Por Francisco Javier Garrido Martín
Tengo hijos en edad escolar y compruebo todos los días lo mal que funciona nuestro sistema educativo. No sé cuáles son las causas reales, pero sí veo las consecuencias. Veo a mis hijos perdiendo sus tardes de niño enterrados en montañas de deberes. Porque adulto se es para siempre, pero niño se es solo una vez, y por tiempo limitado. Son tardes de juegos, de aventuras y de imaginación que jamás volverán y que quedan sustituidas por deberes y academias.