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Historias de la Esclerosis Múltiple

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De la resonancia magnética a un teatro

Flickr/Ed Uthman

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Me quedo en ropa interior, me pongo uno de esos camisones verdes semi-transparentes y unas calzadas del mismo color y tipo de tela. Viene una persona a hacerme las mismas preguntas de siempre: que cuanto peso, que si tengo alguna prótesis, que si tengo algún tatuaje, etc. Casi todas las respuestas son negativas. Entonces me pasan a una camilla para ponerme una vía, para el contraste.

Pasamos a la habitación donde está la máquina, y como siempre hace un frío que pela. Me tumbo, me tapan con un par de mantas, me pongo unos tapones, me dicen que me tumbe y que mis hombros peguen contra una especie de cabecero. Me colocan la cabeza y me ponen unas almohadillas para sujetarla. Bajan una rejilla que me cubre toda la cabeza. Me ponen un timbre en la mano por si me encuentro mal. Insisten en que no me mueva. Hacen una última comprobación. Cierro los ojos al pasar por una luz roja. Y entonces, la camilla se va introduciendo en la máquina. Cuando se para, oigo una voz que me dice que vamos a empezar.

Y se oye el primer clac.

Tengo claustrofobia, tengo que estar quieta y enseguida empieza a picarme todo. Necesito moverme porque unas hormigas empiezan a recorrer algunas de mis extremidades. Pero no puedo. Para olvidarme donde estoy, aprovechando los ruidos que escucho, viajo hasta un teatro. Estoy en un concierto, siempre toca alguien que no conozco pero me gusta estar allí. Y mientras la máquina sigue con su ta-ta-ta-ta-taaaaaaa y su clac-clac-clon, me va moviendo hacia delante o hacia atrás. Sigo con los ojos cerrados sentada en una de sus butacas de color granate creando en mi cabeza música con todos esos sonidos.

Luego se para, me sacan de la máquina. Me ponen el contraste en la vía y volvemos al concierto. Este segundo acto siempre es más corto. Ya solo quedan los últimos acordes, y de repente se para.

Vuelvo a la habitación en la que hace mucho frío. Me preguntan qué tal estoy, me intento levantar pero siempre tengo la pierna izquierda dormida y hay que darla unos golpecitos para que se despierte. Cuando por fin me responde, volvemos a la camilla, me quitan la vía y me dicen que los resultados se los mandarán al médico en una semana.

Me visto y me voy.