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Entradas etiquetadas como ‘huelga’

La salud se defiende

Por Mercedes

En enero de 2013 se emitirá un listado con los 27 centros de salud que pasan a ser gestionados por empresas privadas, para que todos lo entiendan: no se venden pero se traspasan. Los centros se traspasaran vacíos de personal y la empresa se encargará de poner a sus trabajadores (nunca serán los mismos). Hay que tener presente que una empresa privada funciona por beneficios. Y que no se van a ampliar las plazas que existen en un centro (al contrario se van a recortar), al médico privado le pagan por no recetar en exceso, por no mandar a especialistas, por no mandar pruebas complementarias, etc. Ustedes deciden si apoyan las jornadas de huelga o se mantienen al margen. Recuerden, la salud no se vende, se defiende.

Guerra de cifras: pierde el ciudadano

Por Javier Portela (Escuela Universitaria de Estadística. Universidad Complutense de Madrid).

Tras la manifestación en Madrid del 14 de noviembre, la Delegación de Gobierno cifró en 35.000 los asistentes. Los organizadores, en un millón. El artículo 20, 1, d) de la constitución reconoce al ciudadano el derecho fundamental de “recibir libremente información veraz por cualquier medio de difusión”. Y las instituciones públicas deberían velar más que nadie por nuestros derechos. El recuento de manifestantes suele realizarse a partir de la parcelación del espacio ocupado en áreas de igual densidad y de la estimación de las densidades en número de personas por metro cuadrado. Hoy en día la información digital facilita enormemente la tarea, y la estimación de densidades en el lugar se puede realizar con tres o cuatro equipos de 2 personas, para obtener una estimación de precisión satisfactoria para el ciudadano.

En el caso del 14-N, sin muchos medios, dividiendo las áreas ocupadas, utilizando el cálculo de áreas que hoy es sencillo obtener por Internet, y estimando densidades in situ en el momento de mayor aforo se obtiene una estimación del número de asistentes entre 175.000 y 260.000.

¿Es poco? Nuestras referencias sobre la cantidad de asistentes suelen estar sesgadas hacia valores demasiado altos, pues las cifras en eventos anteriores adolecen de la misma inexactitud que las del 14-N. Y nos acordamos vagamente de las cifras más altas, del millón, como una referencia. Pero es habitual que las cifras se inflen, aún en caso de estimaciones realizadas con cierta conciencia. Frecuentemente se utilizan densidades estándar de 3 o 4 personas por m2 cuando la densidad real es mucho menor.

La estimación de densidades in situ es más que necesaria pero no suele ser la práctica habitual. Además la construcción de áreas debe realizarse con cuidado pues los jardines, estatuas, coches, etc. reducen mucho el espacio disponible o bien la densidad. Por ejemplo, en la manifestación del 14-N el tramo de mayor densidad, la calzada central desde Colón hasta Cibeles, arrojaba una densidad promedio de poco más de 3 personas por metro cuadrado, con un mínimo de 2.5 y un máximo de 4. En los parterres y zona ajardinada de ese mismo tramo la densidad baja a 0,25-0,50 y en los laterales estaba entre 0,5 y 1 persona por metro cuadrado.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Hasta ahora, salvo en tres posibles excepciones (23-F, M. A. Blanco, 11-M), no se ha alcanzado el millón de asistentes en una manifestación en Madrid. Incluso habría que revisar bien esos datos: la cifra de 2 millones, consensuada en los medios, en la marcha tras el atentado del 11-M, situaría en un área limitada de Madrid al equivalente a la población conjunta de Valencia, Sevilla y Málaga. Son protestas que comparte casi toda la población y ello juega a favor de unas cifras espectaculares que a nadie le interesa cuestionar. Esto tiene un pernicioso efecto inflacionista en manifestaciones posteriores, donde los organizadores se ven obligados a proclamar cifras astronómicas.

Como consecuencia, mucha gente piensa que para que una manifestación en Madrid sea un éxito debe aproximarse a la cifra psicológica del millón. Eso es ciertamente absurdo, pero ¿cuándo se debe considerar que una manifestación es un éxito? Hay ciertos aspectos que nos pueden ayudar a evaluarlo en términos relativos, como pueden ser el colectivo representado, el motivo y el municipio. Puede tenerse en cuenta además la experiencia en el tiempo del mismo tipo de manifestaciones, y dónde se sitúa la que queremos calificar en comparación con las anteriores. Por ejemplo, en el caso del 14-N, aún a falta de estudios e información histórica fiable, salvo honrosas excepciones(1), la asistencia a esta marcha estaría por encima del 80% de las manifestaciones históricas del mismo motivo (contra la política de Gobierno), colectivo (general) y municipio (Madrid). Lo que los organizadores podrían considerar un éxito o no, dependiendo de sus expectativas a priori.

Es necesario por último hacer una reflexión sobre la frivolidad con que Gobierno, organizadores e incluso medios de comunicación abordan esta cuestión de las magnitudes estadísticas. No es ya que los ciudadanos tengamos derecho al saber, para ser más conscientes de nuestra realidad, y nos hayan escamoteado las cifras, conociéndolas. Es que posiblemente no se han permitido el esfuerzo de una estimación privada. Y entonces, ¿cómo puede el gobierno evaluar el malestar social, tenerlo en cuenta, o incluso permitirse ignorarlo, si no sabe cuantificarlo ni de manera aproximada?, ¿cómo pueden los organizadores sopesar si ha calado su discurso en la sociedad y si realmente esta es partícipe de la protesta?, ¿en qué se apoyan los medios de comunicación para presentar tantos análisis y opiniones cuando nadie ha dado ni una cifra cabal del número de manifestantes?

(1). Manifestómetro: recuento de multitudes y significados de la movilización. R. Adell. EMPIRIA. Revista de metodología de Ciencias Sociales nº 9 (2005).

Los lectores y la huelga de Sanidad en Madrid

Por Susana Cifuentes

«No se les llama para una fiesta, se les llama para una emergencia»

Mando esta carta ante la situación que estamos sufriendo en estos momentos y la impotencia que estamos teniendo. Alucinando estoy con la falta de ética y moralidad de aquellos que se hacen llamar profesionales de la sanidad; no puedo creer (por mucha huelga en la que estén, se trata de vidas humanas no de cosas) que se llame para solicitar una ambulancia para una persona mayor que se ha caído y que no puede ni moverse, con problemas de depresión y ansiedad -y que junto con su caída le han derivado en no poder ni hablar- y nos digan que es casi imposible enviarla. No sabemos si al caerse y darse en la cabeza (como así fue) tiene algún síntoma interno ya que ustedes se niegan a mandar una ambulancia con su médico porque están en huelga y pasan la bola al ambulatorio. Entiendo que hay que luchar por unos derechos (derechos que no son sólo para ustedes sino también para los usuarios), pero no entiendo que esa lucha esté por encima de las vidas de los que supuestamente ustedes tienen que ayudar, porque no se les está llamando para una fiesta, se les está llamando para una emergencia. No puedo entender que hayamos tenido que llamar dos veces al 112 (servicio de urgencias) y que hayamos tenido que esperar más de una hora para que entre ambulatorio y Summa (servicio de urgencia médica de madrid) decidieran si mandar o no la maldita ambulancia. Ojalá no lleguen a sentir lo que estamos sintiendo ahora mismo toda la familia y la persona en concreto, porque así no sentirán el dolor, la rabia, la soledad y la falta de ayuda en la que nos hemos visto envueltos.

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Por Susana Arribas

«Ante 20 personas me dice que no me atiende, que no es pediatra»

El lunes 26 lleve a mi hijo -de 4 años y de educación especial- al centro de salud de la calle Francia de Fuenlabrada; para mi sorpresa no había pediatra de guardia, me envían con una doctora, por urgencia, pues es la que tiene servicios mínimos; más de 1.30 horas hasta que por fin sale a avisarme. Mi sorpresa: me dice ante una veintena de personas que allí esperaban que no me atiende, ¡que no es pediatra! Es médico, ante todo creí que persona y con un poco de humanidad. Velamos por su salud, decían las pancartas. Mentira, velan por su puesto de trabajo. La profesionalidad fue la de su compañero, que se ofreció a verle; me indicó que debía ir al hospital por deshidratación y faringoamigdalitis. Debe ser que eso en adultos es distinta sintomatología. Con médicos como esa mujer mejor que no haya sanidad. Dejó sin atender a un indefenso niño que bastante le ha tocado vivir ya.

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Por Alberto

Ante la falta de sangre

Hay servicios esenciales que no deberían estar en huelga. Ni siquiera con servicios mínimos, y más cuando se tiene conocimiento de causa de la gran falta de sangre que hay en los hospitales madrileños, y cuando para más indicaciones el diario 20 Minutos publicó en la página 3 de la edición madrileña del martes «Urge sangre de los grupos A+ y O-«. Esto es lo que me encontré el martes 27 de noviembre de 2012 por la mañana a la puerta de cierta facultad del campus de la Complutense en Madrid (ver foto). ¡Sí al derecho a la huelga pero con responsabilidad!

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Por A. L. R.

«Increíble que tengamos que saturar al hospital»

El día 27 voy a mi cita con el pediatra y me informan en mi centro de salud de Mirasierra que hay huelga, y por lo tanto, servicios mínimos, pero que no hay pediatra. Insisto en que me atienda el médico de familia y me pasan a consulta. La médico en cuestión me indica que no atiende a bebés porque no sabe la posología a aplicar, que me vaya al hospital de la Paz. Me parece muy bien que el personal sanitario ejerza su derecho a huelga pero me parece increíble que tengamos que saturar el hospital porque en un centro de salud se nieguen (aun teniendo servicios mínimos) a atender a niños, en este caso bebés de menos de un año, alegando este motivo. El personal de citaciones me informa de que hasta el viernes no hay cita para el médico. Tengo que vacunar a mi hija y no se si habrá enfermera y la semana que viene estamos igual. Lamento que se tenga que llegar a estas situaciones ejerciendo el poder.

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Huelga a la antijaponesa

Por Julián Salas Camarero

Estoy cansado de que los zánganos no secunden las huelgas y de que sean siempre las personas más trabajadoras las que lo hagan. Hay excepciones, claro, pero esa es la regla (mira a tú alrededor si tienes dudas). Resultado: el daño económico y el riesgo de represalias siempre lo padecen los que menos lo merecen.

Para evitar tamaña injusticia propongo lo siguiente: la huelga a la antijaponesa. Si en la japonesa se trabaja más para provocar grandes trastornos a los empresarios (exceso de producción, caída general de los precios…), la antijaponesa consistiría en hacer lo menos posible y no hacer trabajar a los demás. Esto es, no mandar trabajos a los compañeros y ralentizar en la medida de lo posible lo que nos manden hacer. Vamos, trabajar como lo hacen los zánganos que no hacen las huelgas. Para ello habría que simular que trabajamos mucho: mover papeles, quejarse, bufar, hablar por teléfono (con la familia y bajito), estar media hora en el baño… (Si no sabes cómo, fíjate en tus compañeros esquiroles, son profesionales en hacerlo sin que se les note.)

Ventajas: descendería la producción, no nos tocarían el sueldo y los vagos, por fin, apoyarían la huelga. Éxito total.

La basura, este sí es un recorte esencial

Por Úrsula Martín

Toneladas de basura acumulándose en las calles. Reflexionando es fácil darse cuenta de que esta forma de consumir es insostenible; dificulta y, en su día, imposibilitará la vida. En ocasiones como esta, estando los encargados de la recogida de la basura [de Madrid] en huelga, se hace todavía más patente la cantidad de residuos que generamos con el estilo de vida que llevamos. ¿Dónde, cómo y a costa de qué se generan todos esos plásticos, cartones, latas…? ¿Dónde acabarán todos esos desperdicios? Mucho estamos ensuciando. Imaginemos que no fuese posible retirar (no desaparece) toda esa basura; nos rodearía, nos inundaría, ¡viviríamos en un vertedero insalubre! Pues ahí vamos, en eso estamos convirtiendo el planeta. Vivamos conscientes y recortemos en este sentido.

Madrid y la basura

Por Fco.Javier Alemany

Un día el sr. Gallardón quiso mostrarse como el más justo de los alcaldes y nos quitó la tasa de basuras para elevar los impuestos municipales. Los ciudadanos no debían pagar dos veces el mismo canon y se simplificaba la forma de tributación de los madrileños; ganó las elecciones y en mitad de su legislatura como edil municipal justificó la creación del impuesto de basuras como una cuestión solidaria con el resto de ayuntamientos que la cobraban.  ¿Se olvidó del equitativo trato que los ciudadanos madrileños merecían recibir por el agobio de una deuda que desbordaba las arcas públicas e hipotecaba su futuro político?

Con la crisis (el déficit municipal fue anterior), la sra. Botella, antigua Consejera [concejala] de Medio Ambiente, nos informa que el ayuntamiento ha decidido no recoger las basuras de plástico martes, jueves y fines de semana…, los ciudadanos escuchamos estupefactos la noticia. ¿No era tan importante el reciclaje?, ¿se recicla mejor los lunes (acumulada del fin de semana), los miércoles y viernes? La nueva alcaldesa nos explica a los madrileños, a los que debe considerar borregos que no ven mucho mas allá de su nariz, que a partir del 1-1-13 no se va a recoger la basura (tampoco la orgánica) los fines  de semana… ¡Ole!, esto sí que es darnos un muletazo (larga cambiada) y además lo hace para equilibrar el déficit municipal, como la única solución posible (costumbre adquirida últimamente por los políticos del PP para imponer sus tesis a la población).

Algunos ciudadanos habían adaptado su vivienda al bien común, separando la diferente tipologías de basura que les habían dicho; si el Ayuntamiento demuestra con sus actuaciones que le importa un pito el reciclaje, ¿deberían los madrileños molestarse en separarlas? Algunos ciudadanos han decidido responder no diferenciando las basuras, arriesgándose a una sanción municipal (como descubran tu nombre en un papel en la basura orgánica, los empleados de residuos, reza por que no lo comuniquen). ¿Abuso de poder?, ¿desobediencia civil?, ¿separación de los políticos de la realidad social? Hoy me acabo de enterar que los basureros municipales se han puesto en huelga y me he quedado impactado por la reacción de un par de tipos… ¡Este país va a la ruina!, ¡no hay derecho que paguemos justos por pecadores!,  ¡las huelgas debían de prohibirse!…

Son sujetos que solo separan el papel para evitar la sanción y que han asimilado el modelo sugerido por su Ayuntamiento (reciclar produce déficit). Son votantes cautivos de un partido que justifican cualquiera de sus acciones y se amparan en la nefasta gestión de los anteriores (en Madrid lo tienen difícil), olvidando que ya lo han pagado en las urnas. Son los borregos de un Madrid diverso que pretenden imponer sus ideas y no comprenden ni escuchan las voces que se salen del redil, es más la descalifican como partidista según el modelo expuesto por Mª. Dolores de Cospedal en los desayunos de TVE, ejecutando laboralmente a Ana Pastor (voz libre=molesta).

Es curioso que todos reconozcamos la crisis, que sin excepción identifiquemos que los culpables son los ricos, que consideremos necesario reaccionar…, sin embargo cuando reaccionan los trabajadores (los que sufren los efectos de la crisis), algunas personas les dilapidan por insolidarios con los demás o los transforman en políticos (la clase más denostada) o sindicalistas sospechosos o los tachan de antiespañoles… ¿Delirio totalitario? A mí me molestan como al resto de vecinos la huelga de los basureros, pero comprendo que la hagan; con las reducciones planificadas de recogidas de residuos y viendo el déficit del Ayuntamiento ven peligrar su puesto de trabajo. Tal y como están las cosas (casi 25% de los trabajadores en paro), ¿hay alguien que no hiciera huelga si fuera uno de ellos?,  ¿los directivos deberían hacerla también? Ah, ¡que son políticos!

Mi apoyo solidario al colectivo de empleados de residuos urbanos por su valentía en los tiempos que corren y esperando que sean pocos los que el Ayuntamiento despida.

¿Cuál es el precio de una huelga?

Por Agustín Hernández de la Torre

Cada vez que se convocan huelgas y especialmente cuando pueden suponer la paralización del sector privado se hacen desde la patronal, las cúpulas empresariales e incluso desde los gobiernos, declaraciones sobre el impacto en términos económicos. Así, se da el dato sobre las pérdidas ocasionadas y el coste que en general supone el ejercicio de este derecho del trabajador. Sin embargo, nada se dice del precio que se paga por el mismo: cada trabajador que libremente (por supuesto) decide secundarla deja de percibir su salario por ese día en los términos que establece la ley.

Quizá se deberían hacer públicas las cifras del ahorro en ese sentido. Puede que no sea proporcional a la reducción de ingresos producida, pero tampoco son exactamente pérdidas las reducciones del beneficio en base a las que se amparan las empresas para plantear ERE, despidos, y alteraciones de las relaciones laborales permitidas por unas regulaciones aprobadas sin sensibilidad en el ámbito del trabajo y contra las que precisamente se lleva a cabo la protesta.

Al borde de la lipotimia por la huelga

Por M. P.

Ayer, gracias a la huelga de servicios de tierra organizada por los sindicatos de costumbre (CCOO, UGT, etc.), los pasajeros del vuelo de RyanAir FR5465 estuvimos de 11:30 a 12:15 de la noche encerrados sin poder salir del avión porque los señores del servicio de tierra de Barajas (terminal 1) no tuvieron a bien llevar la escalerita. ¡Imagínense!: 45 minutos en un avión cerrado con el pasaje completo y casi sin poder respirar porque como los motores están apagados no hay aire acondicionado.

Muchos pasajeros, en su ignorancia, culpaban a Ryanair por las deficiencias del servicio, cuando los culpables claros son los sindicatos cuya agenda ignoro, pero que estoy convencida no tiene nada que ver con la seguridad del público. Me gustaría que despidieran a esos trabajadores cuya huelga en aras de la seguridad casi provoca una lipotimia a la mitad del pasaje, y me gustaría que los españolitos tengamos alguna vez la inteligencia y decisión de acabar con estos sindicatos impresentables. Entre medias, y sin esperanzas de que eso ocurra, a ambos les deseo lo peor.

¿Cómo se mide una huelga general?

Por María de Madrid.

La más obvia: cierre generalizado de todos sectores de producción. Sin embargo, el pulso de satisfacción de una sociedad no obedece a datos cuantificables sino cualificables.

Cuando un Presidente de Gobierno y sus ministros son permanentemente abucheados. Cuando en las plazas y en las calles hay manifestaciones espontáneas todos los días. Cuando la Delegada del Gobierno carga contra manifestantes pacíficos como si se tratara de fieras escapadas de un circo. Cuando la TV de todos es la TV del PP, con noticias censuradas o con noticias interesadas que ningún ciudadano entiende, por ejemplo, la firma consciente de la Sra. Botella contra la privatización del Hospital Público de La Princesa. Cuando Estado, Comunidad Autónoma y Ayuntamiento de Madrid están públicamente enfrentados y la anterior lideresa se permite njuiciar los recortes del Presidente del Gobierno. Cuando el PP busca el PSOE para detener los desahucios y no consiguen acuerdo alguno, porque para que la solución sea igual para todos lo que hay que hacer es cambiar una ley del 1904.

Y, finalmente, cuando el Sr. Rajoy subestima la situación crítica que atraviese la economía y los ciudadanos, ha llegado el momento de empezar a contar para saber cuando puede haber cambio de gobierno.

De trabajador a trabajador, una sugerencia: abran los tornos del Metro el día de huelga

Por Gloria Martínez Díez

Lo primero de todo, quiero dejar claro que apoyo la huelga de Metro de Madrid. Como trabajadora que soy me solidarizo con las personas que quieran ejercer un derecho recogido en la Constitución. Pero como usuaria tengo mis dudas y lanzo una serie de preguntas a modo de sugerencia, desde aquí, a los trabajadores de Metro: ¿por qué parece que sólo hacen huelga los conductores? ¿No sería más efectivo, digo yo, abrir los tornos el día de huelga? ¿No creen que desde la Comunidad de Madrid escucharían sus reivindicaciones con más rapidez?

Porque me cuesta mucho solidarizarme con los trabajadores de Metro cuando en lo que va de año me han subido un 8% el abono y han reducido al menos en la misma proporción el número de trenes. Me cuesta mucho solidarizarme cuando entre dos jornadas de huelga (viernes 26/10 y lunes 29/10) me encuentro a 4 revisores en la estación de Alonso Martínez reclamando los billetes. Si hacen huelga de servicios, háganla de una forma más comprometida o los usuarios nos sentiremos más estafados que solidarios. Es sólo una sugerencia. De trabajador a trabajador.