Por Jesús Sánchez Jaén
Estos días en que muchos políticos dan muestra de vivir en una burbuja alejada de los ciudadanos, bien llamando “pijo ácrata” a un juez que no les gusta, bien pidiendo reformar la ley de manifestación para acomodarla a sus intereses, bien haciendo una oposición “responsable” (o inútil), o incluso alentando secesionismos decimonónicos, surgen casos que dan esperanza. Véase el ejemplo del alcalde de San Fernando de Henares, Julio Setién, que ha comenzado una huelga de hambre para reclamar a Bankia que cumpla sus compromisos financieros con la rehabilitación de unas viviendas. Setién se ha plantado ante una sucursal del banco intervenido en defensa de sus vecinos. Los pisos están terminados, pero parece ser que la constructora no los entrega por diferencias con el banco. Entre si son galgos o podencos, los vecinos no reciben sus pisos. El alcalde podía haber hecho como muchos otros, echarle la culpa al empedrado (bancario) y lavarse las manos. Pero este hombre sabe para quien trabaja y a quien se debe, a sus vecinos, y por ellos da la cara. Muchos deberían tomar ejemplo y dejarse la verborrea y la chulería en casa.