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Entradas etiquetadas como ‘independencia’

Ahora veremos cuántos catalanes acuden a los conciertos de Joaquín Sabina

Por Anna de Mas Pérez

Todos nos hemos sorprendido al enterarnos de que «Mejor unidos» será la banda sonora del partido catalán Ciutadans en la campaña electoral que está por venir. El éxito en Cataluña de Joaquín Sabina, cantante y orgulloso autor de la letra para el himno español, está menguando por momentos. No se han tardado a ver ingeniosos comentarios en las redes sociales como #mejorhundidos, «el número uno de la lista de los más Vendidos», entre muchos otros más.

En mi opinión, creo que un cantautor de tal calibre no debería posicionarse en la política con un partido no muy querido en Cataluña – y menos mostrar ideas «españolistas» en un contexto catalán donde el tema de la autodeterminación está más caliente que nunca-, tierra donde el cantante recibe normalmente una gran acogida. Lamentablemente la política etiqueta e influye también en la música, pudiendo cambiar la mentalidad de los fans. La suerte de Sabina está echada, ahora veremos cuantos catalanes acuden a sus conciertos.

Independencia frente a interdependencia

Por Emilio Alquezar Lorca

Para empezar diré que soy catalán por nacimiento y cultura aunque soy de los que estudiaron solo en castellano en la era franquista. Soy bilingüe, aunque solo escribo correctamente en castellano. Jamás fui “independentista”, ni “nacionalista”, ni siquiera “catalanista”. En realidad nunca me ha gustado ser “ista” de ningún “ismo”. Más bien un poco ácrata por considerarme simplemente “ciudadano del mundo”. Pero soy de los que me siento igualmente catalán, que español, que europeo, ya he dicho “ciudadano del mundo”. Y ¿por qué me siento así?, pues porque mi madre, nacida en Catalunya, tenía padres murcianos; mi padre, nacido en Francia, tenía madre valenciana y padre aragonés. La casualidad hizo que mis padres residieran y se conocieran en Barcelona, así que yo soy barcelonés. A veces pienso que si se hubieran conocido en Francia yo sería francés. Dicho de otra manera, soy catalán por casualidad, y si busco en mis raíces (las ya expresadas), ¿qué soy?, pues español, ya que es la única nacionalidad que reúne todas ellas en un plumazo, incluso la de mi nacimiento.

Y esto que lo he tenido tan claro toda mi vida, parece que algunos me lo quieren arrebatar. Cuando oigo a los políticos nacionalistas españoles hablar de Catalunya y menospreciarla me transformo en un independentista en caliente. Cuando oigo las respuestas de según qué políticos catalanes me sobreviene una fiebre antinacionalista, y en medio de unos y otros está mi propia identidad, con la que no se juega. Y yo desde aquí les pediría por favor a unos y a otros que dejen de jugar con nuestros sentimientos, que no me hagan elegir entre mi padre y mi madre, que dejen de venderme una moto que no funciona, o cuando menos no sabemos ni si se fabricará, que se les ve el plumero a ambos, que dejen de engañarnos a todos desde un lado y el otro del Ebro. Por favor, tengan más respeto y no falten a nuestra inteligencia, porque encima de ser ustedes incapaces -señores políticos – de ponerse de acuerdo y trabajar por el bien común (que es su verdadero cometido) pretenden minar nuestro cerebro ilusionándonos con falsas esperanzas, haciéndonos votar antes de hora (otra vez) para intentar tener la mayoría que no tuvieron en las urnas la vez anterior. ¿Y después qué sr. Mas?, ¿nuevos recortes en la Educación y la Sanidad?, ¿o se sacará del bolsillo una varita mágica para crear empleo?

Pero vamos a la conclusión. Se nos habla de independencia y me pregunto yo. Si cada día somos más interdependientes unos de otros, si el capital está globalizado y las deslocalizaciones a la orden del día, si la realidad europea nos empuja cada vez más hacia una mayor unión política con cesión de soberanía de cada estado si queremos progresar, y si la evidencia nos hace ver que con el capital globalizado debería globalizarse también la política si se quiere controlar, ¿cómo se nos puede ocurrir ahora precisamente hablar de independencia? ¿O es que la oligarquía catalana es mejor que la española?, ¿o será que la derecha política catalana es menos derecha que la española? ¡Pero si en Europa votan juntos por los mismos ideales! ¿De qué independencia nos están hablando? Nuestros hijos serán independientes cuando se puedan valer por sí mismos pudiendo trabajar y ganarse la vida, y mientras tanto serán dependientes de nosotros, sus padres. Y cualquier nación o estado será independiente también cuando se lo pueda pagar. Si no hay “money” no hay independencia.

Cabría preguntarles a muchos de esos jóvenes que se consideran independentistas tan entusiastamente si estarían dispuestos a hacer la mili catalana gratuitamente y seguir en la reserva durante algunos años por si su nueva patria les necesita, tal como hacen en otros estados independientes, o si estarían dispuestos a pagar ejército y armas con sus impuestos. O mejor, le pagamos una cuota de defensa a España para que nos preste su ejército profesional cuando nos haga falta (inundaciones, terremotos, grandes incendios, etc.), y mientras tanto usamos la misma moneda (si nos dejan), permanecemos en Europa dependiendo de Bruselas en vez de Madrid (si nos dejan), aportando fondos netos a la UE en vez de aportarlos a España. En fin, Sr. Artur Mas y compañía, ¿de qué tipo de independencia o de estado nos habla? ¿Va a continuar en la ambigüedad del derecho a decidir?, ¿ cual es su hoja de ruta creíble?

O me contestan a todo esto o yo el 25 de noviembre no voto. Ya le voté al Sr. Mas hace 2 años y deposité en él mi confianza, pero no creo que su única solución deba ser convocar elecciones de nuevo. Póngase de acuerdo con otras fuerzas políticas, que las hay, y trabaje para sacarnos adelante, pero no. Tal parece que la derecha (sea catalana o española) no sabe trabajar si no es con mayoría absoluta, está claro. Ahí lo dejo para la reflexión y concluyo que no me molestaría estar en un nuevo estado “independiente”, confederado, federado e interdependiente si ello fuera posible y siempre por la vía pacífica, pero no es eso lo que me quita el sueño. Supongo que ya se imaginan qué es lo que me lo quita.

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Cataluña y el respeto a la diversidad

Por Moisés Gómez Díaz

Por primera vez miles de personas nos hemos manifestado en el corazón de Barcelona para hacer oír nuestra voz a favor de una Cataluña diversa en una España unida. El respeto a la diversidad es consustancial a las democracias. Mientras que el catalanismo ha pedido siempre respeto a la cultura catalana en el resto de España, en Cataluña no ha actuado igual; pues ha intentado homogeneizar a la sociedad, tanto lingüística como ideológicamente, mediante la educación y los medios de comunicación. Es preciso que dejemos la pedagogía del odio y trabajemos juntos todos para mejorar nuestra nación en la medida de nuestras posibilidades. Porque juntos somos mejores.

A propósito de Cataluña: paradojas, controversias, falsedades y populismos

Por Antonio Javier Gómez Jiménez

¿Qué porcentaje de la actual población catalana, incluso qué porcentaje de la población española, había nacido cuando se votó aquella Constitución de 1978? Yo solo contaba tres años cuando aquello ocurrió. Y no puedo conformarme con ser responsable ni víctima de injusticias o algunos más que probables errores y desaguisados acontecidos en el pasado. Los datos sociológicos cantan: a más del 60% de la población a un lado u otro se la quiere seguir obligando a cargar fanática o sumisamente con un entramado histórico que no tiene que aceptar así porque sí. Y en democracia no valen las imposiciones sentimentales ni legales ni jurídicas al capricho de dirigentes recalcitrantemente conservadores. Menos aún cuando una mayoría que es la que produce y contribuye socialmente, entre las clases trabajadoras, tiene derecho a dirigir y desarrollar su destino histórico sin sentirse atada a lastres que no fueron precisamente los más perfectos, tras cuatro décadas de golpista dictadura franquista.

Los poderes políticos y periodísticos españoles, puestos a crear problemas y no saber solucionarlos, han hallado en el tema de Cataluña un debate facilón para extender su cháchara. Ahora sí se puede presumir de nacionalismo, siempre y cuando sea españolista. Y ahí surgen paradojas absolutamente irritantes, y en algunos casos inaceptables para la razón, por el bochornoso populismo que engendran.

No olvidemos que la burguesía, supuestamente liberal, históricamente es la que suele ocupar los estamentos de representación política para reproducir su neurótico ego y mantener una estructura económica que garantiza la acumulación de sus arcas patrimoniales, además de su aumento. Y la burguesía, si por algo se distingue en el capitalismo, es por ejercer la dominación, la explotación, y la hegemonía y el poder sobre las clases populares y las masas trabajadoras subalternas. Esa misma burguesía que goza de la inhumana desigualdad que no padece y que justifica de muy diversos modos: privilegios de herencia, falsos estudios científicos, psicológicos o con el sistema educativo obligatorio, con toda la inculcación ideológica, a parte de otros más aparatos represivos siempre alerta por si se les desmadra inútilmente el ejercicio de la represión social y económica.

Esta burguesía española quiere aplastar el nacionalismo catalán, por ejemplo, pero omite que la nación española ejerce su nacionalismo. Con su títere, Rajoy, va a la ONU a reclamar a Inglaterra la descolonización del peñon de Gibraltar. Sin importarles la evidencia sociológica de que a la población gibraltareña no le interesa pertenecer a España. Es decir, ¿se permite la anexión a España de Gibraltar, sin consultar a la población, y en contra de ésta? ¿Por qué no hace un referéndum? Y cuando en Cataluña se más que intuye que un referéndum les dejaría sin la colonia del mediterráneo catalán ignora que la ONU permite el ejercicio de la autodeterminación de los pueblos. Luego comparan Kosovo con una Cataluña independiente, cuando el desarrollo de Cataluña a todos los niveles, sólo como región, hace décadas supera al de un reciente país como el citado.

En cualquier país del mundo limpio de corrupción, y en cualquier momento del siglo pasado, un millón y medio de voces reclamando la independencia entre una población de siete millones hoy por hoy no hubiese tardado mucho en proclamar su liberación. Además, muchas personas, cientos de miles, hubieran querido estar en esa movilización, y también cuentan, aunque no asistieran. Sin embargo, la mentira fácil es decir que el hecho de no haber estado presente significa que todos se sienten solo españoles.

En definitiva, se nos olvida que hace cuarenta años los niños no votaban. Y no tienen como adultos y trabajadores cuarenta años después que tragarse una Constitución que ni votaron, pues ni habían nacido. Y desde mi punto de vista, una región que nos legó un artista, cantante e intelectual catalán tan universal como Serrat, por ejemplo, se merece de una vez por todas ser independiente.

Por cierto, a título personal también: mientras en la universidad de La Laguna, como canario, no hallé entre el profesorado persona alguna con la profesionalidad, compromiso y valentía de dirigir una tesis marxista en sociología, diez años después fue la universidad de Tarragona (la quinta mejor situada entre las mejores facultades de Educación de todo el estado español), tierra catalana, donde se me acogió, se me apoyó, y se me dio la excelencia en libertad científica y personal para seguir desarrollándome. ¿Qué más quieren que les diga? ¿España?

Hay quien cree que la dictadura borró la historia. Pero el gobierno legítimo de la república de 1936, asquerosamente abortado por la iglesia y Franco, obstaculizó algo que el pueblo español democráticamente había votado: un programa electoral que admitía un estado federal, con estados independientes anexos en su mismo seno. ¿Será por eso que cada vez me gusta más apoyar el fútbol del Barcelona?