Tony Greenhand (mano verde) tenía un don que aún no había encontrado su espacio natural. Dominaba una técnica considerada ilegal en casi todos los países del mundo: es el campeón mundial liando porros- joint rolling, llaman a este nuevo rodeo en los Estados Unidos, o creative rolling, para ser más exactos-, de hecho, hace algo más: crea esculturas fumables, como le gusta decir. Canutos artísticos, en lengua llana. Su arte liable era ilegal y poco reconocido hasta hace solo unos años.
Entonces se legalizó la marihuana en Oregon y en otros estados para los ciudadanos mayores de 21 años, por referendo popular, y la sustancia despertó todo el poder de la mercadotecnia y de las competiciones que tanto adoran los americanos, ya sea tratándose de los rodeos, de las langostas y cangrejos, y ahora, claro está, de la marihuana. Esto conectó con el hiperespacio de Instagram (tiene casi 300.000 seguidores), que hace famosos a los individuos por leyes que aún no han sido resueltas por los científicos cuánticos. Y así nacen las estrellas de la nueva industria verde americana que solo unos años antes habrían terminado frente a un tribunal.