Por Jorge S.
A pesar de que los vecinos de distintos pueblos sufren constantes cortes de suministro, la presidenta del Gobierno Balear, Francina Armengol, se moja, tan fresca ella, en las fiestas de Felanitx, y mientras Ciutat recurre al agua regenerada ante el agravamiento de la sequía, los palmesanos se riegan a gusto en la fiesta de Canamunt contra Canavall.
Es verdad que en este último caso se iba a usar agua depurada, pero no cuela porque se preveía su uso para riego y limpieza. Todo por unas fiestas en las que el desperdicio de agua resulta ser un lujo inaceptable. Al igual que la tomatina de Buñol, que inutilizó 24 toneladas de tomates, o la cercana guerra de la uva en Binissalem que previsiblemente tirará a la basura unas 12 toneladas de uvas (algunas ya prensadas pero no todas), se trata de desperdicios evitables que dan muy mala imagen cuando hay sed y hambre.
Así, la insolidaridad de la gente se ve en las multitudinarias fiestas a las que todos se apuntan mientras se quedan en sus casas cuando se los convoca a manifestarse por reclamaciones sociales.