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¿Cómo ven los animales: una rana, un búho, una libélula…?

Imagen del proyecto 'In the Eyes of the Animals' - Marshmallow Laser Feast

Imagen del proyecto ‘In the Eyes of the Animals’ – Marshmallow Laser Feast

En el plano contrapicado se distinguen árboles que desprenden tonos plateados, el cielo es negro y no cuesta localizar a los insectos, puntos rojos y brillantes como bombillas en una feria. Se trata de una recreación del modo de ver de las ranas, animales con ojos muy sensibles al movimiento, torpes para ver de lejos y con una buena percepción de la profundidad.

El estudio londinense de diseño Marshmallow Laser Feast, especializado en «explorar la línea entre las experiencias virtuales y las del mundo real», se atreve en una de sus últimas andanzas a reproducir el modo en que ven los animales y nos pone los pies en la tierra cuando asumimos que nuestra visión de lo que nos rodea es certera e incontestable.

In the Eyes of the Animals (En los ojos de los animales) es «un relato breve centrado en el ciclo vital de tres especies«: una rana, un búho y una libélula. La «experiencia de 360 grados» utiliza como escenario el Grizedale Forest, un bosque de 24,47 kilómetros cuadrados situado en el Distrito de los Lagos, al noroeste de Inglaterra, paraíso natural de ciervos rojos, milanos reales, lechuzas comunes, busardos, tejones, zorros, mariposas…

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Audrey, el único autobús-cine que consiguió volver a la vida

El Vintage Mobile Cinema (http://www.vintagemobilecinema.co.uk)

El Vintage Mobile Cinema (http://www.vintagemobilecinema.co.uk)

El autobús es de la casa Bedford, una compañía inglesa fundada en 1930 en Bedforshire (Luton) y especializada en vehículos grandes, famosa por popularizar el motor de seis cilindros en línea. La empresa no supo enfrentarse al avance tecnológico de los otros fabricantes de autobuses y camiones y dejó de producir vehículos en 1986.

Lo más llamativo no es la redondez sesentera al estilo de las furgonetas Volkswagen T2, sino la corona de cristal, un mullido tupé en lo alto del vehículo. En aquella vidriera se escondía el proyeccionista cuando el interior, lleno de butacas de cine en lugar de asientos, cumplía su cometido como sala móvil de proyecciones a mediados de los años sesenta.

El Reino Unido acababa de dejar atrás las penurias de la posguerra, pero era consciente de que su economía se había quedado atrás después de la II Guerra Mundial mientras los EE UU afianzaban el liderazgo mundial. Blanco y esmaltado al estilo de una nevera antigua, el bus-cine no era una iniciativa romántica, se creó como herramienta para propagar mensajes gubernamentales.

La flota original de autobuses-cine

La flota original de autobuses-cine

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‘Tactum’, diseño en 3D sobre la piel

Como sucede con los rayos de sol o la luz de la luna cuando se filtran a través de una persiana, las líneas luminosas se proyectan sobre la piel invitando al juego. La sorpresa viene al descubrir que se pueden moldear, tensar y soltar para darles forma: el capricho tecnológico se llama Tactum y es una herramienta digital que permite manipular las formas proyectadas sobre el cuerpo y transformarlas después  —con impresiones en 3D— en pulseras y accesorios.

Con financiación de la compañía de software Autodesk, el proyecto parte del estudio Madlab.CC, un colectivo de diseñadores que realizan «acercamientos computacionales a la arquitectura, la creación y la interacción». De momento centrados en la zona del antebrazo y con la intención de perfeccionar el sistema, utilizan un controlador de videojuego Kinect, que establece el contacto entre el usuario y la consola a través del reconocimiento de gestos, en la misma línea que otros sistemas como Wii MotionPlus de Nintendo o PlayStation Move.

'Tactum' - MadLab.CC

‘Tactum’ – MadLab.CC

«Una persona simplemente puede tocar, dar, frotar o pellizcar la geometría proyectada sobre el brazo para personalizar formas listas para imprimir y listas para llevar», escriben en el apartado de su página web dedicado al proyecto.

Amigos del código abierto, no revisten su iniciativa de exclusividad. Al usar la piel como superficie interactiva para la fabricación de modelos en 3D, quieren hacer accesible el diseño digital a usuarios «no expertos», convertirlo en una tarea intuitiva.

Sin embargo, también reconocen que la simplificación tiene un precio: la dificultad de conseguir un diseño preciso. Los abalorios que resultan de Tactum se suelen limitar a «las formas abstractas y escultóricas». Consciente de la limitación, el equipo trabaja para superar el obstáculo y planea que, en un futuro cercano, incluso sea posible ampliar los usos del sistema para fines médicos.

Helena Celdrán

Imagen del proyecto 'Tactum' - MadLab.CC

Imagen del proyecto ‘Tactum’ – MadLab.CC

‘Way Out’, una animación para adictos al ‘smartphone’

Todos lo vivimos a diario como partícipes y observadores. En el transporte público, en un restaurante, incluso en el arenal de una playa… Un gran porcentaje de las personas están inmersas en una pequeña pantalla y pendientes de revisarla en cuanto la pierden de vista unos segundos.

Lo que empezó siendo un teléfono móvil, una herramienta para llamar y recibir llamadas fuera de casa, ahora es una navaja suiza mental. Muchos no reconocerían ni en mil años la dependencia que sienten por el smartphone, como muchos drogadictos, dirían incluso creyéndolo «yo controlo», «yo lo dejo cuando quiero».

Way Out (traducible por salida o escapatoria) es una animación propia de nuestro presente como sociedad enganchada a la tecnología. De tres minutos de duración, la pieza comienza resultando muy familiar y acaba siendo una pesadilla: el mundo digital de cada pantallita luminosa se descontrola, lucha por salir y se convierte en un agujero negro que engulle al mundo real.

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Edgar Martins, el fotógrafo con libre acceso a la Agencia Espacial Europea

'The Poetic Impossibility to Manage the Infinite' - Edgar Martins

‘The Poetic Impossibility to Manage the Infinite’ – Edgar Martins

Los trajes de astronauta extendidos sobre los estantes, los guantes rígidos que dan la falsa impresión de saludar al vacío, las impecables instalaciones utilizadas para preparar la carga útil que llevará la nave, el cubo de Rubik que quiso llevar al espacio el ingeniero y astronauta francés Jean-François Clervoy

El portugués Edgar Martins es el privilegiado autor del conjunto de imágenes inmaculadas. El fotógrafo cuenta que se dirigió en 2012 a la Agencia Espacial Europea (ESA) con «una propuesta muy ambiciosa», con la osadía de quien se atreve a formular un deseo por primera vez: quería elaborar «el estudio más completo jamás realizado sobre una destacada organización científica y espacial».

'The Poetic Impossibility to Manage the Infinite' - Edgar Martins

‘The Poetic Impossibility to Manage the Infinite’ – Edgar Martins

Al contrario que la NASA o el Centro Europeo de Investigación Nuclear (CERN), la ESA no tiene programa de artistas en residencia, pero el momento escogido por Martins era el ideal, la agencia espacial quería «establecer un diálogo» con el público general, hacerse accesible y atractiva. «Es la primera vez en su historia que conceden a un artista acceso exclusivo a todas las instalaciones, personal, programas, tecnología, socios… El accceso que se me dio no tiene precedentes, incluso en el marco de los programas de residencia», cuenta el artista en su página web.

Pasó 18 meses inmiscuyéndose en la vida de la ESA, acudiendo a centros de pruebas, departamentos de robótica o centros de entrenamiento de astronautas, convirtiendo satélites y componentes en obras de arte. Viajó al Reino Unido, Alemania, España, Italia, Rusia, Kazajistán, la Guayana Francesa…

Con un título algo enrevesado y ampuloso, The Rehearsal of Space & the Poetic Impossibility to Manage the Infinite (El ensayo del espacio y la imposibilidad poética de manejar el infinito), la serie de imágenes es sin embargo deliciosa. Martins afrontó la tarea con el ánimo científico de «un topógrafo o un arqueólogo visual» sin olvidar el enfoque artístico. Una muestra de roca volcánica, recogida en 1972 de la Luna, podría pasar por una composición abstracta, la maraña de cables de la mayor cámara de vacío de la ESA es inexplicablemente atractiva a la vista, al igual que la estancia cubierta de picos puntiagudos que compone la «zona de silencio» para probar antenas.

Helena Celdrán

'The Poetic Impossibility to Manage the Infinite' - Edgar Martins

‘The Poetic Impossibility to Manage the Infinite’ – Edgar Martins

'The Poetic Impossibility to Manage the Infinite' - Edgar Martins

‘The Poetic Impossibility to Manage the Infinite’ – Edgar Martins

'The Poetic Impossibility to Manage the Infinite' - Edgar Martins

‘The Poetic Impossibility to Manage the Infinite’ – Edgar Martins

'The Poetic Impossibility to Manage the Infinite' - Edgar Martins

‘The Poetic Impossibility to Manage the Infinite’ – Edgar Martins

'The Poetic Impossibility to Manage the Infinite' - Edgar Martins

‘The Poetic Impossibility to Manage the Infinite’ – Edgar Martins

'The Poetic Impossibility to Manage the Infinite'- Edgar Martins

‘The Poetic Impossibility to Manage the Infinite’- Edgar Martins

Transforman en música las señales que emite una estrella moribunda

El radiotelescopio con 66 antenas es el mayor jamás construido sobre la Tierra. Desde 2011, Alma (Atacama Large Millimeter/submillimeter Array) capta desde el desierto de Atacama (al norte de Chile) las más débiles ondas de radio procedentes de cuerpos celestes lejanos y permite así el estudio sobre el origen y la evolución de galaxias, estrellas y planetas.

Hasta la fecha el más ambicioso proyecto astronómico basado en telescopios, en él colaboran Europa, los Estados Unidos, Canadá, Asia Oriental —principlemente China, Corea, Japón— y Chile. La principal misión de Alma desde su creación en 2011 es recabar datos e imágenes a partir de las radiaciones electromagnéticas de estrellas y planetas en el momento de su creación: el radiotelescopio puede ser el instrumento que por fin nos permita desvelar muchos de los misterios sobre el origen de la vida en la Tierra.

Alma Music Box (La caja de música Alma) es uno de los muchos proyectos colaborativos en los que participa el más grande de los telescopios, con la diferencia de que este sobrepasa lo científico para meter un pie en la música y convertirse casi en una acción artística que tiene más de poesía que de astronomía.

'Alma Music Box'

‘Alma Music Box’

Todo comenzó cuando el Observatorio Nacional de Japón se interesó en 2011 por las ondas de radio de R Sculptoris, una estrella moribunda en la constelación de Sculptor. No es cualquier estrella, a unos 1550 años luz de nuestro planeta y ocho veces más grande que el Sol, además de destacar por su intenso color rojo, los astrónomos descubrieron con su observación que alrededor de ella había una asombrosa espiral.

En un aparato parecido a los tocadiscos de vinilo, una colección de 70 discos negros reproduce las ondas que emite R Sculptoris. Las protuberancias sobre cada disco corresponden a los momentos en que las señales son más fuertes y a cada una se les asigna una nota musical. La melodía al estilo de una caja de música es inconexa y tiene silencios, corresponde al ritmo aleatorio con que la estrella libera las frecuencias.

Helena Celdrán

La estella R Sculptoris - Foto: Alma

La estella R Sculptoris – Foto: Alma

El bolígrafo de los 16 millones de colores

Scribble Pen

Scribble Pen

Capaz de capturar en su memoria el color de cualquier objeto o superficie, el Scribble (término de la lengua inglesa traducible por garabato o por garabatear) es un aparato entre ensoñador y útil, con el toque infantil y caprichoso que tienen esa clase de objetos tecnológicos llenos de promesas revolucionarias.

El lápiz electrónico, con punta disponible en varios grosores, graba en su memoria el color con sólo entrar en contacto físico con el elemento («una pared, una fruta, un libro o una revista, una pintura o incluso el juguete de un niño») y almacena la tonalidad exacta en forma de datos para que luego el usuario pueda pintar —con uno de los modelos, el que contiene cartuchos de tinta— sobre papel y con el otro modelo sobre una tableta electrónica. Una aplicación para smartphones y tabletas permite al usuario crear una «biblioteca» de colores para clasificarlos y utilizarlos de nuevo. La información se puede importar a los ordenadores y todo es compatible con programas de tratamiento de imagen como el Photoshop o el Corel.

'Scribble Ink'

Los inventores —Mark Barker y Robert Hoffman, de Scribble Technology, una pequeña empresa emergente de las miles que inundan la californiana ciudad de San Francisco— aseguran que el ingenio puede captar hasta 16 millones de colores, que el bolígrafo mágico equivale a tener de manera virtual «una gigantesca caja de rotuladores». Predicen que el bolígrafo despertará el interés de cualquiera que necesite un «amplio acceso» al color y mencionan a artistas, diseñadores gráficos, decoradores interiores, diseñadores de moda, educadores y padres que desean que sus hijos «piensen más allá de la caja de ceras»…

Desde el 11 de agosto, fecha de lanzamiento de la campaña de microfinanciación en la plataforma Kickstarter para hacer el proyecto realidad, el Scribble ha recaudado 366.566 dólares (273.559 euros) cuando sus creadores sólo pedían 100.000 (74.627 euros). La inesperada avalancha hizo que Scribble Technology tuviera que cancelar temporalmente el 15 de agosto la recepción de dinero por petición de Kickstarter, que le ha pedido a la empresa un vídeo más informativo sobre el producto.

Helena Celdrán

Scribble

Scribble Stylus

Scribble Ink

Scribble Stylus

Aparatos que parecen recuperados de una excavación arqueológica

'Mobile Phone', la primera entrega de la serie 'Future Relics'

‘Mobile Phone’, la primera entrega de la serie ‘Future Relics’

Grietas, superficies más que melladas, carcasas ennegrecidas… El experimento visual del estadounidense Daniel Arsham (Cleveland-Ohio, 1980) nos recuerda que todo lo que se remonte a hace unas décadas adopta en nuestra mente la forma de una reliquia milenaria.

'Rollieflex', 2013 - Daniel Arsham

‘Rollieflex’, 2013 – Daniel Arsham

El artista lleva desde finales de 2012 ampliando una serie de esculturas —hechas de una mezcla de cemento, cristales diminutos y a veces pequeños pedazos de acero— que representan aparatos del siglo XX como si fueran antigüedades de varios centenares de años encontradas en excavaciones arqueológicas. «Busco algo con lo que la gente tenga algún tipo de relación, que pueda recordar, pero ya no usen«, comenta en una entrevista.

La lúgubre colección, como superviviente de un desastre que dejó sepultados a los aparatos, sirve de reflexión sobre el frenético ritmo al que avanza la tecnología: ninguno de los objetos es tan antiguo para tener la pátina de deterioro que exhiben las cabinas telefónicas, la cámara de cine o el modesto radiocasete de una pletina.

Con motivo de la feria de arte contemporáneo Art Basel inaugurada ayer en Miami (EE UU) amplía su proyecto anunciando una nueva serie de objetos. Para iniciar Future Relic (Reliquia futura) se ha decidido por esculpir un teléfono móvil rectangular y voluminoso. Para contextualizar la obra ha presentado un vídeo de 10 minutos en el que realiza una narrativa teatral mostrando el hipotético descubrimiento arqueológico del objeto.

Como signos de progreso o de un futuro que llega demasiado deprisa, los trabajos de Arsham son consecuencia de nuestro creciente apremio por deshacernos de los aparatos anticuados para sustituirlos por otros que serán ‘ruinas’ en cuanto pestañeemos.

Helena Celdrán

'Payphones', 2013 - Daniel Arsham

‘Payphones’, 2013 – Daniel Arsham

'Boombox', 2013 - Daniel Arsham

‘Boombox’, 2013 – Daniel Arsham

'Movie Camera', 2013 - Daniel Arsham

‘Movie Camera’, 2013 – Daniel Arsham

'Bolex', 2013 - Daniel Arsham

‘Bolex’, 2013 – Daniel Arsham

'Eroded Camera', 2012 - Daniel Arsham

‘Eroded Camera’, 2012 – Daniel Arsham

El teléfono móvil pensado para durar toda la vida

¿Y si tuviéramos la posibilidad de sustituir la pieza estropeada? ¿Y si nos libráramos por fin de la letanía del «no se puede arreglar» o del «cuesta menos comprar otro»?

El diseñador holandés Dave Hakkens llama la atención sobre «uno de los tipos de residuos que se generan con más rapidez del mundo», la incómoda y apenas mencionada chatarra tecnológica, una pila de cacharros en la que abundan los efímeros teléfonos móviles. «Cada día tiramos millones de aparatos sólo porque son viejos o se gastan, pero normalmente es uno de los componentes el que causa el problema. El resto funciona bien y es innecesariamente desechado, simplemente porque los aparatos electrónicos no están hechos para durar«, apunta Hakkens.

En un mundo regido por la obsesión de tener lo último en electrónica, propone un proyecto arriesgado pero esperanzador. Phonebloks (que se podría traducir por bloques de teléfono) es de momento un concepto, pero de realizarse supondría un rediseño radical del smartphone que pondría fin al desperdicio masivo de teléfonos, que muchos consideran de sustitución obligatoria cada dos años.

phoneblocksEl teléfono se compondría de una plataforma base con bloques que encajarían en ella con facilidad como en un juego de construcciones. Dos pequeños tornillos asegurarían el conjunto en el que cada una de las piezas (la capacidad de almacenaje, el altavoz, la cámara, la batería…) se vería claramente y sería sustituible en caso de que se rompiera o quedara desfasada. El aparato podría durar toda la vida.

Además, Hakkens se mete en el bolsillo a los más caprichosos al ofrecer la tentadora posibilidad de personalizar el aparato: «Digamos que lo almacenas todo en una nube. ¿Por qué no reemplazar el bloque del almacenaje por una batería más grande». Si lo que te gusta es hacer fotos, ¿por que no mejorar la cámara?»

Sabe que hay hábitos enquistados, difíciles de cambiar cuando se habla del fetichismo de las marcas, por eso inició en Internet una campaña (que finaliza el 29 de octubre) para sondear al público. No pide dinero, sino que simplemente se comparta la idea en las redes sociales y que los partidarios de ella manifiesten su interés para que diferentes compañías vean el negocio de fabricar «bloques» para el teléfono.

phonebloks-2El usuario optaría por los elementos de cada marca que más le convinieran y crearía así el móvil adaptado a sus gustos y necesidades. Además, no siempre se trataría de multinacionales, sino que existiría la opción de que se involucraran pequeñas empresas especializadas en una pieza en particular.

La respuesta ha sido abrumadora: el diseñador holandés esperaba una modesta cifra de firmantes («unos 1.000 en el mejor de los casos») y ya ha conseguido 930.600 reacciones de personas que interpretan el invento como el justo fin de la tiránica obligación de cambiar de móvil. El vídeo explicativo que colgó en Youtube tiene más de 16 millones de vistas e incluso Edward Snowden pidió ayer en su cuenta de Twitter el apoyo para el proyecto. Hace unos días, Hakkens subía una fotografía a su cuenta de Facebook en la que posaba frente al Golden Gate de San Francisco y anunciaba que hay una compañía en Silicon Valley interesada en hablar con él sobre los Phonebloks.

Helena Celdrán

‘DIY Cellphone’, Un teléfono móvil que cualquiera puede fabricar

El 'DIY cellphone' de David Mellis

El ‘DIY cellphone’ de David Mellis

A primera vista parece un juguete sin relación con la electrónica, un objeto de diseño que recuerda al más sencillo de los teléfonos. El DIY cellphone (el móvil Hazlo tú mismo) sin embargo funciona. El aparato es en esencia una tarjeta de circuito impreso con una carcasa de madera cortada con láser, acepta tarjetas SIM estándar y funciona con cualquier compañía telefónica.

Su creador, el estadounidense David Mellis, es un estudiante de doctorado «interesado en la relación (aplicada a la manufacturación, la electrónica y la programación) entre la información digital y los objetos físicos». El aparato es una de las iniciativas con las que quiere crear herramientas y ejemplos que activen la capacidad y la inspiración de la gente corriente para «diseñar, construir y programar aparatos electrónicos».

Prototipo del móvil de Mellis

Prototipo del móvil de Mellis

El autor es además uno de los creadores de Arduino, una plataforma de hardware y software de código abierto (que el autor también ha utilizado para el teléfono) de fácil programación y disponible para cualquiera que quiera realizar prototipos electrónicos sin ser un experto. Por supuesto, las instrucciones para fabricar un móvil como el suyo están colgadas en Internet a disposición de cualquiera. Mellis anima al usuario a hacer variaciones sobre el modelo para adaptarlo a las necesidades de casa uno, aunque sólo sea cambiando el diseño de la carcasa.

Con el DIY Cellphone se pueden hacer y recibir llamadas y mandar y recibir mensajes de texto, permite almacenar los números en una agenda, tiene fecha y hora: es un teléfono de la vieja escuela, utilitario y libre de cualquier opción que puede ofrecer un smartphone, pero su sola contemplación puede valer como recordatorio de la función original de un móvil, pensado para hablar con otra persona siempre que haya algo que decir, no para vivir zambullido en la soledad de una pantalla brillante mientras el mundo real pasa desapercibido.

Sólo hay una pequeña contradicción en el proyecto. El modelo definitivo de Mellis, tan sencillo como parece, ha costado en total 120 dólares (unos 92 euros), una suma que supera sin duda a los modelos de móvil más humildes y que convierte el teléfono de Mellis es un experimento sin posibilidad de prosperar si no se ofrece como una alternativa que seduzca por su rentabilidad.

Helena Celdrán

DIY cellphone - David Mellis - ok