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Archivo de la categoría ‘Internacional’

Alambradas y muros

Por Olga Santiesteban

Varios refugiados haciendo cola dentro de las instalaciones del parque olímpico de Atenas (Yannis Kolesidis/EFE).

Varios refugiados haciendo cola dentro de las instalaciones del parque olímpico de Atenas (Yannis Kolesidis/EFE).

Muchos de nosotros recordaremos sin duda, especialmente los de mi generación, la canción ‘libre’ del desaparecido y recordado cantante Nino Bravo, pero lo que igual no conocemos es su verdadero significado y la historia que hay detrás de ella.

Nos habla de un joven de la antigua Alemania del este, el primero que murió al intentar cruzar el recién construido Muro de la vergüenza, acribillado por los soldados que lo vigilaban, convirtiéndose en todo un símbolo para todos los que buscaban una vida mejor, huyendo de miserias, horror y dictaduras.

Aquellas fotos dieron la vuelta al mundo, exactamente las mismas que ahora vemos con los que buscan esa vida mejor, igual que nuestro joven alemán. Parece que después de los años que han pasado no hemos aprendido nada, seguimos levantando muros y alambradas con actitudes y declaraciones que rozan en muchos casos el odio y la xenofobia, impropias en algunos países (en muchos, no tanto) comprometidos supuestamente con los derechos humanos.

Les invito a todos ellos a repasar la letra de dicha canción; alambradas que son trozos de metal, caminar felices sin cesar detrás de la verdad, para saber lo que es la libertad y quedar tendido en el suelo sonriendo y sin hablar, con flores carmesí que brotan en su pecho sin cesar. La única diferencia que hay es que esa foto cambia del blanco y negro al color.

No se puede perder nunca la solidaridad entre los pueblos porque por muchos muros y alambradas que levantemos seguirán caminando en busca de esa libertad.

 

 

 

No se puede consentir que la economía global esté al servicio del 1% de la población mundial

Por Pedro Serrano Martínez

En los últimos años se ha hablado mucho de crisis económica, pero, a sabiendas de que el problema no reside en la falta de riqueza en el mundo y de que la desigualdad ha alcanzado niveles intolerables, habrá que comenzar a hablar de crisis de desigualdad.

Un agente bursátil observa la evolución de las cotizaciones de la Bolsa de Madrid (EFE).

Un agente bursátil observa la evolución de las cotizaciones de la Bolsa de Madrid (EFE).

Que el 1% más rico de la población mundial acumule más riqueza que el 99% restante, es inaceptable. Que los grandes beneficiados de la economía sean los que más tienen, es escandaloso. Que los poderes económicos, con la anuencia de la clase política, hayan conseguido legitimar e instalar en el pensamiento colectivo la idea de que, para estimular el crecimiento económico es necesario que las empresas y personas más ricas tengan tipos impositivos bajos para así beneficiar al conjunto de la población, es vergonzoso.

No es comprensible, por poner un ejemplo, que el multimillonario Warren Buffett reconozca públicamente que, en la práctica, paga menos impuestos que la persona que se ocupa de la limpieza de su oficina. Si a esta falta de progresividad en la aplicación de los impuestos le añadimos la evasión y elusión fiscal, no es de extrañar que los ricos incrementen sus beneficios en detrimento de los demás. No se puede consentir que la economía global esté al servicio del 1% de la población mundial. No se puede tolerar que el poder y los privilegios se estén utilizando para manipular el sistema en favor de unos pocos, poniendo en peligro la cohesión social.

El sistema injusto actual no es fruto de la casualidad, sino el resultado de decisiones políticas intencionadas. Por el bien de todos, incluidos los ricos, es imperioso que los líderes mundiales pongan fin a los paraísos fiscales y comiencen a aplicar políticas fiscales más justas y progresivas. En nuestras manos está la posibilidad de construir una economía más humana al servicio de todas la personas.

 

Amazonas: Se destruye un mundo por el egoísmo de unos pocos

Por José Carlos Hidalgo Romero

Imagen del Amazonas (Google).

Imagen del Amazonas (Archivo).

La hipocresía en la que se mueven nuestros gobiernos no tiene parangón. Preocupados, dicen, por el calentamiento global y el cambio climático, se les va la energía por la boca cuando se presenta un hecho sobre el que sin ningún género de dudas, se debe de actuar para evitar el progresivo deterioro y destrucción del pulmón verde de la Tierra.

Quinientos kilómetros de selva amazónica van a ser inundados por el gobierno brasileño para construir una presa hidroeléctrica y no somos capaces de reaccionar e impedir este disparate.
Con toda la propiedad del término, yo lo llamo «holocausto», porque es la destrucción de un mundo por el egoísmo de unos pocos. Pongámonos en marcha todos juntos para detener este delito medioambiental. El Amazonas, no es exclusivo de Brasil. Pertenece a toda la Humanidad.

¿Queda algún lugar seguro en el planeta?

Kim Jong-un.

El líder de Corea del Norte, Kim Jong-un, rodeado de sus altos cargos militares. (GTRES)

Por Rafa Zamora Sancho

En un día tan especial como el 6 de Enero nos despertamos con un “regalito” que nos ha dejado un nuevo “rey de Oriente”: la explosión de un artefacto que ha originado un temblor de magnitud 5,1 grados. No nos bastaba con las decapitaciones yihadistas o de los cárteles mexicanos; con crear una Europa xenófoba, aterrorizada y en estado paranoide.

No nos bastaba con la tensión entre Arabia Saudita e Irán, la lucha por controlar el pastel energético de Siria o la proliferación de armas en EE UU con la posibilidad de que llegue un nazi a la Casa Blanca; ahora encima nos debe preocupar también el Kim Jong-un de las narices. ¿Queda algún lugar seguro en el planeta? ¿Qué va a decir el consejo de seguridad de la ONU? ¿Qué ejemplo van a dar a Corea del Norte si ellos mismos siguen fabricando y utilizando las armas más destructivas del planeta? Lo único que pueden decir es “bienvenido al club termonuclear”.

Jonas Salk famoso virólogo que desarrolló la vacuna contra la polio dijo: “Si desaparecieran todos los insectos, en 50 años la vida sobre la tierra desaparecería; si los seres humanos desaparecieran de la tierra, en menos de 50 años todas las formas de vida florecerían”. Parece que sobramos en este planeta, mejor emigrar todos a Marte para que vuelva a haber vida inteligente en la Tierra (de momento ya lo están intentando).

¿Qué pasará si Trump llega a ser presidente? Ojalá nunca lo sepamos

Por David Núñez Díaz

Donald Trump (Archivo).

Donald Trump (Archivo).

Muchas cosas en política me sorprenden, algunas me dan miedo, pero solo hay una que me da pavor, y esa es la posibilidad de que Donald Trump gane las elecciones en los Estados Unidos.

Este americano ultraconservador ampliamente conocido a nivel mundial, inició su campaña política diciendo algunas barbaridades de las que nadie podía dar crédito de estar escuchando, pero en su momento aparentemente quedó todo como un esperpento político que recordaba más los años 20 que cualquier momento actual.

La cosa fue empeorando y en la actualidad, Trump hace declaraciones absolutamente al estilo de Hitler antes de la Segunda Guerra Mundial.

¿Qué puede pasar si este individuo llega a ser presidente algún día? Espero que nunca lo sepamos porque sin duda esto pinta fatal.

 

 

 

Calentamiento global: nuestro planeta está en llamas

Por Pedro Serrano Martínez

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Contaminación de una central de energía. (GTRES)

Somos más eficientes creando problemas que solucionándolos. Para crear el problema de las emisiones contaminantes, por ejemplo, todos nos hemos puesto de acuerdo sin negociaciones previas. Sin embargo, para ponerle solución, hemos transitado por diferentes cumbres del mundo y, a día de hoy, aún no se atisban en el horizonte soluciones rotundas y concretas.

El reciente acuerdo alcanzado en la Cumbre del Clima en París, ese que algunos califican de histórico, es un cúmulo de inconcreciones, en tiempo y forma, que, en la práctica, confía las soluciones a la buena voluntad de los países, las empresas y los ciudadanos. Voluntad que no arreglará el problema del aumento de la temperatura de nuestro planeta, al menos, con la premura que los terrícolas necesitamos para evitar el desastre.

Pero, ¿por qué no podemos confiar la solución a la voluntad? Pues porque solucionarlo significa renunciar a un modo de vida confortable y seductor; porque el mundo no se mueve por amor y cordura, sino por interés. Es la maldita guerra de intereses la que no nos deja conseguir los objetivos deseados. Imaginemos a una familia contemplando su casa en llamas y, a la vez, discutiendo acaloradamente sobre quién de sus miembros debe implicarse más en la extinción del fuego. Pues bien, eso es lo estamos haciendo con nuestro planeta en llamas.

Siendo realistas, se podría decir que el mayor éxito de la Cumbre de París ha sido la confirmación de que, por fin, el mundo entero ha tomado conciencia del problema del calentamiento global y sus consecuencias. Y es que, todos sabemos que la resolución de cualquier problema comienza con su reconocimiento; cosa distinta es que, una vez reconocido, estemos a tiempo de resolverlo.

 

Inmigración, cambio climático, Siria… las soluciones más baratas muchas veces no son las mejores

Por Patxi Aznar Bellido

Para encontrar la solución a cualquier problema hay que saber las razones que lo provocaron. Después, lo que desgraciadamente suele pasar es que la solución más lógica no sea a corto plazo la más barata y por ello se desestime.

¿Quién no recuerda que hasta hace poco para frenar el fenómeno migratorio lo que se hacía era poner más trabas al mismo? Más policía, vallas más altas y algunas veces hasta con concertinas. No hace mucho que oí decir al Sr. Rajoy que lo que había que hacer era invertir en los países de origen de los emigrantes, y es que está claro que las soluciones más baratas muchas veces no son las mejores.

Lo mismo con el cambio climático; nos decían que el comportamiento anormal del clima dependía exclusivamente de los ciclos de la naturaleza. Ahora, en cambio, nadie pone en duda que el cambio climático está directamente relacionado con la actividad humana.

Una persona rinde homenaje a las víctimas de los atentados de París, en la Plaza de la República (Ian Langsdon/EFE).

Una persona rinde homenaje a las víctimas de los atentados de París (Ian Langsdon/EFE).

Para finalizar terminaré con la intervención en Siria, no sin recordar de antemano tanto los atentados de París como el bombardeo de los Estados Unidos, a pesar de estar avisados de un hospital de Médicos sin Fronteras en Afganistán. Lo curioso en este caso es que el país más potente de la tierra no acepte una investigación independiente, lo cual, para cualquiera que se llame persona debería ser vergonzoso, pero desgraciadamente en este mundo quien tiene la fuerza parece que tiene patente de corso y por ello por mucho que digan van a seguir pasando atrocidades parecidas.

Ahora los países occidentales hablan de la intervención en Siria aunque conocen perfectamente la responsabilidad de Occidente en el crecimiento del radicalismo islámico. Teniendo todo esto en cuenta yo me pregunto, ¿no sería más lógico estudiar cómo ha surgido el conflicto y tomar otro tipo de medidas que no sean las fracasadas intervenciones militares de Afganistán, Irak o Libia?

 

Sobre el bombardeo a MSF: siempre pierden los buenos y ganan los malos

Por Horacio Torvisco Pulido

Miembros de Médicos Sin Fronteras en el hospital de Afganistán atacado por Estados Unidos (EFE).

Miembros de Médicos Sin Fronteras en el hospital de Afganistán atacado por Estados Unidos (EFE).

El pasado 3 de octubre un avión estadounidense bombardeó, contraviniendo el Derecho Internacional Humanitario, un hospital de Médicos Sin Fronteras (MSF) en Kunduz cuando estaba lleno de pacientes y personal sanitario. Murieron 30 personas entre personal sanitario y pacientes y otras 37 resultaron heridas. Hoy, la única explicación que el Gobierno norteamericano ofrece habla de un lamentable error.

Washington pretende cerrar el caso con algo de dinero y con una investigación que harían Estados Unidos, Afganistán y la OTAN, algo que MSF ha rechazado, solicitando una investigación independiente e internacional.

Una vez más se ha puesto de manifiesto, en el mejor de los casos, las nefastas consecuencias de los llamados, eufemísticamente, ‘efectos colaterales’ de la guerra.

Una guerra, que al parecer es la principal estrategia que los gobiernos occidentales ofrecen en la lucha contra el terrorismo yihadista. Resulta penoso ver cómo, una vez metidos en la ciega estrategia de la guerra, los que siempre salen perdiendo, bombardeen los ‘buenos’ o lo hagan los ‘malos’, son los más inocentes: la población civil y los cooperantes humanitarios.

Tenéis mi odio

Por Mounir El yemlahy

De camino a clase, en la oscuridad de la madrugada e intentando darle forma al vaho, veo una pintada que me llama la atención: «Moros fuera». Me asombra la agresividad de la expresión y del rojo chillón de la pintura.

Niños dejando flores y velas en Berlín, delante de la Embajada de Francia en la ciudad (EFE).

Niños dejando flores y velas en Berlín, delante de la Embajada de Francia en la ciudad (EFE).

El tren está llegando, ¡odio correr para cogerlo! Una pareja de policías grita firmemente mientras avanzan hacia mí. «¡Alto policía!» Me detengo, sorprendido, mientras la multitud observa cómo abren mi mochila y empujándome contra la pared me registran. Tras varios trenes perdidos, varias personas observando y haciendo juicios entre murmullos, me sueltan y me desean un buen día, como si nada hubiese pasado.

Monto en el tren, ni un sitio libre. Algo pasa en este tren, la gente no mira el móvil, me miran a mí. Intento esquivar las miradas utilizando el móvil, veo un periódico en el suelo y pienso: «un periódico me salvará de este mal trago». Lo agarro buscando en él un respiro: leo y leo, y nada me ayuda, parece que hasta el periódico me trata hoy con prejuicios.

Tras el 13N de París supe que volvería la tensión del 11M que aterrorizó a la infancia de mi generación, y con la que oí por primera vez la palabra «terrorista» junto con una mirada de odio dirigida hacia mí.

Antoine Leiris, periodista que perdió a su mujer en el atentado en la Sala Bataclan, escribió en su carta a los autores del atentado «no tendréis mi odio….». Siento no poder decir lo mismo que Anoine Leiris: tenéis mi odio y posiblemente el de 1600 millones de musulmanes que pagan y piden perdón por cada acto de barbarie que cometéis gritando «Alá es grande».

No en mi nombre.

Los refugiados ya no están de moda

Refugiados en un tren en Macedonia. (EFE)

Refugiados en un tren en Macedonia. (EFE)

Por Eva Rodríguez Táboas

Recuerdo cuando, a principios de septiembre, la fotografía de aquel niño sirio ahogado en Turquía inundaba las portadas de todos los diarios. De la misma forma, los comentarios de apoyo a los inmigrantes sirios en las redes sociales no tardaron en llegar en forma de tsunami: la gente estaba embargada por un sentimiento solidario nunca antes visto. Pero como pasa con un tsunami, así como vino, así se fue.

Pasaban las semanas y parecía que la crisis de refugiados se había solucionado, los informativos dejaron de emitir imágenes sobre ellos y la gente ya no tenía tiempo para defenderlos a través de las redes sociales. Pero los olvidados reaparecieron en pantalla y yo me preparé para presenciar otro aluvión solidario en Internet.

Ya llevo dos días agazapada en las redes y nada de nada, parece ser que están ocupados divulgando otras cosas más importantes. Cierto, lo que realmente está acaparando sus esfuerzos y energías es la subida a sus perfiles de selfies, los cuales les reportarán un número considerable de “Me gusta” y eso es muy buen alimento para el ego.

Muchos se aventuraron a clamar que la solidaridad demostrada en las redes era un claro síntoma de que nuestra sociedad no estaba perdida y que pensaba diferente a los gobiernos clasistas europeos; yo me aventuré a decir que todo era “postureo” para alimentar la soberbia. Y mientras yo me ganaba la fama de insensible, los refugiados se ganaron un sitio en las publicaciones antiguas de los perfiles. Es una pena que de “Me gusta” y de compartir no se sobreviva.