Por Néstor Ruíz Meseguer
Ver para creer. Definitivamente los milagros ocurren. Se acercan las elecciones de 2015 y el congreso ha pasado de estar desangelado a endiabladamente activo.
Los diputados han bajado del séptimo cielo y ya no matan moscas con el rabo. Nuestros políticos han dejado de vivir como Dios.
Por un lado el Partido Popular quiere alagar el año Mariano, aunque me da que para eso tendrán que poner una vela San Judas Tadeo. Sus representantes han perdido el ángel y tanta corrupción les ha dejado la credibilidad hecha un Cristo. Todo parece indicar que, a menos que se les aparezca la Virgen, muchos irán saliendo en procesión de las instituciones, e incluso algún pecado les puede hacer perder la capital. Y es que con mentiras se llega muy lejos pero sin Esperanzas de volver. Veremos qué pasa pues ya se sabe que Dios aprieta pero no ahoga.
Un belén viviente (LECTORES/ LUIS MARÍA GONZÁLEZ)
A los socialistas les gusta tener amigos hasta en el infierno, y es por eso que, a base de decisiones salomónicas, están resultando más falsos que Judas. Sus propuestas llegan al pueblo de pascuas a ramos y sus votantes les acusan de que no se puede estar en misa y repicando. Que uno no puede alejarse del PP y anunciar contradictorios acuerdos por la estabilidad. En definitiva, que no se puede estar a Dios rogando, y con el mazo dando.
Para la gente votar a cualquiera de las dos formaciones es como echar margaritas a los cerdos. Saben que sólo se acuerdan de Santa Barbará cuando truena y que, en menos que canta un gallo, son capaces de firmar pactos hasta con el diablo. Y es que Dios los cría y ellos se juntan.
En Izquierda Unida no se rasgan las vestiduras ante su descenso en los sondeos. Toda una vida de penitencia les ha hecho tener más paciencia que el Santo Job, entienden que han topado con Iglesias y saben, más por viejos que por diablos, que les espera una larga travesía por el desierto. Son y siempre serán hijos de un Dios menor.
En Podemos, pese a que les han colgado el sambenito de populistas, están como unas pascuas. En un santiamén han pasado de ser una campana que sonaba pero nadie sabía donde, a ser el becerro de oro adorado por el pueblo. Lo cierto es que, aunque a veces nos asusten las lapidaciones que esconden tras su mirada angelical, como entren en la Moncloa se va a armar la de Dios es Cristo.
Los nacionalistas catalanes aspiran a ser profetas en su tierra, y aunque les ha hecho daño que algunos herejes se hayan vendido por un plato de lentejas, con lo del referéndum montaron un buen cirio. Sobre la independencia ya sólo les queda esperar que Dios se la dé, y Pedro y Pablo se la bendigan.
Celebremos pues que la Navidad está cerca y que en el Congreso se armó el Belén. Y aunque algunos viendo las encuestas ya están poniendo el grito en el cielo, ya se sabe que el día del juicio final las urnas las carga el diablo. Que Dios nos coja confesados.