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Las damiselas tatuadas de Jessica Harrison

'Painted Lady 3' - Jessica Harrison- Foto: Chris Park

‘Painted Lady 3’ – Jessica Harrison- Foto: Chris Park

Todo cambia cuando el escote y los brazos desnudos de las damiselas se muestran cubiertos por sirenas, calaveras con chistera, anclas, ángeles, banderolas con términos relacionados con la vida, la muerte y el amor…

Las figuritas de porcelana que escoge para sus obras la escultora británica Jessica Harrison (St Bees, 1982) posan impunes en su naturaleza desfasada y decimonónica, viven en un mundo idílico sin importarles el aspecto kitsch. Harrison ha jugado mucho con ellas: en otra ocasión, me referí en este blog a la colección de estatuillas que había modificado con maestría para darles un aire de inesperada candidez gore.

La artista da un paso más en la transformación de figuritas de porcelana y esta vez experimenta con las puras e inocentes damiselas tatuando sobre ellas. Para la colección Painted LadiesDamas pintadas, una alusión a las famosas casas victorianas de San Francisco (EE UU)— se ha decidido por grabar sobre las estatuillas tatuajes flash, diseños ya famosos, genéricos y simbólicos: dagas con corazones, galeones, rosas, mujeres desnudas, golodrinas…. El conjunto se expone hasta el 24 de junio en la galería L.J. de París.

La contradicción de su aspecto no les borra la sonrisa, es curioso ver a las idílicas señoritas con la piel modificada y aún con sus antiguos vestidos de fiesta, combinando los tatuajes de pintura lacada con collares de perlas, lazos en el pelo y abanicos desplegados.

Siempre centrada en la relación de extrañeza que nos produce nuestra propia anatomía, a la autora le llama la atención la piel como frontera entre la visión amable del cuerpo y el horror de la víscera. Con los tatuajes, sigue reflexionando sobre el papel del órgano humano más grande, esta vez interpretándolo como un lienzo abarrotado.

Helena Celdrán

Detalle de 'Painted Lady 5' - Foto: Galerie L.J., París

Una de las 'Painted Ladies' que se exponen en la galería L.J. de París-5

Una de las 'Painted Ladies' que se exponen en la galería L.J. de París

Una de las 'Painted Ladies' que se exponen en la galería L.J. de París

Una de las 'Painted Ladies' que se exponen en la galería L.J. de París

Tatuajes para recordar a animales «feos» en peligro de extinción

Uno de los tatuajes diseñados por Samantha Dempsey

Uno de los tatuajes diseñados por Samantha Dempsey

El Leptoxis compacta —endémico del río Cahaba de Alabama (EE UU)— es un caracol de agua dulce que se declaró oficialmente extinto en el año 2000. Desde 1935 la población de los gasterópodos descendía sin conocerse el motivo, pero es probable que el factor determinante fuera la contaminación de su hábitat a causa de los residuos de las minas del area metropolitana de Birmingham (Alabama).

En 2011 se descubrió una pequeña población en una sección del río y en 2012 se confirmó que seguía existiendo, pero son tas escasos que haría falta un plan de reproducción artificial y reintroducción de la especie. Podrían desaparecer definitivamente en cualquier momento.

«Los únicos animales en peligro de extinción que reciben atención pública pertenecen a especies carismáticas«, reflexiona la estadounidense Samantha Dempsey. Consciente de que cada organismo «feo o no, es una parte esencial de la diversidad genética de la biosfera», la ilustradora y diseñadora quiere llamar la atención sobre la tragedia de que cualquier pequeño eslabón de la cadena desaparezca.

Con la convicción de que los humanos necesitamos entender que es igual de fundamental «proteger a los animales feos», ha creado Extinction Empathy Tattoos (Tatuajes de empatía de la extinción). Una colección de diseños pensados para ser definitivos, pero también disponibles en versión temporal (con la intención de que un mayor número de personas se unan a la causa) con animales como el Leptoxis compacta: invisibles para el humano, invertebrados sin el atractivo irresistible del oso panda.

«El tatuaje conmemorativo es una forma tradicional y visible de manifestar el luto«, dice la autora, que además acompaña la incipiente iniciativa de una serie de carteles que colocará en su ciudad de residencia (Providence, capital del estado de Rhose Island). Los pósters muestran a modelos luciéndo los sencillos dibujos sobre su cuerpo y son el paso previo a regalar las calcomanías en «eventos ecológicos» para que quien lo desee pueda «combatir el silencio de la extinción de las especies no carismáticas».

Helena Celdrán

Samantha Dempsey

Samantha Dempsey

El pintor que se enamoró de los tatuajes

'Portrait of the artist Alison Casson' - Shaun Barber

'Portrait of the artist Alison Casson' - Shaun Barber

Shawn Barber (Cortland-Nueva York, EE UU, 1970) pinta e ilustra a un ritmo frenético. «Trabajo de lunes a lunes, 12 horas al día. Soy multitarea», dice a menudo cuando le preguntan por su dedicación.

Desde un retrato de Barack Obama para el Wall Street Journal hasta los muñecos rotos que pueblan su obra, Barber tiene una amplia paleta de motivos entre sus creaciones, pero hay uno por el que siente especial devoción: el tatuaje.

Aunque se hizo el primero a los 16, sólo hace unos pocos años que el artista se empezó a interesar no solo por el resultado, sino por documentar el proceso, la maquinaria, el sudor, la espesura de los pigmentos…

En 2005 inició Tattooed Portraits (Retratos de tatuados), una serie de ilustraciones que sigue ampliando y que parece no tener fin.

'Traditional still life 1' - Shawn Barber

'Traditional still life 1' - Shawn Barber

Son óleos que huelen a tinta, que muestran el ritual al completo.

Está el tatuador serio, los instrumentos manchados, la mujer que posa en bañador mostrando su cuerpo cubierto de dibujos, las manos que exhiben un anillo diabólico a juego con las falanges pintadas, el hombre con expresión de dolor y los tatuajes frescos aún ensangrentados…

Muchos de los modelos son artistas amigos de Barber y posan con una intimidad que da al espectador la sensación de haber pasado allí unas cuantas horas seguidas, respirando el mismo aire viciado que ellos.

El artista, inquieto y amante del trabajo duro, no se podía limitar a ser un mero documentador y pronto empezó a tatuar él también, primero en San Francisco y ahora en Los Ángeles, en su propio taller. Antes de coger una aguja, como complemento a su largo aprendizaje fue a convenciones, fue aprendiz de tatuadores punteros y se dejó pintar el cuerpo por los mejores.

'Portrait of the artist, Juan Puente and Otto Geronimo Puente' - Shawn Barber

'Portrait of the artist, Juan Puente and Otto Geronimo Puente' - Shawn Barber

Las ilustraciones de tatuados siguen brotando de su estudio y el año que viene hará una exposición con una nueva tanda de obras.

Como tatuador, aunque a estas alturas ya es capaz de pasarlo bien en el proceso, el camino ha sido duro: «De todos los medios en los que he creado, es el más frustrante y el que más humildad proporciona. Empezando con casi 36 años, el sentido de la responsabilidad era el obstáculo más difícil. Cada vez me siento más cómodo con el proceso, pero a veces todavía sudo la gota gorda».

Helena Celdrán