Un cuento corriente Un cuento corriente

Se llama a la Economía (más aún en estos tiempos de crisis) la "ciencia lúgubre". Aquí trato de mostrar que además es una de nuestras mejores herramientas para lograr un mundo mejor

Sin una cierta igualdad económica y de oportunidades, ¿es posible la democracia?

Este fin de semana lo he pasado en mi ciudad natal, una población mediana, norteña, y que acostumbraba a tener un nivel de vida (en general) relativamente alto, sobre todo con una cierta cohesión social (sin grandes diferencias entre barrios y estratos sociales). No era un cuento de hadas, pero no estaba nada mal.

Persona mendigando en la calle.

Persona mendigando en la calle.

En esta última visita, Gijón (mi ciudad), ya no me pareció la ciudad tranquila, predecible y cohesionada de otras veces. En el corto trayecto desde la casa de mis suegros —15 minutos a pie— hasta la casa de mis padres conté a más de una docena de personas pidiendo en la calle. Como si de un plus de legitimidad a la hora de mendigar se tratase, estas desafortunadas personas mencionaban, casi todas, en sus carteles, que eran españolas. Siempre ha habido desigualdad en la sociedad española, en mayor o menor grado, y he sido muy consciente del daño que iba produciendo la crisis económica en el tejido social, pero una imagen como la de este pasado domingo, con tal cantidad de gente en problemas, es la primera vez que la percibo.

Hoy, por contra, nos desayunamos con un informe de Intermón Oxfam en el que calculan que los 20 españoles más ricos tienen un patrimonio equivalente al 20% más pobre de la población. Cuesta imaginarlo, pero hay ciudadanos en España que son más ricos que millones de otros conciudadanos. No seré yo quien niegue la capacidad de progresar a los empresarios exitosos e innovadores, pero a ojos de cualquiera estas diferencias de riqueza provocan sonrrojo mientras la bolsa de pobreza no hace sino aumentar.

Este estudio, del que no conozco detalles en profundidad (cuál ha sido su metodología, por ejemplo), sí que abunda en el mismo diagnóstico que otras estadísticas e informes recientes. Hace apenas una semana conocíamos que la brecha salarial había aumentado durante la crisis, haciendo más ricos a los ricos, y empobreciendo a la clase media. Y es que los salarios medios han encadenado por primera vez en la historia un año seguido de caídas. Y si los salarios se han deteriorado, más crítica es aún la situación de los parados de larga duración, tal como me comentaba la semana pasada el profesor de Economía Marcel Jansen. En este contexto, las soluciones de las autoridades y los organismos internacionales pasan por congelar el salario mínimo o imponer recortes adicionales en los sueldos de hasta un 10%. Sobre el tema, no os perdáis este post, de hace unos meses, en el blog de Pablo R. Suanzes.

Si bien pretender una igualdad total de los ciudadanos, aparte de un imposible, es una aspiración con tintes totalitarios, creo que los poderes públicos en una democracia no pueden obviar en ningún momento que la igualdad ante la ley y de oportunidades es un bien casi esencial de la democracia. Y la crisis se está llevando este principio por delante. Sin una sociedad mínimamente cohesionada, si no hay un suelo mínimo a partir del que no se puede caer, la efectividad del sistema demócratico liberal se resquebraja. Los que deberían ser ciudadanos de pleno derecho (partícipes del sistema, corresponsables) pasan a ser otra cosa, en los márgenes del mismo.

3 comentarios

  1. Dice ser marti

    No soy partidaria de «repartir» sino de «merecer»; se supone que el que tiene y posee es porque se lo ha ganado y ha sabido ganárselo (inteligencia, suerte y trabajo), se lo ha merecido; lamentablemente, del montante de «ricos» habría que quitar al rico por «robo» de éste debería ocuparse la justicia con mayúsculas (el problema es que la Justicia está llena de «ricos» como ellos).
    Por otra parte están aquellos que aún trabajando y esforzándose no tienen lo que se «merecen» (nuevamente debería ocuparse la Justicia, pero estos casos no interesan porque no tienen donde meter cazo).
    Luego están aquellos que ni trabajan, ni se esforzaron por trabajar, ni ahorraron, ni supieron ganárselo, ni siquiera supieron robarlo y que son los que exigen «repartir», o sea los «parias» que muchas veces tienen suerte y viven a costa de los demás.
    Y por último están los que se llevan lo suyo, lo no suyo y encima lo hacen de forma «¿legal?», aquí entran políticos, banqueros, jueces, etc…
    Deberíamos defender (reconocimiento) al rico o no rico que se lo merece y no intentar repartir lo que con más o menos trabajo e inteligencia han conseguido (es suyo y punto); al paria que lo mantenga su familia (indiferencia) y el ladrón que devuelva hasta el último céntimo (castigo).

    20 enero 2014 | 12:59

  2. Dice ser Dionisio

    La democracia no existe, es un engañabobos http://xurl.es/vebod

    20 enero 2014 | 18:49

  3. Dice ser Eva PPC

    Estoy de acuerdo con Marti y Dionisio.
    La democracia…no es tan democrática como debería serlo. Y como siempre, pagan justos por pecadores.
    En resumen…España, se va al carajo!!!

    20 enero 2014 | 19:26

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