque no me gusta ni apostar ni pronosticar sospecho que este PP puede estar por delante en las encuestas electorales antes de fin de año y creará problemas parlamentarios a la mayoría socialista cuando se reanude la actividad parlamentaria en septiembre. El Presupuesto para el 2009 no va a ser fácil, los socialistas quizá tendrían que ir pensando en un Presupuesto de consenso, para hacer frente a eso que no hay que llamar crisis aunque lo es y gorda.

Estepona… ¿cómo llegaron tan lejos?

La trama de corrupción municipal urbanística de Estepona es semejante a la de la vecina Marbella y de otros municipios andaluces, murcianos… Nada nuevo bajo el sol. Lo que llama la atención es que hayan llegado tan lejos, que los aparatos de los partidos y de los gobiernos no hayan sido capaces de taponar esos boquetes y de evitar la extensión de semejantes conductas.

Lo de Marbella era de sobra conocido y de la actuación judicial hay que criticar el retraso que tiene que ver con males crónicos de la justicia y con cierta indolencia. Pero tras ese caso cabía esperar que partidos y gobiernos se hubieran ocupado en escrutar los casos cercanos, el comportamiento de algunos ayuntamientos.

Lo de Estepona es fruto de una investigación policial y judicial y de denuncias desde dentro. De las investigaciones de la fiscalía en varias decenas de ayuntamientos cabe imaginar que en breve varias docenas de alcaldes y concejales van a desfilar por juzgados y prisiones con causas abiertas que durarán años.

¿Estamos ante una epidemia que va más allá de casos aislados? Quizá no sea epidemia pero se le parece mucho. Los socialistas han expulsado al alcalde de Estepona nada más ser detenido y encausado. Aparentemente han tenido una respuesta inmediata, pero quizá no tanto. Que algo olía a podrido en ese ayuntamiento se notaba en el aire de la ciudad y de la zona desde hace meses, y los dirigentes políticos no pueden ser ajenos a ese olor. Sin duda que hay responsabilidades políticas de falta de diligencia.

Y lo mismo sirve para Murcia y Canarias, con implicaciones de unos y otros partidos políticos. El compromiso contra la corrupción urbanística por parte de los partidos es insuficiente, es tibio, e incita al recelo de los ciudadanos, al descrédito del sistema y de la política.

La economía… chunga

Algunos lectores de estas notas, amables y críticos, se enfadan porque no me ocupo de asuntos económicos. Tienen razón, pero no me gusta repetirme y suelo escribir de economía en los otros dos medios con los que colaboro habitualmente, ABC y Estrella Digital. Eso me lleva a que estas letras menudas en 20 minutos se refieran más a la política y las cosas de la vida. Pero la economía cuenta y mucho y la presto atención y lecturas desde hace muchos años.

La cosa está chunga, chunga (*)… sospecho que los datos de junio van a ser muy malos, en empleo y en actividad y que se abren unos meses difíciles. La cosa mejorará afin de año, el último trimestre, pero poco; y es probable que el año 2009 sea regular, regulñar. Luego … ya veremos.

Alguno dirá que ya lo sabía y que lo anunció hace años; pero eso no vale. Los agoreros de hace años, si se pusieron a cubierto de inversión, se han perdido muchos meses buenos.

Durante los últimos doce meses han ocurrido fenómenos no esperados como para cambiar todos los pronósticos. Buena prueba es la revisión de las hipótesis de todos los institutos de análisis. Y con lo que ha caído (petróleo, turbulencias financieras…) hay explicación triplicada de un cambio radical de sesgo, de favorable a crítico.

Si les interesa la materia más allá del brochazo pasional les recomiendo la lectura de los catorce folios del discurso del gobernador del banco de España que acompaña su Informe Anual. Analizar ese Informe también merece la pena, pero solo para muy aficionados.

El gobernador, más bien el propio consejo en nombre del cual habla su presidente, es cauteloso pero severo, lo que dice es que las cosas están feas y lo que reconomienda es no hacer tonterías.

(*) Segun el DRAE chunga: de mal aspecto, en mal estado, de mala calidad.

A vueltas con los toros

Si le he entendido bien al director el compromiso de “20 minutos” con los toros no es “esencialista”, no se trata de predicar la abolición ni de pretender que estamos ante una acontecimiento imprescindible. Hagamos, simplemente, periodismo, es decir contar lo que ocurre que sea interesante para el público y hacerlo de la mejor forma posible. Los toros son noticia que interesa a mucha gente. No por ello tienen que ser materia obligatoria de un medio informativo, sus lectores tienen sobradas oportunidades para enterarse de lo que les interese en otros medios.

Las ferias taurinas en la mayor parte de las ciudades de España suponen un acontecimiento festivo que llena páginas de todos los periódicos y muchas conversaciones ciudadanas. Y los entendidos, que son legión, defienden sus preferencias con pasión y argumentos, y con despliegue de conocimientos.

No soy taurino, no conozco la materia, no tengo opinión, pero no soy contrario y asisto a alguna corrida sin que me produzca entusiasmo. He visto torear a José Tomás en dos ocasiones y me ha estremecido, sencillamente es distinto. Aunque no sabría explicarlo.

El caso de este torero trasciende la propia fiesta. Hay un antes y un después. El personaje es sugestivo, independiente, con personalidad. Es el que más cobra porque es el que más ingresa. Y tiene carácter para renunciar a honorarios adicionales de hasta un millón de euros por corrida pasada por televisiones de pago. ¿Cuántos hubieran comprado el derecho de ver cualquiera de sus dos últimas corridas en Las Ventas por la tele?

“20 minutos”, su director y editor, tiene derecho a tomar distancia a los toreos, pero no pueden pasar por alto un acontecimiento que ha sido primera página en todos los medios. He repasado el magnífico libro que acaba de publicar el crítico de El Mundo, Villán, magnífico escritor y moderado tomasista, y tengo ganas de leerlo con atención. Las fotos son magníficas. Y prometo leer el libro que sobre José Tomás acaba de publicar mi amigo Carlos Abella, uno de los autores con más obra de divulgación taurina. En los toros hay toros, toreros y emociones. Y algo más. Puede no gustar, pero existir existe.

Vuelven los camioneros airados

Cientos o miles de camioneros autónomos, sin representación en la negociación mantenida con Fomento estos últimos días, amenazan con volver a las carreteras para reclamar «tarifas mínimas». La reivindicación no es posible de satisfacer de forma administrativa, un negocio en competencia no admite tarifas mínimas, ni máximas. Pero eso es difícil de entender para los camioneros. Si existe el salario mínimo ¿cómo es que no puede existir tarifa mínima para el transporte? Si existen tarifas de autobús o de tren, ¿cómo es que no puede haber tarifas de porte de mercancía?

Esas son las explicaciones que no les dan o que no entienden. El paso de una etapa de crecimiento económico y boom, para el que no había transporte suficiente, ha dado paso a otra en la que la demanda de porte escasea y los precios bajan por decisión del propio transportista que ajusta costes y márgenes hasta el límite.

La confrontación puede ser dura y el resultado incierto. Los transportistas han verificado que un grupo decidido es capaz de poner patas arriba el sistema productivo, y dejar desabastecidos mercados y gasolineras. También han verificado que las fuerzas del orden son capaces de retirar los camiones y detener y multar a quien se resista.

Las autoridades saben que un conflicto que se pudra, puede conducir a situaciones desagradables e incontrolables. Este conflicto se ha llevado por delante una vida y ha puesto en riesgo varias más. Los camioneros que aparecen estos días en los noticiarios muestran desesperación y decisión. Se les ve perturbados, y como son muchos, la posibilidad de estallidos concretos es alta.

Este es un conflicto malo, hosco, con poco a ganar para todas las partes y con alto riesgo de que acabe en desastre.

La prensa de pago y su futuro

Eduardo Medinaveitia firma en este mismo soporte de “20 minutos”, que nos acoge con generosidad (¿merecida?), una nota inquietante sobre el consumo de prensa de papel. Eduardo es de mi quinta, es decir que vamos hacia la reserva (espero que con dignidad). El test que ha hecho en la facultad de periodismo es desolador, los jóvenes no están interesados en los diarios. He preguntado lo mismo muchas veces en la facultad con respuesta parecida, quizá menos decepcionante. Por ese lado los diarios lo tienen difícil. El acceso a los lectores hay que revisarlo, hay que innovar.

Estoy seguro de que los diarios de papel tienen larga vida, que no van a morir; que se van a transformar. Un economista de campanillas, Schumpeter reflexionó con mucho fundamento sobre estos fenómenos de cambio y regeneración: procesos de renovación destructiva.

Los diarios clásicos necesitan regeneración. No se si los que hoy les dirigen son capaces de hacerlo, pero ellos u otros lo harán. Ahora asimilan con dificultad el fenómeno intenet. Quizá “20 minutos” es el medio diario de papel que mejor ha entendido el fenómeno, probablemente por una actitud mental más abierta, más ambiciosa.

No he entendido la subida de precio, 10%, del diario de más difusión. Ellos sabrán, son libres y deben ser muy listos. Si les sale bien habrá sido una decisión acertada, si no sale tan bien, tendrán que pasarse por la habitación de meditar, por aquello de quien soy, de donde vengo y adonde voy.

Es audaz subir precios cuando pintan bastos. Puede ser genial o suicida. ¿Es razón suficiente como para que sus lectores habituales les manden al infierno? No lo he hecho, supongo que Eduardo tampoco. No puedo pasar sin el consumo de varios diarios de papel a primera hora de la mañana, antes incluso del café y la ducha. Pero quizá se puede pasar sin ellos, quizá se puede probar.

El gobierno enseña la porra

El ministro del Interior recordó y advirtió ayer que las carreteras no son de los camioneros, que hacer huelga forma parte de los derechos, pero interrumpir el tráfico no. Todo un descubrimiento. ¿No debería haber hecho esa misma declaración la víspera de la huelga? ¿No debería haber desplegado los 25.000 policías antes de que los camioneros se hicieran dueños de las intercesiones de las carreteras?

Estamos ante cuestiones tácticas, la política es táctica, más que principios. El Gobierno primero quiso no inmutarse, estimar la fuerza de los huelguistas. Dejó que irritaran al ciudadano, que concitaran antipatía antes de actuar. Dejaron hacer. Abrieron las puertas de las salas de negociación, identificaron a los antagonistas, que tuvieran cara y, a continuación, tomó la palabra el del orden público.

Si el conflicto acaba esta semana, si el lunes la normalidad vuelve a las carreteras y a la cadena de suministros, las consecuencias de la huelga serán tolerables, quizá no pase de un incidente. Pero si esa normalidad no vuelve, si los enfrentamientos con la policía se intensifican, si se producen actos de violencia con consecuencias fatales, la percepción del problema puede cambiar.

Los huelguistas van a conseguir poco, entre otras razones por la composición del sector y por el frenazo de la economía. Los protagonistas del conflicto son una parte minoritaria del sector, aunque suficiente para armar una buena. Los convocantes de la huelga pretenden ampliar su base de representación, diusputar espacio a organizaciones mayores.

Cada cual tiene su estrategia, y los camioneros individuales, especialmente los de los piquetes, forman parte de la masa de choque, la que arriesga su empleo, su carné e incluso una denuncia incómoda. Los huelguistas tendrán que reivindicar ahora el perdón de los detenidos. Siempre el mismo proceso de acción-reacción.

La proporción entre el daño causado y el beneficio obtenido, especialmente para los de la vanguardia del conflicto, será desproporcionada y a la contra. Suele ocurrir. Los buenos gobiernos evitan estas situaciones, a los malos se les enquista. Este anda en el tacticismo del mal menor.

El fondo de la huelga

Me preguntaba mi madre (85 años) ayer si debía llenar la despensa, que no se hablaba de otra cosa en la calle (y en los medios) que del inminente desabastecimiento. El tono general de muchos comentarios va del inmediato Apocalipsis a la más profunda irritación contra el gobierno y contra los que le han votado. No faltan incluso los que dicen estar dispuesto a tirar las patas por alto porque cuanto peor mejor, que para tumbar al gobierno cualquier cosa es buena.

Pero la mayoría de los ciudadanos no están en eso, ni mucho menos. Barajas estaba ayer a reventar de gente, viajé a Bilbao por la mañana en un avión completo y volví al mediodía en otro igual. Visite dos centros comerciales que estaban muy abastecidos y con gente comprando; y sufrí paciente y resignadamente un par de atascos en torno a la M40 por los camiones apostados en las intersecciones para dificultar el tráfico y hacernos la pascua.

La huelga de camioneros no va a menos, probablemente irá a más y con recorrido incierto que puede llegar a afectar al abastecimiento, lo cual obligará a la policía a intervenir con escalada de efectos y consecuencias imprevisibles. Los más perjudicados en esta historia van a ser un número indeterminado de camioneros. El conjunto de la economía acelerará la fase bajista y es muy probable que este trimestre entremos en recesión, con retroceso del PIB. El fantasma de la estanflación se materializa (más precios sin crecimiento).

La cuestión ahora es la salida del laberinto, ¿Cómo acabar este conflicto?, ¿cómo quedarán afectadas las expectativas? Huelgas como esta ya las hemos conocido y apenas dejaron huella; la recuperación desde la normalidad suele ser automática e intensa. La mayor parte de las reivindicaciones de los huelguistas son inviables, no hay marco legal suficiente para establecer precios mínimos obligatorios, (el propio sector lo violaría), ni para modificaciones unilaterales de fiscalidad sobre carburantes, ni para subsidios específicos al sector… La cuestión de fondo está en la propia estructura del sector, que siendo eficiente en precios y servicio, está demasiado atomizado y debilitado.

Esta huelga se acabará por agotamiento, dejará a muchos malparados, incluido el gobierno, y perjudicará las expectativas generales. Es una huelga que resta, que complica, que una vez desatada es difícil reconducir. Es el precio de un sector desordenado y con representación débil. Las soluciones requerirán mucho tiempo y bastante habilidad, por eso las consecuencias a corto plazo no pueden ser buenas.