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Entradas etiquetadas como ‘Nochebuena’

El mensaje navideño de Felipe VI, el más esperado

Por Álvaro Sánchez Cosculluela

Esta Nochebuena pasada me moría -como todos- por ver el mensaje de Navidad del recientemente proclamado rey, Felipe VI.

Me moría, pero no lo hice, y por ello me perdí lo que supongo sería un nuevo mensaje renovado, cargado (como se suele decir) de aire fresco; una palabras dirigidas a todos los españoles recitadas en un patrón diferente, con un estilo más armonioso y creativo, despejado y comprometido…O eso es lo que me hubiera gustado soñar.

Felipe VI durante el mensaje navideño. (ÁNGEL DÍAZ /EFE)

Felipe VI durante el mensaje navideño. (ÁNGEL DÍAZ /EFE)

Más en concreto, me hubiera encantado escuchar a Su Majestad el Rey renunciar al trono como lo hiciera su padre, Juan Carlos I, hace unos meses (en ese caso habría enchufado la televisión con sumo gozo), pero esta vez sin abdicar en nadie.

¡Cómo me habría deleitado escuchar al preparadísimo y expertísimo Felipe VI reconocer que la Monarquía no es más que una institución anacrónica e injusta con un Estado que se dice democrático, es más, antagónica con lo que representa la misma democracia; que el Rey hubiera tenido la suficiente sensibilidad y criterio como para anunciarnos a todos que los privilegios no se otorgan por la sangre y que ninguna familia es más que otra por la gracia de Dios y para desgracia de todos!

Me hubiera encantado, como digo, pero no fue así y dudo de que lo sea de aquí a poco (mis esperanzas en la republicana Letizia se fueron a pique cuando la vi triunfante saludando con suma potestad desde el balcón del Palacio Real el 19 de junio),  porque en este país ni siquiera los que dicen entender la situación y demandas del presente y del pueblo las entienden. Nadie, no se salva nadie. El Rey tampoco.

Navidad: cuando conocíamos el significado de esa palabra

Por Miguel Ángel Loma Pérez

En tiempos pasados pero recientes, cuando aún conocíamos el significado cristiano de estas fiestas y no nos habían convertido a los renos en insólitos animales de compañía, el belén doméstico se alzaba como centro de las celebraciones familiares.

Un pozo, en el belén de Mensajeros de la Paz.

Un pozo, en el belén de Mensajeros de la Paz.

Un belén que contaba con activo protagonismo infantil ya desde su confección porque, junto a María, José y el Niño, era capaz de reunir a una variopinta población formada por personajes de cualquier época, tamaño y condición; y especialmente si se trataba de población animal, donde podíamos encontrar desde la inocente familia de patitos bañándose en un río de plata con restos de chocolate, hasta a las peores fieras salvajes que merodeaban entre los riscos de corcho cercanos al castillo de Herodes.

Un belén que aglutinaba a los niños de la casa (por entonces había muchos niños en las casas) para cantar villancicos ante el deslumbrante momento en la historia de la humanidad que, aún siendo muy pequeños, bien sabíamos qué estábamos celebrando.

Villancicos de letras festivas e ingenuas la mayoría de las veces, que aún seguimos cantando y que incluso pueden llegar a herirnos si nos cogen estos días con la guardia baja: «La Nochebuena se viene, la Nochebuena se va, y nosotros nos iremos y no volveremos más».

Una verdad demasiado rotunda que encierra otras verdades demasiado grandes, como para despacharlas entre sonidos de pandereta.

Navidad para recordar a los que ya se han ido. Navidad para recordar que también nos iremos nosotros, y otros vendrán después.

Navidad para recordar que aquí estamos de paso, y que sólo quedará de nosotros en esta tierra lo bueno o malo que hayamos hecho. Aunque sólo fuera por la oportunidad de recordarnos tan determinante verdad, bienvenida sea la Navidad.