Entradas etiquetadas como ‘ropa’

Esculturas de camisetas de los años noventa para recordar a un hermano muerto

'Retired Jerseys' - Chris Bakay - Foto: chrisbakayart.com

‘Retired Jerseys’ – Chris Bakay – Foto: chrisbakayart.com

No nos retratábamos a diario, nadie se arreglaba el pelo en el autobús o en el metro con la pantalla del móvil supliendo al espejo, las fotos se hacían para conservar un recuerdo, no para demostrar —con la cadencia esclava impuesta por las redes sociales— que lo estábamos pasando bien. En 1996, cuando nadie llevaba una cámara en el teléfono y la fotografía digital sólo empezaba a atisbarse, nuestras imágenes eran muchas menos y de otro cariz.

El artista estadounidense Chris Bakay (Atlanta – Georgia, 1977) perdió a su hermano David aquel año. Mayor que él solo por un año, murió en un accidente de coche a los 20. Bakay lamenta tener pocas fotos y vídeos de él, pero la falta de imágenes lo ha llevado a sentir un mayor apego por los objetos que David dejó atrás. El entonces tan habitual walkman, con los finos cascos amarillos de diadema a juego, las camisetas de Michael Jordan o del tercer disco de los Beastie Boys, una muestra de colonia Drakkar Noir, popular fragancia en los ochenta y noventa.

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Katie Rodgers, la elegancia de la moda capturada en pocos trazos

Ilustración de Katie Rodgers

Ilustración de Katie Rodgers

No le hacen falta apenas trazos ni pinceladas, practica un estilo vaporoso y flirtea con la abstracción. Las ilustraciones de Katie Rodgers son afiladas y rápidas, parecen a veces una firma, pero nunca deja de adivinarse en ellas una figura humana estilizada y vestida con suma elegancia.

Ilustraciones de Katie Rodgers

Ilustraciones de Katie Rodgers

En el perfil personal de su página web, la artista aparece de medio perfil, vestida con una camisa de leñador que contrasta con las uñas pintadas y el fino pendiente que lleva en la oreja izquierda. En las manos, una paleta cubierta a la mitad de manchas de colores y un pincel de mango rojo. La foto podría ser una radiografía vital: nació en un pueblo de Atlanta (Georgia, EE UU), la única niña de cuatro hermanos, se crió en el rural estadounidense, en un mundo opuesto a la sofisticación de sus ilustraciones. Antes de cumplir los siete años recibió un regalo de su tía, un primer set profesional de acuarelas, una pequeña revolución escondida en un estuche.

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Cuando los vestidos se hacían con sacos de comida

Libro de patrones para hacer vestidos con 'feedsacks'

Libro de patrones para hacer vestidos con ‘feedsacks’

¿Y si no pudiéramos comprar ropa? ¿Habría manera de salir del paso con lo que tuviéramos en casa sin sacrificar ningún textil del hogar? Repasando mentalmente, no hay materiales aprovechables. En la cocina, el plástico domina el envasado de los productos, con alguna concesión al vidrio. Atrás quedan otros que —por su coste en comparación con el nefasto plástico— ya forman parte de la arqueología del consumo, por ejemplo, la tela.

En los EE UU la cultura del derroche llegó tras la II Guerra Mundial como un cataclismo, borrando del panorama doméstico la reutilización y el aprovechamiento de lo que tenemos a mano. Por suerte la tendencia está cambiando, los tiempos ya no son bollantes y nos enfrentamos al mayor reto medioambiental de nuestra historia: reciclar vuelve a estar de moda y muy a propósito del revival se rescatan del olvido los recursos que empleaban nuestros abuelos.

Almacenar el cereal en sacos es casi tan viejo como la invención del textil. Los granjeros guardaban el grano en bolsas de tela cosidas a mano y con señas de identidad para diferenciarlas de cosechas vecinas. Cuando los Estados Unidos fueron industrializándose y afloraba el comercio desde el campo a las grandes ciudades, los sacos —llamados feedsacks, sacos de alimento— fueron el contenedor ideal para el transporte de productos secos.

Así llegaron de forma masiva a los hogares para transformarse en el siglo XX en un material que sacó de muchos aprietos a las familias, sobre todo en los años treinta (tras la Gran Depresión) y a principios de los cuarenta (durante la II Guerra Mundial), cuando en los EE UU había racionamiento de textiles.

Mujeres con vestidos hechos con tela de sacos

Mujeres con vestidos hechos con tela de sacos

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Una sudadera ‘hipster’ inspirada en estudiantes asesinados por militares

Captura de la web de Urban Outfitters

Captura de la web de Urban Outfitters

Captura de la web de Urban Outfitters

Captura de la web de Urban Outfitters

La cadena de ropa Urban Outfitters, cuyo último informe anual de ingresos alcanzó la cifra de 3.086 millones de dólares (2.218 millones de euros) y un beneficio de 282 millones (202,7 millones de euros), es una de esas empresas que venden a precio de droga dura bohemia hispter, retro y vintage —términos vacíos y dudosos pero con buenas posibilidades de mercadotecnia—.

La sudadera de las fotos, por ejemplo, se ofrecía a 130 dólares (100 euros). El anuncio en la web de la empresa —retirado a estas alturas— lanzaba el anzuelo de que era una pieza «única» («sólo tenemos una, ¡date prisa»).

Los cuatro estudiantes asesinados por la Guardia Nacional en 1970 - Foto: may4archive.org

Los cuatro estudiantes asesinados por la Guardia Nacional en 1970 – Foto: may4archive.org

Desde arriba a la izquierda y en el sentido de las agujas del reloj: Allison B. Krause, Bill K. Schroeder, Sandy Scheuer y Jeffrey Miller. Los dos primeros tenía 19 años. Los otros, 20. Los cuatro murieron por disparos de la Guardia Nacional —la milicia militar de reservistas de los EE UU— el 4 de mayo de 1970.

Los jóvenes eran estudiantes de la universidad pública de Kent State (Ohio-EE UU), la misma cuyo emblema luce la sudadera de Urban Outfitters, que parece salpicada por gotas de sangre.

La matanza de Kent no estuvo precedida por actos vandálicos de los alumnos, que estaban concentrados para protestar por la invasión de Camboya por el Ejército de los EE UU, aprobaba por el presidente Richard Nixon como estrategia añadida a la Guerra de Vietnam.

La sudadera de Urban Outfitters no pretende ser la que llevaba puesta alguno de los cuatro muchachos asesinados. Tampoco es posible dudar que la empresa sabía lo que hacía cuando colocó el escudo de Kent en una prenda aparentemente manchada de sangre. El cuádruple crimen, a partir del cual hubo una huelga de cuatro millones de estudiantes y disturbios en casi un millar de campus e institutos de todo el país, es un acontecimiento histórico recordado con intensidad. Hay incluso un centro oficial de interpretación en la universidad. Se han rodado películas y documentales, han sido escritos libros.

Según la investigación posterior los militares que entraron en Kent dispararon de manera «indiscrimanada e inexcusable», pero ningún oficial o soldado fue condenado en la demanda judicial planteada por las familias de los muertos y heridos (9, tres de ellos de gravedad). Aunque ningún soldado sufrió heridas en el operativo, los efectivos de la Guardia Nacional, dictaminó el tribunal, actuaron «en legítima defensa».

Rifle M1 Garand y munición .30-06 Springfield utilizados en Kent - Fotos: Wikipediia Commons

Rifle M1 Garand y munición .30-06 Springfield como los utilizados en Kent – Fotos: Wikipedia Commons

Dos de los muertos, Schoroeder y Scheuer, ni siquiera participaban en la protesta. Se trasladaban de edificio para asistir a clase cuando fueron tiroteados. El primero estaba a 116 metros del guardia que le disparó: la bala le entró por el pecho. La segunda estaba a 120 y el proyectil le atravesó el cuello.

El otro par de estudiantes sí participaba en la concentración pacífica. Ambos fueron abatidos desde similares largas distancias. A Krause la bala de un francotirador a 105 metros le dió en el pecho y a Miller, a 81 metros, le entró por la boca. La foto del cadáver tendido de este último mientras una chica grita se convirtió en una de las imágenes más poderosas de la época y le valió a su autor, el también estudiante de Kent y futuro reportero John Filo el Premio Pulitzer.

Mary Ann Vecchio grita ante el cadáver de su compañero Jeffrey Miller. Foto: © John Filo

Mary Ann Vecchio grita ante el cadáver de su compañero Jeffrey Miller. Foto: © John Filo

El CEO de Urban Outfitters, Richard Hayne —un empresario que se otorga modales «hippies» porque tiene fábricas, como todo el clan de los costureros de Occidente, en Turquía, la India y Sri Lanka, nació en 1947 y tenía, por tanto, 23 años durante la matanza de Kent— ordenó retirar la sudadera de la tienda online de la empresa al desatarse una tormenta de críticas, entre ellas la del claustro de profesores de la universidad de Kent.

Tras negarse a mantener una entrevista personal con Laurel Krause, hermana de una de las asesinadas y portavoz de los descontentos con la grosería de la cadena, Hayne filtró a la prensa el correo electrónico que distribuyó entre la plantilla de la firma. Tras un saludo campechano («hola, chicos»), dice que en la sudadera «no hay sangre, ni nunca lo dimos a entender» y que las manchas rojas son una consecuencia de la «decoloración» vintage de la prenda.

Nadie acusó a Urban Outfitter de vender una camiseta con sangre real —sería un tanto asqueroso, ¿no?—, sino de emular, para obtener réditos, la sangre provocada por un episodio trágico y del que quedán con vida muchos afectados.

Algunas de las 'jugadas' de URban Outfitters - Fotos: capturas de la web de Urban Outfitters

Algunas de las ‘jugadas’ comerciales de Urban Outfitters – Fotos: capturas de la web de Urban Outfitters

No es la primera vez que el gran zoco hipster se mete en agua turbias, casi siempre cuando la cotización en bolsa cae y el mercado necesita un choque de adrenalina publicitaria. En el pasado pusieron a la venta camisetas para chicas con el lema «eat less» («come menos»), otras con eslóganes que defendían el desfase alcohólico, prendas racistas que invitaban a visitar el estado de Nuevo Mexico (EE UU) porque «está mal limpio que el verdadero México», bolígrafos con forma de jeringuilla en los que la tinta simulaba ser sangre…

El fundador y CEO Hayne —el 262º hombre más rico de los EE UU y el 1.128º del mundo según Forbes, con una fortuna personal de 1.200 millones de euros—, inyectó dinero en la campaña electoral a la presidencia del ultraconservador Rick Santorum, según reveló The Washington Post.

La empresa, que vende una imagen de humorística ironía para engatusar a los modernos y pudientes de entre 18 y 35 años —dos de sus líneas de «estilo de vida» se llaman Anthropologie y Free People—, tiene 400 tiendas en los EE UU, Canadá, Bélgica, Dinamarca, Holanda, Reino Unido, Francia, Suecia y Alemania.

Acaban de entrar en el mercado español con una sucursal en Barcelona. Ya saben ustedes lo que pueden encontrar en los estantes. No hay prendas de vestir inocentes.

Ánxel Grove

La mayor colección de uniformes de azafata

Uniformes de Iberia de 1977 a 2005

Uniformes de Iberia de 1977 a 2005

De 1972 a 1977, las azafatas de Iberia llevaron como parte de su uniforme un sombrero que recuerda al de un bobby. De 1977 a 1983 los tonos oscuros del conjunto fueron sustituidos por colores tierra y para la cabeza se optó por un sombrero pillbox abombado y con el emblema de la compañía en un pequeño parche alargado. Ambos modelos eran del prestigioso diseñador cordobés Elio Berhanyer.

A pesar de las críticas (justificadas) a la incomodidad de los aeropuertos, los controles de seguridad, las esperas o el ridículo espacio vital en los asientos de la clase turista, los uniformes de la tripulación de un avión siguen conteniendo la nostalgia del tiempo en los que volar era una experiencia placentera.

La ropa de las azafatas siempre fue la más vistosa, destinada a identificar a las trabajadoras pero, por encima de todo, a transmitir la idea de que su profesión era única y les permitía vivir a diario la elegancia internacional de los aeropuertos y los hoteles. Aunque el glamour ha desaparecido de las aerolíneas, en la memoria colectiva los trajes se asocian a esa época dorada.

El sobrecargo holandés Cliff Muskiet colecciona desde niño elementos relacionados con las lineas aéreas. Confiesa que siempre estuvo «fascinado por el mundo de la aviación» y que atesoraba «todo lo que llevara el nombre de una aerolínea o su logo»: horarios, carteles, postales, modelos de aeronaves, instrucciones de seguridad…

Uniformes de los sesenta de Braniff International y de los noventa de Tyrolean Airlines

Uniformes de los sesenta de Braniff International y de los noventa de Tyrolean Airlines

En 1980 una amiga de su madre le dio un uniforme de KLM (las aerolíneas holandesas) de 1971 y desde entonces se interesó por iniciar una colección. Con un parón entre 1982 y 1993 que lamenta profundamente, a partir de 1993 y hasta ahora se ha centrado en conseguir atuendos de todas las épocas y compañías. Ahora tiene 1259 de 471 aerolíneas, probablemente la colección más grande que existe de uniformes de azafata. Fotografiados sobre un maniquí y catalogados en www.uniformfreak.com ilustran la progresión de los diseños, el avance hacia prendas cómodas, las rarezas del pasado y del presente…

Entre los modelos más arriesgados de los sesenta están los de la sensacional aerolínea estadounidense Braniff International, que en 1965 y 1966 colocó en la cabeza de sus azafatas una futurista cúpula plástica como si fueran astronautas y de 1966 a 1968 las atavió con un conjunto de exagerados estampados pop con gorrito atado a juego. El de Gulf Air (Baréin) de los años setenta —elegante y contenido dentro de su exotismo—  o el de mediados de los noventa de la austriaca Tyrolean Airways (Aerolíneas Tirolesas) —una auténtica venganza— tampoco tienen desperdicio.

Muskiet trabaja para KLM y eso le facilita contactar con empresas y particulares relacionados con la aviación civil que disponen de piezas interensantes para la colección. En su web cuelga con relativa frecuencia fotos de las nuevas adquisiciones: una chaqueta de Pacific Blue, una chaqueta de punto de Emirates, el uniforme de Finnair… En un futuro cercano, el sobrecargo sueña con ver los conjuntos reunidos en un libro y sustituir el maniquí por modelos que los luzcan con la sofisticación que merecen.

Helena Celdrán

Uniforme actual de Singapore Airlines y uniforme de Emirates de los años noventa a 2009

Uniforme actual de Singapore Airlines y uniforme de Emirates de los años noventa a 2009

Uniformes actuales de Malaysia Airlines y uniformes de los años noventa de Kenya Airways y de India Airlines

Uniformes actuales de Malaysia Airlines y uniformes de los años noventa de Kenya Airways y de India Airlines

 

Una colección de moda que parece un boceto

Tres de las prendas de la colección 'Drawn Pieces'

Tres de las prendas de la colección ‘Drawn Pieces’

Son la idea inicial, las hojas del bloc que contienen el comienzo y el tímido desarrollo de un proyecto. Cuando la colección está terminada, el boceto se olvida o —en el caso de las grandes figuras de la moda— se cataloga como una ilustración genial.

Elvira ‘t Hart (Holanda, 1988) terminó sus estudios de moda y aprovechó el proyecto de fin de carrera para prestar atención a los «bocetos rápidos», las ilustraciones de moda más humildes.

Algunas de las prendas diseñadas por Elvira 't Hart

Algunas de las prendas diseñadas por Elvira ‘t Hart

La diseñadora encontró la inspiración en el modo en que «las líneas terminan de repente» y en las partes inacabadas que ya no era necesario rellenar para entender el modelo: «Sólo proporcionan información esencial, reduces algo a sólo líneas y superficies en blanco y negro. Un dibujo no tiene por qué estar terminado o completo para dar al espectador una idea de lo que se muestra».

Drawn Pieces (Piezas dibujadas) transforma de la manera más fiel los imprecisos trazos en 2D en ropa en 3D, conservando las características del boceto hasta las últimas consecuencias con el fin de «estimular la imaginación». Para trasladar las líneas al textil, las creaciones se han cortado con laser, dejando mínimas rendijas y aberturas y estructuras en ocasiones unidas sólo por unos hilos de tela.

La colección (que sigue ampliándose con nuevas prendas) fue presentada en la edición de 2012 del Fashionclash, un festival de moda que presenta trabajos de diseñadores y artistas emergentes que mezclan la moda con otras disciplinas y crean como resultado piezas «chocantes». El festival, que se celebra en la ciudad holandesa de Maastricht, ya está preparando su edición de este año, prevista para junio de 2013.

Helena Celdrán

Chaqueta de cuero de la colección 'Drawn Pieces'

Vestido 'Drawn Pieces'

 

Elvira 't hart-drawn - drawn pieces

elvira t hart - chal

 

 

Redescubren a Domencio Gnoli, el último renacentista

Domenico Gnoli

Domenico Gnoli – Chemisette Verte, 1967

Como si se tratase de una cartografía, un conjunto de primerísimos planos a la altura de la piel, los cuadros del pintor Domenico Gnoli trocean el cuerpo humano y sus vestimentas. Son acrílicos de delicadeza renacentista que encapsulan un cuello, una botonadura, la raya de un peinado, la silueta de un zapato, la arquitectura de la trenza del pelo femenino, la perfección mecánica del nudo de una corbata…

Pintor olvidado —por eso hoy lo asomamos a Top Secret, nuestra sección dedicada a tesoros ocultos—, prematuramente muerto (a los 36 años, de un cáncer fulminante) y muy ajeno a las modas conceptuales de su tiempo o al arte povera de sus compañeros italianos de generación, Gnoli tuvo éxito en vida, pero sobre todo como ilustrador de revistas y diarios. Sus cuadros, diseminados en colecciones privadas, sólo han salido a la luz gracias a la reciente exposición Paintings, 1964-1969, que celebró este año la galería Luxembourg & Dayan de Nueva York.

Domenico Gnoli - Braid, 1969

Domenico Gnoli – Braid, 1969

Hijo de un historiador de arte y una ceramista, Gnoli (Roma, 1933 – Nueva York, 1970) fue un bon vivant (un «muchacho dorado que tuvo éxito en todo», según recuerda la galerista neoyorquina responsable del redescubrimiento) que se dedicó a la escenografía teatral en Londres y París, a la pintura por simple placer personal, a la ilustración en revistas de renombre (Sports Illustrated, Horizons…) y a recorrer mundo. Desde 1963 vivio en Mallorca, en el pueblo bohemio de Deià, donde conoció y se casó con la también artista Yannick Vu.

«Siempre utilizo elementos simples a los que no añado ni quito nada. No pretendo distorsionarlos: los aislo y represento. Proceden de la vida cotidiana y no quiero actuar contra ellos. Siento la magia de su presencia«, explicó el artista en una de las escasas declaraciones que se conservan de su corta estadía en el mundo.

Domenico Gnoli

Domenico Gnoli

Los críticos, que han visto en la exposición guiños al surrealismo en vigilia de Rene Magritte, los mundos de absurda pero lógica regulación de M.C. Escher y la delicadeza detallista y proporcionada del Quatroccento, destacan a Gnoli como cirujano de la burguesía pudiente de los años sesenta, a la que sistematiza mediante la ampliación, casi hasta el absurdo, de los rincones de la vestimenta y el aspecto. Creo que esta lectura, quizá cierta, es demasiado fría.

Resulta más justo situar a este pintor deslumbrante —sobre todo en su extrañeza al compararlo con sus contemporáneos— en la misma estela que Mantegna y Massacio, obsesionados con la luz, la perspectiva y la observación. Al contrario que los fabricantes del arte pop, fotocopiadores mecánicos, Gnoli era un artesano convencido, con razón, de que los detalles de nuestra segunda piel nos edifican y revelan.

Ánxel Grove

Domenico Gnoli

Domenico Gnoli

Domenico Gnoli

Domenico Gnoli

Domenico Gnoli

Domenico Gnoli

Domenico Gnoli

Domenico Gnoli

Domenico Gnoli

Domenico Gnoli

Domenico Gnoli

Domenico Gnoli