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Entradas etiquetadas como ‘votos’

Duke, el perro elegido alcalde honorífico de Minnesota

Por Pedro Serrano

Se cuenta que un perro llamado Duke ha sido nombrado alcalde honorifico de Cormorant, una pequeña ciudad del estado de Minnesota (EE. UU.).

Un perro en el campo. (M. T. )

Un perro en el campo. (M. T. )

Este famoso can ha sido elegido alcalde al haber obtenido en los comicios el doble de votos que su adversario humano. Al parecer, los vecinos de dicha localidad consideraron que el candidato perruno había hecho mucho más por el bienestar de sus habitantes que el candidato humano.

Es cierto que parece una noticia surrealista, sin embargo, a mí no me extraña que un cánido pueda llegar a ser cien veces más útil, rentable y soportable para una comunidad que la raza actual imperante de políticos bípedos al uso.

Elegir a un chucho en las urnas en vez de a un político, de los ahora en boga, es infinitamente más ventajoso. Los perros ladran menos, cuesta menos mantenerlos, te aprecian mucho más, te hacen compañía, te dan seguridad, defienden tus intereses, no mienten, no decepcionan, no traicionan, no manipulan, no son corruptos, no son demagogos, no abusan del poder y, además, son fieles, educados y coherentes.

Tomándome la libertad de modificar una palabra de la famosa cita de lord Byron diré lo siguiente: “Cuanto más conozco a los políticos más quiero a mi perro.

Políticos que incumplen su contrato

Por Ernesto Oyonarte

No es preciso ser abogado o catedrático en Derecho, para comprender que cuando alguien no cumple un contrato, amén de reclamarle judicialmente, queda excluido de cualquier transacción posterior.

Pongamos ejemplos:

¿Volveríamos a comprar en una frutería si en lugar de cobrarnos como figura en las pizarrillas nos incrementaran el precio, dándonos excusas variopintas? No, ¿verdad?

¿Volveríamos a almorzar en un restaurante en el que pedimos atún de almadraba (a precio de oro) y nos sirven atún congelado de la Conchinchina? No, ¿verdad?

¿Volveríamos a pernoctar en un hotel en el que nos ofrecen una habitación doble a un precio determinado y al ir a abonar la cuenta, nos cobran el doble? No, ¿verdad?

Entonces, iluso de mí, ¿qué coño hacemos los españoles votando una y otra vez a dos partidos políticos que jamás cumplen su contrato con sus «representados”, cuyas claúsulas están estipuladas en su programa electoral? urna

No lo entiendo. No me cabe en la cabeza.

Si actuásemos como ciudadanos, en lugar de como “ganado domesticado”, dándoles –comicio tras comicio– el cuchillo con el que nos degüellan esperando que nunca lo utilicen, estos dos partidos haría años que habrían desaparecido.

Ante el actual panorama, donde la “clase política” (la de siempre y la que está por venir), ha demostrado su incapacidad para beneficiar a sus representados, y su infinita capacidad para llenarse los bolsillos, a la par que asegurar espléndidamente su futuro, no queda más opción que no votar.

Y digo bien, no votar antes de votar en blanco, opción que beneficia a los partidos “de toda la vida”.

Estos “representantes” (por la gracia de Dios), aluden permanentemente a nuestro Estado de Derecho y nuestra Democracia argumentando que el ciudadano tiene siempre la oportunidad del voto. ¿La oportunidad del voto? ¿Cada cuatro años? ¿Sin control? ¿Sin ningún otro cauce de participación? ¿Observando cómo el contrato que firmamos con ellos se incumple sistemáticamente?

El único epíteto que se me ocurre es… patético.

Si a esto hemos reducido “el gobierno del pueblo” prefiero mil veces una Monarquía absolutista.

Al menos tendré asumido que al monarca no lo puedo votar y que su Corte será infinitamente más reducida que esta pléyade de “titiriteros” hipócritas que acaban en la política por vocación… con ánimo de lucro.

¡Viva el Rey, aunque sea un felón!

Según cuánta diferencia en los votos en según qué comunidad internacional

Por Vicente López

Resulta al menos curiosa la insistencia de los medios de comunicación en España al referirse a la llamada comunidad internacional. Así lo podemos comprobar en la siguiente noticia que todos los medios, sea del color que sea, emiten insistentemente: “Maduro es declarado vencedor de las elecciones en Venezuela, a pesar de las exigencias de la comunidad internacional de que se realice un recuento de las papeletas, tal como pide la oposición”. Pero, ¿quién es la llamada comunidad internacional? No es difícil de dilucidar: Estados Unidos, Canadá, la UE. Pareciera que China (el país más poblado del mundo y la segunda economía) no pertenece a dicha comunidad. Tampoco parece pertenecer Rusia. Ambos países no sólo no han impugnado las elecciones sBush y Maduroino que han enviado sendos comunicados de felicitación a Maduro. Por no hablar de la mayoría de los países de América Latina y el Caribe que, al parecer, tampoco forman parte de “la comunidad internacional”.

La manipulación de este concepto queda en evidencia con el siguiente ejemplo: En 2000 se anunció que Bush había logrado ganar en Florida con 2.912.790 votos mientras que Gore lograba 2.912.253. Una diferencia de 537 votos que permitió al primero ser electo para su primer mandato en una situación completamente irregular, impugnada por los demócratas como fraudulenta. El Congreso debatió potenciales irregularidades en la elección, incluidas alegaciones de irregularidades de voto en Ohio y fraude en las máquinas electrónicas de votación. La pregunta es, ¿dónde estaba la comunidad internacional? ¿Por qué no protestó y exigió lo que ahora exige a Venezuela que muestra uno de los más transparentes y limpios sistemas de votación del mundo, reconocido por todos los interventores y acompañantes del proceso electoral? Si no se pronunciaron en esa oportunidad, al menos ahora, ¿por qué no se callan?

¿Dictadura democrática?

Por Vicente López Rodríguez

Los partidos conocen muy bien qué decir en vísperas de las elecciones para ganarse los votos de personas inconformes con el estado de las cosas en esos momentos. Ello explica la contundente victoria (mayoría absoluta incluida) del PP y de Mariano Rajoy en los últimos comicios (y de Zapatero en 2004). Pero esta obtención de la mayoría absoluta es un elemento contradictorio en la democracia que la hace caminar al filo de la dictadura. Esta mayoría permite a los partidos que la obtienen hacer lo que les venga en gana aún a costa de incumplir las promesas electorales.Urna

No es digerible la explicación de Rajoy al justificar el incumplimiento de sus promesas argumentando que ha cumplido con su deber. Es decir, ¡las promesas electorales que ofrecían resolver los acuciantes problemas de la población ahora son contrarias al deber! Lo importante es llegar al poder, luego nos arreglaremos, parece ser el modo de actuar de los partidos políticos. En cada ocasión que se promulga una ley antisocial, el argumento para la aplicación de la mayoría absoluta es que fueron votados por un porcentaje mayoritario de la población y tienen autoridad para hacerlo. No tienen en cuenta que fueron votados mayoritariamente por la población que creyó en sus promesas, ahora incumplidas. Ese poder es incuestionable, no importa lo que piensen todos los demás actores sociales, incluidos los votantes que los eligieron. ¿No eso lo más parecido a una dictadura?

Regeneración democrática: Primero aúllas, pero luego votas

Por Victor M. García

No me sorprende que Rajoy se subiera el sueldo un 27% en concepto de «pluses electorales», aunque admito cierta desilusión. Después de parir el verbo «externalizar» -por el que el PP merecería un sillón en la RAE-, lo de los pluses me parece… no sé… poco elaborado. Rajoy y RubalcabaTampoco me sorprende que el PSOE acuda a un congreso internacional en un hotel de cinco estrellas. Y es que el desarraigo con la sociedad de los dos partidos que llevan décadas alternándose en el poder, es ya crónico. Lo que me indigna y me quema la sangre es que aún haya una mayoría masoquista que aúlla sus faltas durante cuatro años para luego otorgarles gentilmente su voto como corderillos. La tan cacareada regeneración democrática sólo será posible cuando PP y PSOE sean dos minorías, sin peso en el hemiciclo.

Independencia frente a interdependencia

Por Emilio Alquezar Lorca

Para empezar diré que soy catalán por nacimiento y cultura aunque soy de los que estudiaron solo en castellano en la era franquista. Soy bilingüe, aunque solo escribo correctamente en castellano. Jamás fui “independentista”, ni “nacionalista”, ni siquiera “catalanista”. En realidad nunca me ha gustado ser “ista” de ningún “ismo”. Más bien un poco ácrata por considerarme simplemente “ciudadano del mundo”. Pero soy de los que me siento igualmente catalán, que español, que europeo, ya he dicho “ciudadano del mundo”. Y ¿por qué me siento así?, pues porque mi madre, nacida en Catalunya, tenía padres murcianos; mi padre, nacido en Francia, tenía madre valenciana y padre aragonés. La casualidad hizo que mis padres residieran y se conocieran en Barcelona, así que yo soy barcelonés. A veces pienso que si se hubieran conocido en Francia yo sería francés. Dicho de otra manera, soy catalán por casualidad, y si busco en mis raíces (las ya expresadas), ¿qué soy?, pues español, ya que es la única nacionalidad que reúne todas ellas en un plumazo, incluso la de mi nacimiento.

Y esto que lo he tenido tan claro toda mi vida, parece que algunos me lo quieren arrebatar. Cuando oigo a los políticos nacionalistas españoles hablar de Catalunya y menospreciarla me transformo en un independentista en caliente. Cuando oigo las respuestas de según qué políticos catalanes me sobreviene una fiebre antinacionalista, y en medio de unos y otros está mi propia identidad, con la que no se juega. Y yo desde aquí les pediría por favor a unos y a otros que dejen de jugar con nuestros sentimientos, que no me hagan elegir entre mi padre y mi madre, que dejen de venderme una moto que no funciona, o cuando menos no sabemos ni si se fabricará, que se les ve el plumero a ambos, que dejen de engañarnos a todos desde un lado y el otro del Ebro. Por favor, tengan más respeto y no falten a nuestra inteligencia, porque encima de ser ustedes incapaces -señores políticos – de ponerse de acuerdo y trabajar por el bien común (que es su verdadero cometido) pretenden minar nuestro cerebro ilusionándonos con falsas esperanzas, haciéndonos votar antes de hora (otra vez) para intentar tener la mayoría que no tuvieron en las urnas la vez anterior. ¿Y después qué sr. Mas?, ¿nuevos recortes en la Educación y la Sanidad?, ¿o se sacará del bolsillo una varita mágica para crear empleo?

Pero vamos a la conclusión. Se nos habla de independencia y me pregunto yo. Si cada día somos más interdependientes unos de otros, si el capital está globalizado y las deslocalizaciones a la orden del día, si la realidad europea nos empuja cada vez más hacia una mayor unión política con cesión de soberanía de cada estado si queremos progresar, y si la evidencia nos hace ver que con el capital globalizado debería globalizarse también la política si se quiere controlar, ¿cómo se nos puede ocurrir ahora precisamente hablar de independencia? ¿O es que la oligarquía catalana es mejor que la española?, ¿o será que la derecha política catalana es menos derecha que la española? ¡Pero si en Europa votan juntos por los mismos ideales! ¿De qué independencia nos están hablando? Nuestros hijos serán independientes cuando se puedan valer por sí mismos pudiendo trabajar y ganarse la vida, y mientras tanto serán dependientes de nosotros, sus padres. Y cualquier nación o estado será independiente también cuando se lo pueda pagar. Si no hay “money” no hay independencia.

Cabría preguntarles a muchos de esos jóvenes que se consideran independentistas tan entusiastamente si estarían dispuestos a hacer la mili catalana gratuitamente y seguir en la reserva durante algunos años por si su nueva patria les necesita, tal como hacen en otros estados independientes, o si estarían dispuestos a pagar ejército y armas con sus impuestos. O mejor, le pagamos una cuota de defensa a España para que nos preste su ejército profesional cuando nos haga falta (inundaciones, terremotos, grandes incendios, etc.), y mientras tanto usamos la misma moneda (si nos dejan), permanecemos en Europa dependiendo de Bruselas en vez de Madrid (si nos dejan), aportando fondos netos a la UE en vez de aportarlos a España. En fin, Sr. Artur Mas y compañía, ¿de qué tipo de independencia o de estado nos habla? ¿Va a continuar en la ambigüedad del derecho a decidir?, ¿ cual es su hoja de ruta creíble?

O me contestan a todo esto o yo el 25 de noviembre no voto. Ya le voté al Sr. Mas hace 2 años y deposité en él mi confianza, pero no creo que su única solución deba ser convocar elecciones de nuevo. Póngase de acuerdo con otras fuerzas políticas, que las hay, y trabaje para sacarnos adelante, pero no. Tal parece que la derecha (sea catalana o española) no sabe trabajar si no es con mayoría absoluta, está claro. Ahí lo dejo para la reflexión y concluyo que no me molestaría estar en un nuevo estado “independiente”, confederado, federado e interdependiente si ello fuera posible y siempre por la vía pacífica, pero no es eso lo que me quita el sueño. Supongo que ya se imaginan qué es lo que me lo quita.

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Las campañas electorales y las frustraciones populares

Por Gabriel Hortal Serrano

Puesto que se demuestra por la experiencia que los políticos no cumplen las promesas electorales que realizan en las campañas, sean del signo que sean, se me ocurre que estas resultan inútiles por lo que o bien se puede prescindir de ellas o bien se podrían reducir al mínimo, es decir, realizar campañas que duraran siete días nada más y en las que los políticos realizaran debates televisados en los que expusieran sus ideas y proyectos, y en los que no prometieran absolutamente nada, en los que nos dijeran aquello que querrían hacer siempre y cuando la realidad se los permita, o que Europa les deje, o que los poderes fácticos les dicten. Evitaríamos frustraciones populares y también la posibilidad de reírse y mofarse permanentemente de un electorado ingenuo que confía en los políticos y que luego se lleva la gran decepción.