Ñiiiiiaaaauuunnnnn Crrrraaaaaaakkkkkk Oiiiiiiiinnnnnnn Te suena, ¿verdad? Es la bisagra de la puerta de tu entrada. O la del baño. O la del dormitorio. Y esta es peor aún, porque es capaz de despertar a alguien cuando menos lo deseas.
Lubricarlas con aceite es una solución temporal. Pero para resolver el problema definitivamente, necesitas comprobar su estado:
1. Saca la puerta –es muy fácil: ábrela completamente y levántala hacia arriba, pide ayuda a otra persona si lo necesitas- e inspecciónalas con nosotros, te llevará un minuto.
2. Comprueba si los tornillos han ido cediendo y tienen holgura. Significa que los agujeros se han agrandado por la presión, y necesitaremos rellenarlos.
Para ello, desatornilla las bisagras. Ahora, rellena los agujeros con un churrito de masilla de endurecimiento rápido para madera (en tu ferretería de barrio habitual). Otra solución casera que funciona muy bien es meter palillos de dientes, como en el meme truco que te dejo aquí más abajo.
Ahora vuelve a atornillar las bisagras y listo.
3. Antes de colocar la puerta, limpia el macho de la bisagra con aguarrás y engrasa con lubricante líquido o en spray (también en ferreterías).
Este último paso (limpiar y lubricar) lo harás también si los tornillos estaban firmes, para tratar de resolver el roce que deriva en ese molesto ruido.
Ahora, no digas nada a los demás: espera a ver quién es el primero en decirte “¡antes esta puerta sonaba muchísimo!” y asiente orgulloso. ¡Eres todo un manitas!
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