Un cuento corriente Un cuento corriente

Se llama a la Economía (más aún en estos tiempos de crisis) la "ciencia lúgubre". Aquí trato de mostrar que además es una de nuestras mejores herramientas para lograr un mundo mejor

Archivo de diciembre, 2014

Los peritos del BdE apuntan a una conspiración masiva para salvar a BFA-Bankia

Los que seguimos el caso Bankia esperábamos este día como agua de mayo. El informe de los peritos designados por el Banco de España (dos inspectores) estaba llamado a aportar una visión técnica, rigurosa e independiente de la salida a Bolsa de la entidad, de las formulaciones de cuentas, de la concesión de créditos y refinanciaciones, de la política de remuneraciones a consejeros y ejecutivos y hasta de las llamadas tarjetas B. Una pieza que puede ser clave para continuar la instrucción de uno de los casos judiciales más largos, complejos y polémicos de la historia de España.

Bankia

Bankia

Pues bien. He podido leer y revisar ya una buena parte de los dos informes entregados por el Banco de España a la Audiencia Nacional (son más de 400 páginas, sigo en ello), y puedo decir que si bien apunta a cosas gravísimas (falseamiento de cuentas, mala contabilización de carteras de créditos, cobros indebidos…) hay una idea subyacente que realmente me parece perturbadora y que supondría un escándalo de proporciones épicas: Que hubo una conjura masiva para salvar a Bankia.

Y es que para que todo lo que se dice en estos dos informes sea cierto (una estafa que acabó afectando a cientos de miles de accionistas y preferentistas que no conocían el verdadero estado de las cuentas) hace falta que colaboraran o, como mínimo, no hicieran bien su trabajo, los siguientes:

1) Al menos tres direcciones ejecutivas de Bancaja, Caja Madrid, BFA y Bankia, que siguiendo esta tesis habrían ocultado las verdaderas pérdidas de la entidad (falseando cuentas a sabiendas o no) y habrían tratado de recapitalizarla mediante acciones y preferentes mostrando una imagen demasiado optimista de la entidad. También estarían implicados en esta enmienda a la totalidad los consejeros, en la medida que habrían firmado las cuentas falseadas sabiendo o no que eran contrarias a la realidad.

2) Cientos (¿miles?) de empleados de la caja, de departamentos técnicos como Riesgos, Contabilidad o Auditoría, que habrían colaborado por acción u omisión en la elaboración de estas cuentas incorrectas. Además, súmenles otros miles de directores de zona, oficina y empleados de las sucursales, que habrían vendido a costa de lo que fuera productos que resultaron ser tóxicos para el inversor.

3) El socio auditor de Deloitte (Francisco Celma) y su equipo, que según los peritos habrían colaborado necesariamente en la ratificación de una imagen no real tanto de Caja Madrid y Bancaja, como después de BFA y Bankia. Su labor habría sido imprescindible, según esta tesis, para suscribir tanto las cuentas anuales e intermedias, como los estados contables, como la sostenibilidad a medio y largo plazo del SIP que supuso la creación de BFA-Bankia.

4) Los inspectores, que ocupaban una planta en la sede central de Bankia, y el comité ejecutivo del Banco de España, que pese a que sus compañeros peritos no lo dicen, tendrían que haber: 1) o bien colaborado en la ocultación del verdadero estado contable de la entidad, escamoteando en sus informes de inspección la situación real de los balances, 2) o bien no fueron capaces de detectar estos problemas, lo que directamente les sitúa como unos incompetentes, toda vez que los equipos de inspección tienen capacidad de revisar todas y cada una de las operaciones que se efectúan en un banco del tamaño de BFA-Bankia.

5) Los funcionarios de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), que de forma similar al Banco de España, dieron su visto bueno a los documentos oficiales emitidos por BFA-Bankia antes y después de la salida a Bolsa. Especialmente críticos son los peritos con el folleto de salida, ya que se supone que ha de contemplar todos los riesgos para que los posibles inversores cuenten con una idea veraz del estado del banco.

6) Cientos de compañías privadas que, de forma secreta y a espaldas del mercado, habrían aceptado las presiones de BFA y del Gobierno (sí, el Gobierno, que consideraba esta operación una cuestión «de Estado») para adquirir acciones de Bankia a sabiendas de que eran una bacalada. De esta forma, habrían aceptado un precio por acción no ajustado a mercado que mandara una señal equivocada a los inversores minoritarios y extranjeros, para posteriormente venderlo pocos meses después (algunos incluso días, como la Cámara de Comercio de Madrid).

7) Un puñado de consultoras, bancos de inversión y asesoras externas que habrían colaborado de forma activa en la creación del SIP que resultó en BFA-Bankia, así como en la preparación de la salida a Bolsa. Hablamos de multinacionales como Price Waterhouse Coopers (PwC), Analistas Financieros (AFI), JP Morgan, Lazard, Deutsche Bank, UBS, Merrill Lynch, Barclays, BNP Paribas…

8) Decenas de testigos que han comparecido ya ante el juez Andreu y han mostrado, aun con matices, su conformidad con las cuentas de BFA-Bankia, así como la legalidad de las mismas. Otro inspector, hace apenas unos meses, declaró en sede judicial (no olvidemos que estaba obligado a decir la verdad) que las cuentas eran «coherentes con lo que sabía el supervisor en ese momento».

La lista podría añadir más posibles participantes en la conspiración para salvar a Bankia. ¿Es posible y verosímil esta opción? No soy quién para valorarlo, ya que para eso está el juez. Personalmente soy de los que cree que las explicaciones más sencillas suelen ser las más próximas a la verdad, y en ese sentido me cuesta asumir (tal vez es que no quiero asumirlo, que no puedo) que hayan podido participar tantas personas en una operación que ha acabado con los ahorros de cientos de miles de pequeños inversores, así como con el mayor rescate financiero de la historia de EspañaNo quiero creerlo, es demasiado duro.

La OCDE nos saca los colores: España gasta el doble en beneficios sociales para los más ricos que para los más pobres

Miren esta gráfica situada debajo de este párrafo. Deténganse en ella un minuto o dos. Mide los porcentajes de beneficios sociales en dinero contante y sonante que se pagan a los quintiles* de población más ricos y a los más pobres. Es una gráfica que aparece en un reciente informe de la OCDE sobre gasto social y del que he conocido gracias al politólogo (y amigo) José Fernández Albertos. Lo que muestra en esencia esta gráfica es que el gasto social en España no se reparte con equidad entre las distintas clases sociales. Bien al contrario, parece estar sirviendo para aumentar la desigualdad: Mientras que el 20% de la población de renta más baja recibe un apenas un 10% del total del gasto público social, el 20% de población más rica recibe algo más del 25%.

ocde beneficios sociales

El gasto público, tal como está diseñado en España, tiene efectos regresivos y no permite redistribuir la riqueza, sino al contrario. El país se sitúa así en el entorno de países como Italia, Grecia o Portugal, pero también como Austria o Luxemburgo. En el otro extremo, Australia, Noruega y Dinamarca, entre otros, muestran altísimos niveles de redistribución en favor de los quintiles más pobres.

En este blog he hablado muy frecuentemente del tema de la desigualdad económica (aquí o aquí, por ejemplo). Es uno de mis temas preferidos ya que cada vez hay más y mejor investigación científica al respecto. La lucha contra la desigualdad no es solo un tema moral o político. La evidencia muestra que es un tema de eficacia económica. Está claro que toda sociedad que quiera disponer de incentivos para la innovación y la creación de riqueza ha de sufrir con ciertos niveles de desigualdad, pero ésta no puede ser (en mi opinión) extrema, ya que en ese caso destruye los fundamentos de los sistemas democráticos tal cual los conocemos y genera un montón de externalidades negativas. Así, hay estudios recientes que concluyen que los países menos desiguales son los que luego crecen de forma más estable y resisten mejor las crisis.

Los datos de Eurostat (ver gráfico inferior) demuestran que España está muy por debajo aún en el gasto público social respecto a la media europea (6.026 euros por persona, por debajo incluso de Grecia). Pero a nivel de PIB per cápita el país está mucho más cerca de la convergencia con la UE. Es decir, que en teoría hay margen para cambiar y mejorar la recaudación y el gasto público, así como la distribución del mismo. La sostenibilidad futura de la economía española depende de ello. No es posible continuar con estos niveles de desempleo, pobreza infantil, desahucios y pobreza energética. No son asumibles más bajadas de salarios «lentas ineficaces e injustas». No es propio de un país todavía rico. Lo diga Podemos o lo diga quien sea.

gasto social ue

*Quintiles son los grupos de ciudadanos resultantes de dividir la población entre 5 partes iguales, según su renta. El quintil más bajo sería el 20% más pobre, mientras que el quintil más alto sería el 20% más rico.

Diez razones por las que ya no veo fútbol español

«Solo se tomarán medidas cuando pase algo gordo». Este comentario general me ha venido acompañando desde hace tantos años que no sé atribuir exactamente quién me lo dijo por primera vez. Poco importa. Lo cierto es que el domingo por la mañana volvió a pasar, desgraciadamente, «algo gordo». Lo peor: Una persona muerta a manos de ultras del equipo rival. Pero lo peor no acaba ahí. Lo peor continúa cuando oyes las justificaciones de los presidentes de los clubes —que se lavan las manos—, cuando compruebas la falta de prevención de las autoridades, o cuando simplemente escuchas los cánticos del Vicente Calderón apenas unos minutos después de la tragedia.  ultras

Pero a mi esta vergüenza no me va a volver a pasar. A pesar de que durante muchos años fui aficionado al fútbol (abonado del Sporting una temporada) y todavía de vez en cuando quedo con amigos para ver finales y esas cosas, lo cierto es que ya no quiero más. No quiero saber más del balompié nacional mientras siga dispuesto a acoger algunos de los peores aspectos de la sociedad. Aquí va mi particular decálogo de por qué, al menos mientras siga como hasta ahora, boicotearé personalmente el fútbol español.

1) Porque ampara y no echa a los intolerantes. Seguro que en todas las organizaciones ultras de equipos españoles hay gente pacífica y no violenta. Pero esa es precisamente la excusa que están encontrando los violentos y los intolerantes para poder seguir acudiendo a los estadios y sus aledaños. Los clubes de fútbol llevan años condenando la intolerancia con la boca pequeña y colaborando con los ultras por la puerta grande: les consiguen las entradas, los medios de transporte, les facilitan locales… ¿Cómo es posible que se permita cada fin de semana en campos de toda España que se cuelguen carteles que incitan, si no al puro odio, como mínimo a la confrontación ideológica? No lo entiendo y no me gusta. Mientras convivan con esto los clubes de fútbol, que conmigo no cuenten.

2) Porque se juegan partidos incluso aunque haya muertos. Resulta que muere un hombre de 43 años después de una pelea callejera salvaje con más de cien personas implicadas y a las autoridades del fútbol español no se les ocurre que esto no puede quedar en nada. La Liga (LFP) alega que sí que pidió la suspensión del partido, pero que nadie de la Federación (la competente para ello) les dio respuesta. Sea como sea, personalmente me parece impresentable que el partido se celebrara así como así. Estoy seguro de que si se restara puntos a los clubes cuyos ultras protagonizaran reyertas veríamos cómo la mayoría dejaba de meterse en esos líos, o por lo menos tendría toda la condena que se puede esperar de sus propios correligionarios.

3) Porque no se hace pedagogía contra la intolerancia y la violencia en los estadios. El mismo domingo que sabíamos que Jimmy acababa de morir, pocos minutos después, parte de la afición del Atlético de Madrid coreaba cánticos macabros bromeando sobre el asunto. Otro motivo de cierre. Cierto es que parte del resto de la grada silvó dichos cánticos, pero es que las muestras de intolerancia, de nulo respeto a los derechos humanos o de puro y duro odio al contrario son el pan nuestro de cada día en los campos de fútbol. Parece como si alguno fuera al estadio a desahogarse contra todo y todos. Hay cientos de ejemplos: Los «uh uh» racistas cada vez que un jugador negro del equipo rival toca el balón, los «Dubovsky profesor de natación» que se cantan en El Molinón de Gijón (aludiendo a la desgraciada muerte del exjugador eslovaco del Oviedo), los «Viva España» cada vez que juega un equipo percibido como próximo al nacionalismo o al independentismo… A mi, con estos mimbres, como que no me apetece, la verdad.

4) Porque los precios son prohibitivos. Una entrada en lo más alto del estadio por 49 euros, una camiseta de juego por 66 euros… Son solo dos ejemplos. Los precios en los que se ha situado el fútbol han provocado que acudir a ver el espectáculo en directo se haya convertido en un gusto caro, casi de lujo. Difícil llegar así a un público masivo y crear una afición entre los jóvenes, ahora que las rentas de millones de españoles se han desplomado por los recortes y el paro.

5) Porque los clubes están endeudados hasta las cejas «con todos». Una de las razones que explica este incremento de los precios de las entradas está en la crítica situación financiera que vive el fútbol español actualmente. Los clubes en su conjunto están endeudados en más de 2.700 millones de euros, si bien lo que es especialmente indignante es la deuda con Hacienda. Es decir, con todos nosotros. Una deuda conjunta que ronda los 500 millones de euros, y que si bien es cierto que por fin se han decidido a atajar, no ha sido precisamente por voluntad propia.

6) Porque la Liga consiente los comportamientos antideportivos en cada partido. Al margen de los descerebrados. Al margen de los violentos. El espectáculo en la Liga española está lejos de ser edificante por muchos motivos. Basta recordar algunos de los últimos Barça-Madrid de la era Mourinho: entradas violentas, intentos de engañar y presionar al árbitro, teatro de los jugadores, insultos, tanganas… hay quien dirá que es que el fútbol es así. Pues no, mire. En la Premier League inglesa, por poner un ejemplo, los piscinazos están muy mal vistos. Conozco y soy aficionado a otros muchos deportes similares en muchos otros aspectos (competitividad, tensión…) y los jugadores aceptan mayoritariamente las decisiones de los árbitros y no se dedican a protestar y volverle loco todo el rato.

7) Porque los futbolistas, entrenadores y directivos del fútbol no entienden su papel social. Reconozco que he admirado y admiro a muchos futbolistas. Pero si me detengo a pensar en su imagen de cara a la sociedad, la verdad es que es algo que se me quita pronto: Un grupo de millonarios ególatras que son capaces de decir que si les critican es porque les tienen envidia o que son capaces de lanzar un balonazo intencionado contra la grada. Esa que les da de comer. Porque sí, amigos futbolistas: Lo que hacéis no vale ABSOLUTAMENTE NADA por sí mismo. Si tiene algún valor es solo porque el público, la afición, está dispuesta a valorarlo. Pensadlo por tanto dos veces cuando negáis un autógrafo o no os paráis con un fan que lleva horas esperando para poder hacerse una foto con vosotros. Los futbolistas de élite son millonarios, o como mínimo asalariados muy muy por encima de la media. Deberían, como en otras competiciones (pienso en la NBA) e implicarse de lleno en devolver algo de lo que la sociedad les ha dado a ellos. No es demasiado pedir, toda vez que tienen jornadas laborales de 3 o 4 horas como mucho.

8) Porque los palcos del fútbol son un foco de tráfico de influencia. El palco del Bernabéu es quizás el paradigma de un tipo de élite española (ministros, empresarios, directores de medios…), pero es algo que, en una escala proporcional, se repite en todos los estadios de Primera División (y parte de Segunda): Las zonas nobles de los estadios se convierten cada fin de semana (y por semana si hay competición europea) en áreas donde colarse para hacer contactos, en atajos para llegar al BOE o donde poder conseguir un chollete en confianza. En la medida que son empresas con una gran repercusión social, creo que estaría bien que hubiera transparencia en los palcos: que se sepa quién ha sido invitado y en función de qué puesto o responsabilidad. Lo siento, pero es que hay personas demasiado influyentes como para pensar que ahí no puede incubarse un gran riesgo de tráfico de influencias.

9) Porque hay otros países y otros deportes que sí que dan ejemplo. Pienso en el rugby (deporte inmensamente popular en Reino Unido, Francia, Australia, Sudáfrica y Nueva Zelanda, por ejemplo) o en el fútbol americano. Son deportes con un nivel de profesionalismo tan alto o más que el fútbol español. Pues ahí, con sus defectos, muchas de las cosas que se denuncian en este blog ni se llegan a plantear. Son deportes con un espíritu diferente, lo que hace pensar que aquello que no nos gusta del fútbol no es inevitable. Más bien al contrario.

10) Porque si no hacemos nada, nada va a cambiar. Pues eso. Que desde aquí no quiero promover ningún boicot ni pienso que tenga que hacerse. Solo explico por qué yo, a título personal, he dejado de verlo.