Nueces, el alimento ideal para tu cerebro… y para tus muebles

Las nueces tienen una fantástica proporción entre los ácidos grasos omega-6 (38.092 mg/100g) y omega-3 (9.079 mg/100g), grasas esenciales que favorecen la reducción de los niveles de colesterol LDL (el malo). También nos aportan ácido alfa-linoleico y polifenoles que actúan como antioxidantes, cuidando especialmente nuestras neuronas del envejecimiento.

El truco que te voy a contar hoy parece magia, pero es ciencia. Y de la buena. Aplicado de la forma en que lo aplicaba mi madre cuando yo era pequeño, no solo dará lustre a tus objetos más queridos, sino también a tu coco (¿verdad, Einstein?).

Y es que cada vez que me “peleaba” con los enseres de casa, ambos nos propiciábamos sendas cicatrices de guerra. Yo tengo una en la cara y varias en la cabeza. Los muebles, rayones y marcas por todas partes. Así que mi madre me obligaba a hacer las paces con ellos con un puñado de nueces en la mano. “Una para ti, una para la mesa; otra para ti, otra para la silla…”, decía.

Los aceites naturales de la nuez nutren y reparan los desperfectos en la superficie de la madera.

Como en este blog no nos ocupamos de nuestros cuerpos –eso es terreno de nuestro amigo y vecino el Comidista- sino de nuestros hogares, te explicaré porqué las nueces también son buenas para nuestros efectos de madera: los aceites esenciales que contienen funcionan como grandes reparadores de arañazos y zonas desgastadas. Solo necesitamos abrir una nuez, pelarla, y frotarla suavemente sobre la superficie a reparar, y comprobaremos cómo su pulpa comienza a fundirse con la madera, remendando el daño. Otra recomendación: es mejor pasar la nuez en el sentido de las vetas de la madera.

Una vez pasada la nuez por la zona que queremos restaurar, frotaremos esa parte con un paño suave para asentar el aceite y repartirlo homogéneamente (yo recomiendo repetir la operación varias veces: nuez, trapo, nuez, trapo…) hasta darle un nuevo brillo a la superficie en general. Obviamente, esto solo servirá para cubrir rozaduras poco profundas, no le pidamos milagros al nogal.

Frota suavemente y después pasa un paño para homogeneizar el resultado...

Este truco lo conocen bien los lutieres, pues  las nueces ayudan a reparar violines y violas de maravilla y sin afectar en lo más mínimo a su sonido. Otros las muelen dentro de un pañuelo y pasan ese aceite por los diapasones de las guitarras, consiguiendo un acabado impresionante.

Así que ya sabes, si le tienes el mismo cariño a la mesa de la cocina que Albert Einstein le tenía a su violín, cuídate igual de bien que lo hacía él (y mi madre): “una para ella, otra para ti…”

 

Albert Einstein fue violinista. «Si yo no fuera físico, probablemente sería músico […] Sé que tengo más alegría en la vida gracias a mi violín» (1929).

Albert Einstein fue violinista. «Si yo no fuera físico, probablemente sería músico […] Sé que tengo más alegría en la vida gracias a mi violín» (1929).

Fotos: Wikipedia (por E. O. Hoppe (1878-1972). Published on LIFE [Public domain]), Apartmenttherapy.com

3 comentarios

  1. Dice ser PEPO

    INTERESANTE

    18 septiembre 2012 | 18:46

  2. Dice ser Lola

    Un buen consejo que aprovecharé.

    18 septiembre 2012 | 20:14

  3. No tenía ni idea. Gracias por el consejo!!

    http://skulllady.wordpress.com

    19 septiembre 2012 | 11:40

Los comentarios están cerrados.