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Archivo de noviembre, 2016

Universitarios, lo difícil está por llegar

Por Lorena Corona

Universitarios en una clase (Atlas).

Universitarios en una facultad (Atlas).

La parte más difícil para los universitarios no son los exámenes finales o el Trabajo Fin de Grado. En realidad, la parte más difícil viene después de terminar la universidad.

Con el título en mano, lo único que nos queda es sumergirnos al mercado laboral. Para muchos, la búsqueda se nos torna muy complicada.
En los últimos años se ha incrementado el número de graduados que no logramos incorporarnos al mercado laboral. Ante esta situación, muchos acabamos trabajando en grandes multinacionales  a cambio de un sueldo tan pequeño que ni siquiera nos ayuda a cubrir nuestras necesidades básicas. Otros pocos, los que se lo pueden permitir, optan por continuar los estudios de postgrado para así adquirir más conocimientos y ser más competitivos dentro del campo laboral. Porque una carrera ya no es suficiente.

¿Qué hacer cuando nos encontramos en ese limbo que supone no tener la experiencia exigida por las empresas pero tampoco podemos acceder a contratos de prácticas? Conseguir un trabajo en esta época está difícil. Yo creía que con un título universitario sería más fácil trabajar, pero no es así.

Párate a reflexionar

Por Rafael de Lecea

Un hombre pensativo (Gtres).

Un hombre pensativo (Gtres).

La sociedad española parece que está en debacle. Yo pienso que al contrario de ser por cosas como el capitalismo o la crisis de los valores, es porque, hoy en día, no solo en España, sino en todo el mundo occidental, hemos cogido la costumbre de no reflexionar sobre nada, e ir de un lado para otro sin pensar las cosas.

Pero gracias a la asignatura de Filosofía, yo me he propuesto no ser como la mayoría, y dedicarme un tiempo a mí mismo y a mis pensamientos, y creo que si la sociedad hiciera lo mismo (en cosas como las elecciones) alcanzaríamos el tan ansiado bien común.

¿Elegir a un gobernante? No sin tu carnet de votante

Por Javier Sánchez

Llevo tiempo dándole vueltas a una idea, aunque es ahora (con la elección de Donald Trump como presidente de los Estados Unidos) cuando me atrevo a escribirla al calor de este ventajismo a posteriori que suaviza lo radical de la reflexión que realizo.

El planteamiento se compone de tres preguntas y una propuesta.

La primera pregunta es simple: ¿Usted dejaría que alguien sin conocimientos o habilidades de conducción manipulara su coche? Entiendo que no, que un automóvil es una posesión cara y muy preciada que suele cuidarse con mimo y esmero. Nadie quiere que le estropeen el coche, que se lo rayen o que lo cojan sin su permiso.

La segunda pregunta es aún más obvia: ¿Permitiría que alguien sin formación o capacidad pedagógica le diera clase a su hijo? De nuevo supongo que la respuesta sería negativa. La educación de un hijo es una preocupación fundamental de cualquier padre o madre. Aun sabiendo que están en manos de profesionales cualificados, a veces ponemos en duda su autoridad o su conocimiento sobre cómo enseñarles (véase la huelga de deberes, que daría para otro escrito).  En ningún caso dejaríamos en manos de cualquiera la tutela pedagógica de nuestros retoños.

Una niña intentando meter una papeleta en la urna en las elecciones del 26-J (EFE).

Una niña intentando meter una papeleta en la urna en las elecciones del 26-J (EFE).

Entonces, ¿cómo es posible que dejemos la conducción o la tutela de un país en manos de cualquiera? Y no, amigos, no me refiero a dejarlo en manos de Donald Trump o de Mariano Rajoy. Me refiero a dejarlo en manos de todos los votantes.

Supongo que ya estarán arqueando la ceja y meneando la cabeza con gesto de desaprobación. Sí, lo que estoy diciendo es que no todos los habitantes de un país mayores de 18 años son capaces de conducir un coche adecuadamente (se necesita una licencia de conducción), enseñar a un niño adecuadamente (se necesita un título y una oposición) o de votar adecuadamente (no se requiere nada…).

No todo el mundo tiene la capacidad de análisis crítico, de razonamiento lógico y de reflexión pausada que deberían ser requisito mínimo para poder decidir el futuro de una nación. Por supuesto, son capacidades que se pueden adquirir, al igual que la de conducir un coche o dar clase a un niño. Y claro que deberían ser adquiridas y enseñadas a través de la educación y la concienciación en política.

Pero lo que no se debería permitir es que alguien sin estos mínimos elija a un gobernante, no sin su carnet de votante. Carnet que supondría ser acreedor de estas competencias, al igual que el permiso de conducir o el título de magisterio en sus respectivas parcelas.

Hace más de dos mil años que los griegos, cuna de la civilización occidental, propusieron que la democracia era la forma de gobierno más justa. Llevaban gran parte de razón, pero quizás no toda. Y es que precisamente uno de ellos, el archiconocido filósofo Platón en su obra “La República” apuntaba que la sofocracia, “el gobierno de los sabios”, era el sistema político ideal.  Un grupo de hombres preparados con el saber necesario para guiar al pueblo puede que no sea la panacea, pero nos aporta la idea de lo que sería la clave de mi reflexión: la idea de una “sofodemocracia”. Un gobierno elegido por todos y todas las capaces de elegir sabiamente.

He ahí la esencia de la propuesta: la creación de ese carnet mencionado previamente que acredite a su poseedor como “ciudadano sabio”, como auténtico garante de la capacidad de elegir con criterio, sensatez e inteligencia a sus gobernantes.

¿Polémico? Sí. ¿Difícil de llevar a cabo? También. ¿Osado? Sin lugar a dudas. Pero la alternativa es seguir permitiendo que cualquiera decida quién lleva las riendas de una nación. ¿Le parece una barbaridad? Pues súbase conmigo al coche, que no tengo permiso de conducir y deje que le enseñe a su hijo, que no soy maestro. Pero no se queje luego si estrello el coche y su hijo es un analfabeto. Debería haberme pedido antes mi carnet…

Limpiando conciencias

Por Fátima Zohira

Una limpiadora trabajando (Jorge París).

Una limpiadora trabajando (Jorge París).

Mi madre pronto cumplirá 52 años. Tras más de tres décadas de duro trabajo le diagnostican sarcoidosis, una enfermedad rara y crónica que no le permite trabajar. No fue elección suya. Igual que no fue su elección ser empleada del hogar. La vida le llevó a serlo. Y no es su elección el no poder tener paro y tener que malvivir hasta poder optar a una jubilación que le queda muy, demasiado lejos.

Esa fue elección de los políticos para los que las empleadas del hogar de este país son invisibles. Y como saben, es inútil apelar a la conciencia de los políticos y por eso, ya que puedo, elijo apelar a la de ustedes. ¿Por qué? Porque esta enfermedad tiene como factores  las bacterias, el polvo y los químicos. Es decir, su trabajo. Y no fue su elección usar lejía con amoníaco por años. Una mezcla química altamente peligrosa que muchos sugerimos para una limpieza a “fondo”. Apelo a su conciencia para que no sugieran a sus empleadas del hogar usar productos que ustedes no usarían. Su casa seguirá estando limpia, y su conciencia también.

Deberíamos disfrutar más del otoño

Por Óscar Gómez

Hojas en un estanque (Mariana Martín).

Hojas en un estanque (Mariana Martín).

Pasada la euforia del verano y antes de caer en el hastío del invierno, nos encontramos inmersos en la estación de los colores ocres, las lluvias y las setas. El paisaje invita a la reflexión, las hojas van cayendo a medida que cada rama las va soltando, sin atropellos. El caudal del río va creciendo a razón de las aportaciones de sus barranquillos. La naturaleza lleva un proceso lento y ordenado.

Deberíamos participar en ese proceso, salir al monte a pasear con una pequeña cesta donde recolectar lo justo para esa noche, recorrer diferentes caminos evitando aquellos masificados, no querer adentrar el coche siempre un metro más que el último día, participar en ese orden que ha permitido que todo funcione. Si habéis salido al monte en época de setas, sabréis a que me refiero.

El quirófano: una alternativa a la baja autoestima

Por Carla Tomillo

Una imagen de una operación en el quirófano (Europa Press).

Una imagen de una operación en el quirófano (Europa Press).

Hasta hace unos años, la cirugía estética me parecía algo exclusivo de las celebrities. Hoy en día cada vez conozco más gente que o se ha operado o se quiere operar. Dos de mis amigas quieren hacerse un aumento de pecho, y otra se lo plantea. No me atrevo a criticarlo, porque cada uno es libre de hacer lo que quiera con su cuerpo, pero me gustaría que todos reflexionásemos sobre esta práctica cada vez más extendida de pasar por quirófano para acabar con nuestros “complejos”.

En una sociedad mayoritariamente dominada por la imagen y por que esta sea perfecta, la cirugía estética se presenta como la solución ideal. La realidad, desde mi punto de vista, es que el ser humano no encuentra la suficiente autoestima en su interior y una alternativa que encuentra es la admiración externa. Es una experiencia más, que la prueben, aunque yo estoy segura de que un cuerpo perfecto no aporta la felicidad.

Fondo de pensiones sostenible

Por J. Fdez

Pensionistas (Europa Press).

Pensionistas (Europa Press).

Los actuales pensionistas, antes de jubilarnos, hemos contribuido con nuestras cotizaciones durante nuestra vida laboral, a crear un fondo de pensiones, que garantice el sustento de nuestra vida de jubilados. Este fondo debiera ser intocable a efectos de la administración de la hacienda pública.  Parece ser que durante el anterior mandato del recién nombrado Gobierno, se han ido extrayendo cantidades importantes que han mermado el fondo.  El continuismo del equipo económico en el recién nombrado miembro del Gobierno hace temer que el saqueo del fondo continuará y los aumentos de las pensiones son ridículamente escasos.

La defensa del ciudadano ante este Gobierno es que reduzca el despilfarro de su coste, bajándose los sueldos de sus componentes, incluido el presidente, reduciendo el número de berlinas y coches de lujo al mínimo… La presidenta de la Comunidad va en berlina al igual que sus escoltas. En otros países más ricos la seguridad va en moto. Que dejen de existir las puertas giratorias, y que las pensiones de los jubilados gubernamentales se equiparen al resto de los ciudadanos, que los millonarios de este país paguen unos impuestos equitativos, al igual que la Banca, y no se haga la vista gorda con ellos, si así fuera y demandara El Defensor, en este país nuestro, existiría menos pobreza.