Por Victorio Martínez Armero
Los diferentes tribunales que están instruyendo y juzgando los distintos casos de corrupción y otras causas, deberían aplicar por lo menos criterios análogos a la hora de juzgar. Como se puede entender que una persona que se encuentra una tarjeta de crédito y compra dos bolsas de pañales para su bebé, que paga con ella, el tribunal de turno la condena a dos años y dos meses de cárcel y la señora Barcina que cobraba dietas dobles y triples, sin control y desorbitadas se archiva la causa por no haber cobrado más dietas y más descaradamente. Lo del señor Matas ya colma el vaso, de que la justicia es igual para todos, no es cierto y a las pruebas me remito.
Cuando hablan los tribunales debemos respetar sus sentencias, autos y providencias, siempre y cuando sean justas, objetivas e imparciales. El problema que tiene nuestra justicia es que ciertos requisitos que exponíamos más atrás no los cumplen y es cuando la ciudadanía debemos rebelarnos antes las injusticias de la justicia, porque si no lo hacemos los principios que rigen nuestro sistema democrático se debilitan. Las actuaciones inmorales debemos denunciarlas, sea quien sea el autor de las mismas, es una obligación cívica de todo ciudadano.