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Narcisos del selfie

Por Fernando Carmona

Reza el mito griego que existió un joven apuesto y viril llamado Narciso, quien se enamoró tanto de su reflejo, proyectado en un lago cristalino, que terminó matándole. O como bien dice mi final predilecto de esta tragedia: Narciso fue condenado a vivir para siempre, enamorado de su imagen sin llegar nunca a conocerse a sí mismo. Después de esta brevísima y humilde introducción a la mitología me pregunto: ¿Qué sería de Narciso si viviera en el actual apogeo de los selfies? Tal vez pasaría horas y horas subiendo fotos a Instagram (que no poseo) y Twitter (que no sé usar). Y es que tal vez nos encontremos ante nuestro lago cristalino y no nos demos cuenta. Tal vez sin quererlo estamos destinados a vivir enamorados de nuestro reflejo cual espejo y morir sin conocernos a nosotros mismos, morir dejándonos llevar por la corriente, morir pareciendo sin ser.

(ARCHIVO)

(ARCHIVO)

Curiosamente la palabra selfie (la más utilizada en el año 2013, 2014 y lo que va de 2015) proviene de self que significa: uno mismo o a sí mismo. ¿Cómo puedo ser yo mismo si me dejo llevar por las masas, sus tendencias, sus modas y sus estereotipos? ¿Tenemos tanto miedo de mirarnos a nosotros y no al reflejo? Quiero ‘ser-fiel’ en vez de ‘selfier’ (si se me permite el término), no quiero sacarme una foto a mí mismo con una Cannon para seguir un canon de belleza impuesto. No quiero demostrar, alardear, exponer ni copiar la identidad de otros ni la mía. No quiero ser etiquetado ni mucho menos encasillado. Quiero ser libre y sobre todas las cosas quiero ser fiel a mí mismo. El selfie no es más que un retrato fictício o el reflejo de lo que queremos que los demás vean; es un grito de auxilio que clama por aceptación, es irreal y superficial. Los likes en Facebook, Twitter o Instagram no son más que la aceptación por parte de los otros espejos al reflejo de tu espejo.

Bien lo dijo Óscar de la Borbolla: «Nadie logra abstraerse de las caricias masturbatorias de un adulador profesional». Dejemos los selfies, las modas, los estereotipos y los cánones de belleza de un lado. En lugar de ‘selfier’ es mejor ser-fiel a uno mismo y aceptarse tal cual sin enamorarse de un reflejo fictício. Para concluir dejemos de alimentar «las caricias masturbatorias colectivas» porque si Narciso existiera en la actualidad viviría día a día ahogándose en su propio selfie.