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Falsa solidaridad con los discapacitados

Por Julio Avezuela Marqués

Este verano, con mi madre de 83 años y minusválida, he vuelto a comprobar cómo es discriminado este colectivo. En su pueblo de Ávila se inauguraba una casa parroquial, el párroco decidió enseñársela a los vecinos y fuimos a verla. El edificio tiene dos plantas y una silla eléctrica para que suba la gente imposibilitada. Pedimos al señor cura que dejase subir a mi madre en esta y nos contestó: “No tengo la llave para que funcione, además es muy complicada de usar».

Foto de un salvaescaleras. (WIKIMEDIA)

Foto de una instalación salvaescaleras. (WIKIMEDIA)

Nuestra sorpresa fue mayúscula, pero no es el primer caso que nos sucede. En Madrid muchos edificios oficiales —y no oficiales— disponen de dicha silla para personas discapacitadas pero no la tienen en uso, poniéndote cualquier disculpa para no poder usarla. ¡Señores! Si la tienen utilícenla, y si se rompe arréglenla. Si no la quieren utilizar no la pongan pero no hagan el paripé para quedar bien e ir de solidarios cuando en el fondo son unos hipócritas.

5 comentarios

  1. Dice ser Warp

    Qué morro. A ese párroco y a todos los que dicen que «no funciona», «no sé cómo funciona» y otras lindezas les obligaba yo a pasar una semana en silla de ruedas para que sepan lo qué realmente significa estar atrapado en una.

    Verías qué pronto tienen las rampas perfectamente operativas.

    08 septiembre 2015 | 13:19

  2. Dice ser Lola

    ¿Complicada, para bajar la plataforma y poner la llave y darle al botón de on? Ese señor párroco lo que tiene es más cuento que Callejas.

    08 septiembre 2015 | 15:10

  3. Dice ser Amalio33

    Ease cura, ademas de sacerdote debe ser un individuo con muy poca verguenza, si no funciona ¿por que se hizo cargo del edificio?, es injusto, debe tener de clerigo lo que yo de obispo mormon. Seguro que lo de la llave es mentira, y lo de dificil de manejar, una idioted, o es que le falta un tornillo.

    08 septiembre 2015 | 19:22

  4. Dice ser Borriquillo de Jaén

    ¡CON LA IGLESIA NOS HEMOS TOPAO!
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    …¡Usted es un santo, amigo Avezuela! ¡Una persona educada, comedida, tolerante! ¡Inalterable! Otro en su lugar le hubiera agarrado el cráneo a ese necio con sotanas y, con los puños cerrados, lo hubiera hundido en la tierra como a un cebollino. ¡A mi madre no le hace tremenda faena, el hijo de lucifer ese! A mi madre y a un servidor, porque, claro, usted no ha aclarado qué fue lo que hizo tras la negativa de ese miserable. ¿Subió a su señora madre en brazos a la 2ª planta, habiendo una silla eléctrica nueva? ¡Tengo yo que subir a alguien a cuestas sabiendo que un frailón tiene las llaves del elevador en el bolsillo y lo cuelgo de un gancho como a un gorrino!
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    …No es cuestión de hipocresía sino de normativas. Existe una Ley de Accesibilidad y Supresión de Barreras Arquitectónicas de obligado cumplimiento, también para los lugares de culto. ¿Usted se cree que de otra manera ese cura de pueblo (que se bebe hasta el barniz de las puertas) hubiera instalado esa silla salvaescaleras en la parroquia? Nada de eso. Esa sala parroquial no se hubiera podido abrir a los feligreses si no hubiera cumplido una serie de requisitos técnicos. Aparte de salida de emergencia, extintores, dotación de agua corriente e instalación de saneamientos, el local ha de estar perfectamente adaptado:
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    …1º) Ancho de puerta para silla de ruedas o puerta de doble hoja; 2º) Accesibilidad sin escalones desde el exterior; 3º) Accesibilidad a las plantas mediante rampa, ascensor o elevador; 4º) Reserva de plazas para minusválidos; y 5º) Aseos adaptados. Estos requisitos técnicos –que ha de cumplir todo instituto, biblioteca, edificio público, local, pubs, etc.– están dentro del llamado Código Técnico de la Edificación (C.T.E.), que regula las condiciones que debe reunir cualquier tipo de construcción o local. Esto significa, amigo Avezuela, que ese cura de pueblo es un ser egoísta, insolidario y embustero. Y usted lo ha dicho muy bien: no es el único.
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    …El cura de mi pueblo, el padre Agustín, es también un individuo bastante sórdido, por no decir otra cosa peor. El año pasado hizo un butrón en la pared de la sacristía e instaló allí una caja fuerte, que después ocultó con un cuadro de la patrona, Nuestra Señora de la Encarnación. En la caja guardó los caudales de la misa, el queso, los lomos embuchaos, la lata grande de caballa, el jamón y las botellas de vino de la misa que tanto le gustan. Todo comprado en secreto con el dinero del cepillo. Lo sé muy bien porque un chiquillo del pueblo, que es monaguillo, lo ha visto jalar a dos carrillos cuando no hay nadie en la parroquia. Como coartada, este cura regalón ha instalado, dentro de su habitación, junto a la sacristía, una pequeña nevera donde apenas tiene alimento y agua. Cuando las beatas, alarmadas, le traen comida, él sólo toma la verdura y la fruta del tiempo. Dice que su alimento ha de ser purgante, porque tomar carne para él es pecado. ¡Será… !
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    …Peor es lo que están ocurriendo en el pueblo de al lado (P. A.), cuyo párroco, don Francisco Daniel, puso a disposición de las inmigrantes subsaharianas las dependencias de detrás de la iglesia. Pues bien, cada vez que una subsahariana da a luz, el bebé tiene toda la cara del padre Francisco Daniel. La misma cara pero en pequeñito y en negro, como si al señor párroco lo hubieran enjuagado en vinagre y luego metido en unas carboneras. Cuando la gente del pueblo se lo comenta, él sale por peteneras diciendo que ‘No sólo de pan ha de vivir el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios’. Dígame, amigo Avezuela, si eso no es usar la Biblia a su antojo. En fin, otro granuja.

    10 septiembre 2015 | 1:23

  5. Dice ser javier

    es mentira lo que dice el autor de la carta acerca de que hacen el paripé poniendo la silla para hacerse los solidarios , si la ponen es porque la ley les obliga a ponerla y además la tienen que costear de su bolsillo pero no la ponen por gusto.

    10 septiembre 2015 | 21:15

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