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Entradas etiquetadas como ‘ayuda’

¿Atención o desatención al cliente?

Por Manuel Nogueras Tamargo

No es la primera vez que tengo que esperar una inmensa cola en una gran superficie para ser atendido en atención al cliente, ni tampoco pasar un filtro y esperar por teléfono mucho tiempo para realizar una gestión, si no es para contratar un nuevo servicio. Es más, cuando necesito ser atendido por algún vendedor dentro de la superficie, no suelo encontrarlo.

(GTRES)

Operadoras en un centro de atención. (GTRES)

Imagino que no debo ser el único que desesperado y harto de seguir esperando, desista para ser atendido u opte por hacer una reclamación.

Cuando pasan estas cosas, el comentario del resto de los clientes es el mismo de siempre: “En todos los sitios pasa igual, falta gente”.

En el chaleco de los trabajadores de estas grandes superficies suele poner: “Estoy para ayudarle”. El marketing funciona, pero lo que verdaderamente se siente, es enfado y cabreo. Esto conduce a su vez a una baja calidad y puntuación de la atención al cliente y quizás su prestigio.

Simplemente solidarios

Por Ángel Villegas Bravo

No siempre se ven cosas desagradables, acciones incívicas y actitudes egoístas. Este fin de semana ha sido especialmente gratificante para mí; en las proximidades de mi domicilio se ha abierto un local de una ONG, que se ocupa en ayudar al pueblo sirio; a las gentes que huyen de la guerra y de las calamidades, y que en algunos lugares están siendo tan maltratadas o mal recibidas. Por lo que yo he visto son, en su mayoría, gente joven que ofrece su trabajo y su tiempo gratis para recolectar, empaquetar y distribuir esa ayuda que tanto necesitan esos exiliados.

Foto de una niña siria a la espera de subir a un ferry que le lleve a Grecia. (EFE)

Foto de una niña siria a la espera de subir a un ferry que le lleve a Grecia. (EFE)

Y en un par de ocasiones, unos pocos minutos que he estado en este local, han acudido bastantes personas que se informaban de cuándo, cómo y qué se podía llevar para ayudar a esas otras personas que se han visto obligadas a dejar sus casas y su tierra, a causa de una guerra que dura ya varios años ante la impasibilidad del resto del mundo.

Los dispuestos a ayudar no se planteaban si entre los que huyen podía, o no, haber algún infiltrado; no preguntaban sobre religiones o credos, ni quién iba a pagar el coste de la acogida. Solo les importaba ayudar a quienes tanto lo necesitan. Simplemente eran solidarios.

Y ahora, Europa, te preguntas cómo frenar a la desesperación

Por Alberto Segura Fernádez-Escribano

Y ahora te preguntas qué puedes hacer para evitar la inmigración. Y ahora te preguntas qué puedes hacer para que no se llene tu tierra de “chusma” extranjera. Y ahora, Europa, te preguntas si unas tristes vallas podrán quitarte el problema de encima. Y ahora te preguntas cuántas comisiones de trabajo tendrás que crear para solucionar esta crisis. Y ahora, Europa, crees que reforzando las fronteras con policías, helicópteros y perros podrás frenar el paso a la desesperación.

Foto de inmigrantes en la frontera de Macedonia y Grecia. (EFE)

Inmigrantes en la frontera de Macedonia y Grecia. (EFE)

Europa, durante los dos últimos siglos has sido una vieja prostituta pervertida y vendida al mejor postor; has organizado por tu cuenta o en compañía de Estados Unidos las más cruentas guerras en África y en Oriente, has puesto y quitado gobiernos, has regalado tierras que no eran tuyas a quienes podían favorecerte de alguna manera, has dibujado las fronteras de los países más miserables a tu antojo, los has esquilmado y sigues haciéndolo indiferente al sufrimiento de los hombres, mujeres y niños porque, al fin y al cabo, solo son negros salvajes o primitivos musulmanes. Y lo que es peor, mucho peor, has vendido, vendes y seguirás vendiendo armas a todos los asesinos del mundo dispuestos a masacrar a sus propios pueblos. Porque tú, por dinero, traicionas a tus amigos, vendes a tus padres y prostituyes a tus hijos.

Y ahora, Europa, estás asustada, tienes miedo, tu podredumbre, tu egoísmo y tu avaricia te empieza a pasar factura. ¿Te preguntas cómo acabar con esto? Es mucho más fácil de lo que desearías: olvida tus intereses en los países del tercer mundo, presta ayuda solo a las causas humanitarias y no a los gobiernos constituidos por tiranos y, sobre todo, por encima de todo, deja de vender armas a todos los asesinos del mundo.

No intentes buscar otra solución, no existe, deja de venderte por dinero y empieza a pensar que en el resto del mundo, los seres humanos, niños, mujeres y hombres que sufren, lloran, pasan hambre, sed y mueren no tienen color, ni nacionalidad, ni religión y que sus derechos estarán siempre por encima de tus intereses. Que cuando un hijo muere de hambre en los brazos de sus padres el horrible y desgarrador sufrimiento es exactamente el mismo que el que sentiría cualquier madre y padre europeo; que no hay diferencia, que todos somos iguales y tenemos que ayudarnos y que si no lo hacemos, esta pequeña habitación repleta de egoístas y que se llama Europa acabará desbordada y arrasada por su propia indiferencia.

 

Violencia de género

Por Pilpil Udó

No salgo de mi asombro cuando unos y otros abren titulares sobre las muertes de mujeres a manos de sus parejas. El número elevado de muertes es un escándalo, inaceptable, y cargado de una repulsa infinita.

Es increíble, como te invitan a marcar el 016, que más de uno me encantaría que lo usara para ver que te ofrecen en ese maravilloso número telefónico. Solo te dicen que denuncies, que detrás de la denuncia existen otros apoyos, pero por encima de todo, denuncia.

Te dicen que no deja rastro en la factura telefónica. Mi reflexión, habiendo usado ese teléfono en dos ocasiones para ayudar a dos conocidas, ¿cómo se puede decir tan alegremente que las mujeres agredidas, no pidieron ayuda o no llamaron para informarse? ¿Quién lo sabe? ¿Cabe la posibilidad que lo más cercano de pedir esa ayuda, superando la barrera del terror, haya sido marcar este número mágico al cual te remiten?

Imagen de violencia de género. (ARCHIVO)

Imagen de violencia de género. (ARCHIVO)

No todas tienen esa fuerza; para otros es normal y natural tomar la decisión de ir al juzgado o a la comisaria. Donde te armas de valor para ir a denunciar y encima te tienen en la sala de espera horas interminables, que hacen que desistas.

Habiendo sufrido agresiones físicas, verbales y amenazas constantes, rogó y suplicó ayuda, en un programa matinal de televisión y sin respuesta, marcho a los 6 meses fuera de España; con lo puesto y sus hijos, con todas sus denuncias bajo el brazo y todos los partes médicos de las agresiones.

Se dirigió a servicios sociales del nuevo país nada más aterrizar con sus 3 hijos menores de edad, allí también se hacen eco del número elevado de mujeres que mueren a manos de sus parejas en España y la pasividad de nuestros departamentos a dar soluciones a esta madre.

Con asombro, el protocolo para actuar fue rápido, en menos de 24 horas disponía de una pequeña casa para sus hijos, colegios, material escolar, ropa, alimentos, personal de apoyo para los niños y psicólogos designados hasta alcanzar un resultado óptimo en las vidas de los pequeños y encauzar sus vidas.

Todos siguen viviendo fuera de España felizmente y tienen nueva vida, cargada de proyectos y bonitos sueños que van logrando, todo lo que aquí les fue vetado.

El número de mujeres muertas sigue creciendo, indignante.

Harta de la avalancha de voluntarios de ONG

Por O. Ukolova

Quería protestar por la avalancha de voluntarios de ONG’s que pueblan las calles más céntricas de Madrid. Que conste que comprendo su labor y que al principio me resultaban muy simpáticos. Pero tras más de año y medio de vivir en Goya y alrededores, y siendo asaltada cada día por chicos y chicas que, a veces, te presionan demasiado para que les des un minuto de tu tiempo, ya resulta demasiado.

Cruce de las calles Goya y Serrano en Madrid. (ARCHIVO)

Cruce de Goya y Serrano. (ARCHIVO)

La gran mayoría te dejan tranquila si les dices amablemente que no, pero algunos insisten, te persiguen, y eso me parece demasiado. Un día me enfadé con uno. Si les atiendes, te envuelven con técnicas tipo márketing para que al final te des de alta en la ONG y colabores. Genial. Pero, por favor, ¿no pueden hacer algo esas ONG para lograr nuevos socios  y a la vez que no te sientas, como peatón, agobiada por el acoso que a veces ejercen estos chicos?

Recuerdos del día 11 diez años después

Por Mohammed Azahaf (*)

Me levanté a las 7 de la mañana. Había quedado a las 8.30 en Vallecas Villa para una reunión en la junta municipal con la mediadora de ese distrito. Entré en el metro, línea 1, estación Valdeacederas destino Atocha Renfe. Sobre las 8 el tren llega a la estación anterior. Nos avisan por megafonía: “señores viajeros, la estación de Atocha Renfe está cerrada, se ha cortado la circulación”. Vigilantes jurados con cara de preocupación nos dicen que salgamos a la calle. Una vez fuera, caos, muchas ambulancias y un silencio raro dentro del caos. Las personas que estamos fuera empezamos a hablar quejándonos de no poder llegar a tiempo a nuestros compromisos (entonces no sabíamos que muchas personas nunca iban a poder llegar). De repente alguien dice, ha sido un atentado. Esta vez ha sido grande, muy grande. Demasiadas ambulancias.

Quise llamar y avisar que no llegaba a tiempo a la reunión, pero no tenía cobertura; nadie a mí alrededor tenía. Seguí intentándolo y por fin conseguí línea. En ese momento me llamó una amiga y me dijo que las noticias hablaban de un atentado en Atocha y me pregunta si estoy bien. Respondo que sí y, confuso, me fui andando a la oficina central del SEMSI (Servicio de Mediación Social Intercultural) en la Plaza de Santa Ana. Junto a algunos compañeros empezamos a hablar de la gravedad del atentado. De repente, una compañera recibe la llamada de su hermano, su novia ha resultado herida leve, pero como no tiene papeles teme ir a un hospital. En ese momento nos damos cuenta de que hay muchas víctimas de origen extranjero entre los afectados. Hay que hacer algo.

Llamamos al ayuntamiento y le informamos que muchos de los heridos de origen extranjero no están acudiendo a los hospitales por miedo. Toman nota y colaboramos en la organización para montar un dispositivo, lo que más piden son psicólogos. Tan solo son las 10:30 y la maquinaria está funcionando con inercia según van llegando las noticias. Desde la oficina se empieza a contactar con mediadores y psicólogos, preguntándoles si están disponibles para ayudar. Todo el mundo dice que sí.

12.30 horas. Nos confirmaron, tras varias dudas, que en Ifema se habilitaría un pabellón como morgue (había muchas víctimas y no cabían en el Instituto Anatómico Forense). El pabellón es el número 6. Empezamos a avisar a la gente para que se fueran distribuyendo. Salí a dar una vuelta para despejarme. Fui a la puerta del Sol donde había una fila larguísima de gente para donar sangre en la unidad móvil de Cruz Roja. Me puse en la fila y cuando me tocó me tomaron la tensión y me dijeron que no podía donar, tenía la tensión muy alta: estaba nervioso.

Continué con el paseo y me encontré con un par de compañeras mediadoras que también eran de origen árabe. Hablamos de la barbarie que habían hecho y de la declaración de Otegi diciendo que ETA no ha podido ser. De repente una compañera dijo, ¿sabéis qué día es hoy? Le respondimos que 11 y ella dijo, sí, igual que el 11 de septiembre. Nos quedamos callados y no hablamos más del tema. Los tres somos musulmanes y el miedo que nos recorrió el cuerpo en ese momento era indescriptible. Seguimos dando el paseo y volvimos a la oficina en silencio.Recuerdo a las víctimas en la calle Téllez (JORGE PARÍS)

16.00 horas. Estaba en la parada del autobús de Conde de Casal, camino a casa tras una mañana de llamadas para conseguir voluntarios. Me sentía mareado, con muchas sensaciones, mucha información, mucha tensión, mucha preocupación. Esto era nuevo, era desconocido. Justo fui a meterme en el autobús y recibí una llamada. Uno de los coordinadores me dijo que tenía que ir al Ifema, hacía falta gente. Cogí el metro y fui para allá. Cuando llegué era extraño, porque en el pabellón de al lado había una feria de productos dentales y la gente que estaba ahí estaba un poco confusa. Algunos sabían que en el pabellón 6 estaban depositando los cadáveres de las víctimas de las explosiones y no sabían cómo reaccionar.

Nos asignaron un despacho en la planta superior, al lado estaba el del Samur, y nos reunieron. En la reunión había gente del Ayuntamiento de Madrid y del Ministerio del Interior. Nos informaron de la decisión que se había tomado respecto a los heridos y las víctimas de origen extranjero (a los heridos se les daría el permiso de residencia, a las víctimas la nacionalidad española). Establecimos turnos de ocho horas. Nos preparamos para el apoyo.

Es difícil explicar en qué consistían las atenciones, había una mezcla de todo. Atendíamos a personas que cuando acudían al Ifema era porque habían pasado por todos los hospitales y no habían encontrado a su familiar o amigo. Les ayudábamos en las traducciones, el contacto con las embajadas de sus países de origen, los formularios, etc. La gente necesitaba tener espacios de recogimiento. Hablamos con los responsables del Ifema y habilitamos una sala para que tanto creyentes como no creyentes, tanto cristianos como musulmanes, pudiesen rezar y meditar.

Las horas pasaban y la tensión aumentaba, cada vez acudían más y más familiares de desaparecidos, también aumentaba el número de voluntarios. El ambiente era raro. Todo el mundo se comportaba con el resto como si todos fuésemos una familia. Si necesitabas algo, al momento lo tenías. Un teléfono, un cigarro, una bebida, algo para comer, un hombro para llorar…

Sobre las 21 horas una llamada de un amigo me inquieta mucho más. Su frase es como una losa de 1.000 kilos que cae sobre mi cabeza. “Acaba de reivindicar el atentado un grupo islamista”. Me puse a llorar, no entendía nada. No comprendía que alguien que decía ser musulmán, como yo, hiciese esa barbaridad en nombre de mi religión. Estaba viendo los efectos de ese atentado desde primera hora de la mañana y la noticia de saber que alguien que se proclamaba musulmán reivindicaba ser el responsable de todo ese dolor que estaba viviendo me dejó muy afectado.

Pero en el Ifema esa información no servía para nada. Ahí lo importante era otra cosa, era atender y gestionar lo mejor y más rápido posible la situación de los amigos y familiares que estaban ahí. De madrugada me llevaron a casa en coche. Estaba destrozado. Apenas pude dormir. Al día siguiente volví al pabellón 6 y continuamos con el trabajo. Aunque bueno, eso fue el 12 de marzo y hoy necesitaba contar lo que ocurrió el 11, porque 10 años después, cada vez que llega el aniversario, recuerdo ese día detalle a detalle.

Dedicado a los familiares y amigos de todas las víctimas. Dedicado a todas aquellas personas que ese y los siguientes días su vida solo consistió en apoyar y ayudar.

(*) Mohammed Azahaf es el Coordinador Federal del Grupo árabe del PSOE, de origen magrebí. Vecino de Rivas Vaciamadrid.

Fibromialgia a los 27: muerta en vida

Por Jessica Martínez

Tengo 27 años y vivo en un cuerpo de una mujer de 70. Hace 3 que padezco fibromialgia y fatiga crónica. Consecuencias: sensación de cansancio, falta de memoria, vista borrosa, dolor de cabeza y cervicales, ciática, colon irritable… Y no podré ser madre, mi medicación podría provocar malformaciones en el feto y no puedo estar sin ella.Escaner de fibromialgia Tengo un 42% de discapacidad y las empresas ahorran mucho dinero al contratarme. Al principio, todos me comprenden pero esto cambia a medida que surgen brotes a causa del incremento del esfuerzo. Entonces nadie me entiende.  He perdido los últimos 4 trabajos  por culpa de mi enfermedad.

Mis informes médicos constatan que no puedo hacer jornadas semanales superiores a 20 h. ¿Cómo puedo vivir con este sueldo sin ayuda? Me obligo a trabajar 30 h, con mucho dolor. Fuera del trabajo no tengo vida, debo hacer reposo absoluto para rendir al máximo, paso la semana fingiendo que estoy bien y llorando a escondidas porque no puedo más, porque esto es un infierno… Esta enfermedad es muy dura. Los médicos deberían dejar de tratarnos con indiferencia… Necesito ayuda porque necesito vivir, poder disfrutar de las pequeñas cosas y dejar de sentirme muerta en vida.

Lampedusa, el llanto no es suficiente

Por Pedro García

Tendremos que hacer un análisis de lo ocurrido en Lampedusa pero también tendremos que enfrentarnos y afrontar el hecho de los miles de personas que arriesgan todo, incluso su vida, buscando un futuro mejor. No dejan sus países porque les gusta o les apetece.Lampedusa Dejan sus familias, sus raíces, porque no pueden sobrevivir, porque no pueden garantizar la comida de sus hijos ni un futuro para ellos. E hipotecan sus vidas, las ponen en manos de mafias que les “ayudan” a cruzar esos pocos kilómetros y que les abandonan a su desgracia. El llanto es necesario, pero no es suficiente. Debemos entender el reto que se nos presenta y trabajar para que todas las personas que habitamos en el mundo tengamos derecho a una vida digna.

El comedor social desencajó mis esquemas

Por Patricia Domingo (Barcelona)

Pobreza, vagabundos, gente de la calle, desamparados que pueden comer gratis… En esto piensa la gente cuando preguntas “¿Qué entiendes por comedor social?” Pues yo tengo una idea diferente:

Lugar en el que personas individuales o familias puede ir a desayunar, comer o cenar aportando la compensación económica que les sea posible según sus circunstancias. La semana pasada me acerqué a uno de ellos y la experiencia fue increíble. Desencajó todos mis esquemas, me abrió los ojos en este clima negativo en el que nos encontramos y me hizo creer que España puede ver la luz. Que el cambio debe empezar por la sociedad, por un giro de mentalidad.

Las asistencias a estos comedores sociales se están triplicando y lo mejor de ello es que las ayudas también. Los barceloneses contamos ya con al menos un comedor en cada distrito, sumando un total de 17, y los planes de futuro es que sigan creciendo para el próximo año. Pues bien, ahora ya no hay excusa. Uno de cada 4 niños españoles se encuentra en situación de pobreza y sin embargo Comedor socialen los comedores sociales los más concurrentes son las personas de tercera edad.

Tengo la oportunidad de trasladar la verdadera realidad a toda la población. Quiero hacer un llamamiento a todas las personas, amigos, familiares; estudiantes, trabajadores o parados; solteros, parejas, madres solteras, padres, ya sean jóvenes o ancianos. Es verdad que hay crisis, pero es una crisis tanto económica como de valores. Nos hemos sentido engañados muchas veces y nuestro nivel de confianza es cada vez menor, pero aunque cueste creerlo las ayudas existen.

Hay muchas personas que desean ayudar sin esperar nada a cambio, bueno, en realidad sí que quieren algo, y esa es su propia satisfacción interior. Siempre se ha dicho que después de una gran crisis viene el cambio. Los comedores sociales nos ayudan en todo lo que pueden a salir de las peores situaciones en las que nos encontremos. Hay parte de la sociedad que se está convirtiendo en un círculo de ayuda humanitaria, donde cada uno aporta su pequeña miga de pan, que si se uniesen a todas las demás, formarían la Gran pieza. Ahora es el momento de que cada uno decidamos dónde queremos llegar, qué queremos hacer, qué queremos aportar. Ahora es más que nunca un momento del cambio.

¿Qué fue de las subvenciones para autónomos?

Por Gonzalo Trigo Paniagua

Manifestación de autónomosHace dos años monté un negocio con toda la ilusión del mundo y solicité la subvención que dicen otorgar por salir del paro y hacerme autónomo. Ya me avisaron que tardaban tiempo pero transcurridos unos meses empecé a solicitar información acerca del estado de mi expediente. Primero me respondían que ya me pedirían documentación a aportar, aunque ya la había adjuntado en el momento de presentar la solicitud. Después me indicaron que estaban a la espera de presupuesto.

Al cabo de todo este tiempo, hace unos días que he recibido una notificación en la que se me comunica textualmente: «Su solicitud ha sido desestimada por silencio administrativo debido a la falta de presupuesto» y sin posibilidad de recurso alguno.

Después de esperar y esperar me he quedado sin subvención, lo cual me lleva a pensar si no es sólo humo lo que anuncia la Comunidad de Madrid con el único objeto de adelgazar la lista de desempleados.