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‘Micrarium’, el ‘templo’ de la belleza microscópica

Cría de sepia - © UCL, Grant Museum of Zoology/Robert Eagle

Cría de sepia – © UCL, Grant Museum of Zoology/Robert Eagle

«Se suele decir que el 95% de las especies animales conocidas son más pequeñas que el dedo pulgar, pero a pesar de ello la mayoría de los museos de historia natural llenan sus exposiciones de grandes animales», dicen desde el Museo Grant de Zoología, en Londres.

Desde el 7 de febrero el centro —que pertenece al University College de Londres (UCL) y conserva cerca de 67.000 especímenes representativos de todo el reino animal— se atreve a acabar el agravio y mostrar lo invisible. El Micrarium (situado en una antigua oficina del museo) es una sala de reducidas dimensiones, «una cueva iluminada con luz posterior» en la que se agolpan delicadas transparencias y diapositivas que introducen al espectador en el universo de lo minúsculo.

Detalle del 'Micrarium' - © UCL, Grant Museum of Zoology/Robert Eagle

Detalle del ‘Micrarium’ – © UCL, Grant Museum of Zoology/Robert Eagle

En una iniciativa que oscila entre el «experimento», la instalación artística y la divulgación científica, la habitación contiene unas 2000 imágenes que de otra manera estarían condenadas a permanecer en los almacenes por la dificultad de mostrarlas de manera clara y ordenada.

Entre los tesoros del Micrarium, semejante a un templo que venera a deidades microscópicas, se pueden observar con todo lujo de detalles las fuertes patas de una pulga, un calamar de tan solo unos milímetros de largo e imágenes de escarabajos seccionados a lo largo en las que se aprecian con nitidez las antenas, la cabeza, las patas y el cuerpo.

El «espacio de inmersión» — que tiene carácter de sala permanente y se puede visitar gratis— recopila transparencias que muestran todo el organismo o gran parte de él (para que cada imagen sea fácilmente reconocible), pero también detalles de grandes mamíferos. El mosaico iluminado presenta en conjunto imágenes de larvas y huevas con detalles de la cabeza de una lamprea, fósiles de mamut o muestras de ballenas.

El único museo universitario de zoología que queda en la capital del Reino Unido logra con el Micrarium «mostrar la diversidad de la vida invertebrada», rescatar del anonimato un valioso material que, en conjunto, muestra una realidad pasada por alto sólo porque nuestros ojos no son capaces de percibirla.

Helena Celdrán

El jardinero italiano que elaboraba retratos de pájaros utilizando plumas

Un loro y un zarapito, una especie exótica y otra local ilustradas por Minaggio

Un loro y un zarapito ilustrados por Dionisio Minaggio

El gran cormorán, la garcilla cangrejera, la serreta chica… Los collages de aves tienen un afán naturalista, con detalles en el pico, las patas y el plumaje que distinguen a cada ejemplar con esmero científico.

Hay dos circunstancias que hacen del Libro de las Plumas una pieza excepcional: que la materia prima que se empleara para representar a cada ave fueran (casi en su totalidad) plumas y que fuera creado a principios del siglo XVII.

El autor no fue un célebre ornitólogo ni un famoso artista. Dionisio Minaggio trabajaba en el año 1618 como jardinero jefe del entonces Ducado de Milán. Eleanor MacLean (estudiosa de la singular obra) apunta a que el libro pudo ser un encargo de Don Pedro de Toledo Osorio, Marqués de Villafranca y gobernador de Milán. El noble había sido almirante y viajado en expediciones que lo llevaron a aficionarse a los pájaros exóticos, pero no hay nada que confirme la hipótesis.

Otros sugieren la posibilidad de que Minaggio fuera una mente inquieta que simplemente quería aprovechar las plumas de las aves que se preparaban en las cocinas y veía en la práctica artesanal un modo de mantener entretenido al personal de los jardines en las frías tardes de invierno.

Un charrán y un pájaro carpintero

Un charrán y un pájaro carpintero

Seguramente ayudado por sus asistentes, tardó años en completar el tomo de 157 collages. El compendio de retratos incluye especies propias de la región de Milán alternadas con otras exóticas (como loros) que pudieron ser regalos de los exploradores a miembros de la corte. Incluso hay un intento de retratar a un dodo (o a una especie cercana y también extinta) para el que Minaggio debió fijarse en dibujos y testimonios.

Todas las láminas del libro están elaboradas con plumas sin tratar ni teñir, con lo que se ha convertido también en un ejemplar de interés por la antigüedad de las muestras de tejidos animales que contienen los collages.

Minaggio también rompió los moldes en el modo de presentar a las aves al ser uno de los primeros en ilustrar aspectos del comportamiento del ave en lugar de simplemente mostrarla: ilustró a un pájaro carpintero cazando con la lengua a los insectos que habitan en el tronco de un árbol o a un charrán sobrevolando una ciudad, con una técnica torpe, pero en un momento en que nadie representaba un pájaro en pleno vuelo.

Portada del 'Libro de las plumas'

Portada del ‘Libro de las plumas’

El tomo está ahora en la biblioteca de la Universidad McGill de Montreal (Canadá), que lo exhibe digitalizado al completo, en alta resolución, para que cualquiera pueda disfrutar los detalles de cada página. Tras la colección de especies, el Libro de las plumas vuelve a sorprender con escenas detalladas de caza, mercaderes, músicos y figuras arquetípicas de la Comedia del Arte, también elaboradas con plumas y que descubren las destrezas narrativas y técnicas del misterioso jardinero.

La figura de Minaggio permanece en la oscuridad. Algunos estudiosos apuntan a que podría haber sido un arquitecto paisajista y no un jardinero. Tenía un buen conocimiento de las aves, pero tampoco era un experto. Por el poco texto de la obra, se sabe que había recibido educación, pero algunos errores en la ortografía (tanto en latín como en italiano) hacen suponer que su nivel tampoco era alto, aunque parecía querer poner remedio a eso.

Helena Celdrán