Por Raquel Vázquez de Agredos
El pasado 13 de enero viajé con Ryanair, vuelo Barcelona-Asturias; en la puerta de embarque una empleada de la compañía comprobó con una caja de cartón que la maleta tenía las medidas adecuadas. Hecho que comprobé previamente en mi casa con un metro, y dicha maleta es más pequeña (5 cm por cada lado). La susodicha empleada me obliga de malos modos a meter mi maleta en un expositor de metal y me advierte de que mi maleta ha de entrar y salir con facilidad del mismo.
Me dirijo a ello y la maleta no entra por las ruedas. Ella insiste en que he de facturar y me explica que no puedo subir a ese vuelo, reteniendo en todo momento mi tarjeta de embarque. Este mismo hecho sólo pasa con un par de mujeres más, pues a un grupo de hombre que se dirigía al mismo vuelo solo les comprueba el equipaje con la caja de cartón y omite el procedimiento del expositor metálico.
Como puedo comprimo la maleta y por fin entra en el expositor, le enseño el resultado a la empleada y me advierte que me ha costado mucho hacerlo y debo facturar y perder el vuelo. Le comento que necesito viajar para poder ver a mi madre enferma y que por favor no me ponga más nerviosa y me deje embarcar de una vez, que ojalá no se encontrara en la misma circunstancia. Ella me responde que como si mi madre se muere. En ese momento pierdo los nervios y alzándole la voz le digo que me deje entrar de una vez, la mujer vuelve a esconder su tarjeta de identificación, como también mi tarjeta de embarque y me comenta que ahora sí que no me deja acceder al avión, y que Ryanair no es tan malo, somos los usuarios los que hacemos que nos traten así.
Una compañera me comenta en un susurro que no me preocupen que al final entraré en el avión. La empleada que me está haciendo pasar el mal trago me deja en la entrada de la puerta de embarque llorando hasta que pasan todos los pasajeros; cuando ya no queda nadie por subir me deja acceder al avión. En pocas ocasiones me he sentido tan humillada, estoy en proceso de demandar a esta mujer por sus malos modos y su poco tacto. Es increíble que haya tanto paro y alguien como ella pueda seguir trabajando cara al público.