Los que seguimos el caso Bankia esperábamos este día como agua de mayo. El informe de los peritos designados por el Banco de España (dos inspectores) estaba llamado a aportar una visión técnica, rigurosa e independiente de la salida a Bolsa de la entidad, de las formulaciones de cuentas, de la concesión de créditos y refinanciaciones, de la política de remuneraciones a consejeros y ejecutivos y hasta de las llamadas tarjetas B. Una pieza que puede ser clave para continuar la instrucción de uno de los casos judiciales más largos, complejos y polémicos de la historia de España.
Pues bien. He podido leer y revisar ya una buena parte de los dos informes entregados por el Banco de España a la Audiencia Nacional (son más de 400 páginas, sigo en ello), y puedo decir que si bien apunta a cosas gravísimas (falseamiento de cuentas, mala contabilización de carteras de créditos, cobros indebidos…) hay una idea subyacente que realmente me parece perturbadora y que supondría un escándalo de proporciones épicas: Que hubo una conjura masiva para salvar a Bankia.
Y es que para que todo lo que se dice en estos dos informes sea cierto (una estafa que acabó afectando a cientos de miles de accionistas y preferentistas que no conocían el verdadero estado de las cuentas) hace falta que colaboraran o, como mínimo, no hicieran bien su trabajo, los siguientes:
1) Al menos tres direcciones ejecutivas de Bancaja, Caja Madrid, BFA y Bankia, que siguiendo esta tesis habrían ocultado las verdaderas pérdidas de la entidad (falseando cuentas a sabiendas o no) y habrían tratado de recapitalizarla mediante acciones y preferentes mostrando una imagen demasiado optimista de la entidad. También estarían implicados en esta enmienda a la totalidad los consejeros, en la medida que habrían firmado las cuentas falseadas sabiendo o no que eran contrarias a la realidad.
2) Cientos (¿miles?) de empleados de la caja, de departamentos técnicos como Riesgos, Contabilidad o Auditoría, que habrían colaborado por acción u omisión en la elaboración de estas cuentas incorrectas. Además, súmenles otros miles de directores de zona, oficina y empleados de las sucursales, que habrían vendido a costa de lo que fuera productos que resultaron ser tóxicos para el inversor.
3) El socio auditor de Deloitte (Francisco Celma) y su equipo, que según los peritos habrían colaborado necesariamente en la ratificación de una imagen no real tanto de Caja Madrid y Bancaja, como después de BFA y Bankia. Su labor habría sido imprescindible, según esta tesis, para suscribir tanto las cuentas anuales e intermedias, como los estados contables, como la sostenibilidad a medio y largo plazo del SIP que supuso la creación de BFA-Bankia.
4) Los inspectores, que ocupaban una planta en la sede central de Bankia, y el comité ejecutivo del Banco de España, que pese a que sus compañeros peritos no lo dicen, tendrían que haber: 1) o bien colaborado en la ocultación del verdadero estado contable de la entidad, escamoteando en sus informes de inspección la situación real de los balances, 2) o bien no fueron capaces de detectar estos problemas, lo que directamente les sitúa como unos incompetentes, toda vez que los equipos de inspección tienen capacidad de revisar todas y cada una de las operaciones que se efectúan en un banco del tamaño de BFA-Bankia.
5) Los funcionarios de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), que de forma similar al Banco de España, dieron su visto bueno a los documentos oficiales emitidos por BFA-Bankia antes y después de la salida a Bolsa. Especialmente críticos son los peritos con el folleto de salida, ya que se supone que ha de contemplar todos los riesgos para que los posibles inversores cuenten con una idea veraz del estado del banco.
6) Cientos de compañías privadas que, de forma secreta y a espaldas del mercado, habrían aceptado las presiones de BFA y del Gobierno (sí, el Gobierno, que consideraba esta operación una cuestión «de Estado») para adquirir acciones de Bankia a sabiendas de que eran una bacalada. De esta forma, habrían aceptado un precio por acción no ajustado a mercado que mandara una señal equivocada a los inversores minoritarios y extranjeros, para posteriormente venderlo pocos meses después (algunos incluso días, como la Cámara de Comercio de Madrid).
7) Un puñado de consultoras, bancos de inversión y asesoras externas que habrían colaborado de forma activa en la creación del SIP que resultó en BFA-Bankia, así como en la preparación de la salida a Bolsa. Hablamos de multinacionales como Price Waterhouse Coopers (PwC), Analistas Financieros (AFI), JP Morgan, Lazard, Deutsche Bank, UBS, Merrill Lynch, Barclays, BNP Paribas…
8) Decenas de testigos que han comparecido ya ante el juez Andreu y han mostrado, aun con matices, su conformidad con las cuentas de BFA-Bankia, así como la legalidad de las mismas. Otro inspector, hace apenas unos meses, declaró en sede judicial (no olvidemos que estaba obligado a decir la verdad) que las cuentas eran «coherentes con lo que sabía el supervisor en ese momento».
La lista podría añadir más posibles participantes en la conspiración para salvar a Bankia. ¿Es posible y verosímil esta opción? No soy quién para valorarlo, ya que para eso está el juez. Personalmente soy de los que cree que las explicaciones más sencillas suelen ser las más próximas a la verdad, y en ese sentido me cuesta asumir (tal vez es que no quiero asumirlo, que no puedo) que hayan podido participar tantas personas en una operación que ha acabado con los ahorros de cientos de miles de pequeños inversores, así como con el mayor rescate financiero de la historia de España. No quiero creerlo, es demasiado duro.