Por Gloria Calvar
Muchas mujeres en edad de procrear pudimos ser víctimas de un espantoso medicamento, Talidomida, que produjo alteraciones en las extremidades que cambiaron la vida de las afectadas, y siguen sufriendo al cabo de medio siglo malformaciones y sus consecuencias.
Pues bien, el Supremo les acaba de negar la indemnización con la disculpa de que ha prescrito, y las deja sin una miserable y bien escasa cantidad, habida cuenta de los trastornos de por vida. El Supremo emite una sentencia desfavorable y despiadada sin un atisbo de humanidad, dando la razón al laboratorio que reconoció el desastre. Estamos a punto de recibir a miles de personas y darles todo tipo de ayudas y sin embargo abandonamos a los nuestros. ¿Tiene sentido?