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¿Y si le hacemos un escáner a una calabaza?

Una de las imágenes del TC de la calabaza - Foto: randomfootage.homestead.com/pumpkinctscan.html

Imagen del TC de la calabaza – Foto: randomfootage.homestead.com/pumpkinctscan.html

Con la tomografía computarizada (TC) se obtienen imágenes del cuerpo humano seccionado para alcanzar diagnósticos más precisos. Los rayos equis no se proyectan como en una radiografía, sino que giran en torno al cuerpo y se procesan en un ordenador. Hay una belleza cósmica en cada imagen, son pruebas de los bailes apretados de vasos sanguíneos, tejidos blandos y huesos, verdaderas fotos de grupo de la complejidad de nuestro cuerpo.

En una de esas asombrosas cabinas fotográficas de nuestras entrañas, a un radiólogo se le ha ocurrido meter una calabaza. Firma sólo como Alan, su nombre de usuario en Twitter es @GammaCounter, dice vivir en Chicago y ser «radiólogo y exbiólogo molecular», no mucho más se sabe de él. «Me gusta escanear de manera ocasional cosas no humanas. (…) En una universidad de Gales ya se había escaneado una calabaza (…) en 2012. (…) Decidí que también tenía que ir a por ello y pensé que seríamos capaces de producir algunas muy buenas imágenes con parámetros optimizados».

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La ‘magnífica obsesión’ de Benedetta Bonichi

"Donna che si pettina", 1999

"Donna che si pettina", 1999

«Vivo entre formas luminosas y vagas / que no son aún la tiniebla».

En el poema Elogio de la sombra, Jorge Luis Borges retrata el «manso declive» que conduce a la ceguera progresiva con una desatormentada inocencia. No es un un martirio, dice, sino «una dulzura, un regreso» al ser verdadero.

Me atrevo a imaginar que la fotógrafa (y multiartista) italiana Benedetta Bonichi (Roma, 1968) ha leído a Borges y compartido su deseo de llegar, como decía el argentino, «a mi centro, / a mi álgebra y mi clave».

El espectro visible del ojo humano es mínimo, imperfecto. Un camarón ve cuatro veces más colores que nosotros.

Bonichi lleva años intentando ampliar su espectro visible. Quiere ver en la oscuridad. No tanto en la negrura de la ceguera, sino a través de ella.

"La contorsionista" - 2010

"La contorsionista" - 2010

Su pretensión, como la de Borges, es alcanzar el encuentro con la realidad última de la mirada, con el espejo final.

Quizá por una vía artificiosa -pero, ¿qué camino no padece de las precauciones, cautelas e incluso maniobras de auto engaño del caminante?-, la artista mejora su mirada con la ayuda de los rayos equis, las radiografías y la fotografía.

«La radiografía es más que una técnica. Es una tecnología que me parece la única forma de entender la realidad y la materia más allá de la luz. No tengo otra manera de estudiar, describir o dibujar esta magnífica obsesión que es la realidad», dice.

Convencida de que «el claro oscuro está en nuestro interior», sus fotos-radiografía aplican el verbo desnudar con una acepción radical, como si cada una dijera: «esto es lo que realmente es».

"Crocefissione" - 2006

"Crocefissione" - 2006

Si es cierto que las estatuas nos miran desde su soledad de piedra y musgo, ¿qué sucede con estos esqueletos?.

La corporeidad  se reduce a la bisutería, las joyas, el peine o, en el caso, de la Crucifixión, a la madera en la que está clavado Jesucristo.

La reducción es morbosa, incongruente, y ahí, creo, radica la fascinación de las fotos de Bonichi: son lo que somos desprovistos del insulto de la carne.

El proyecto de la artista, To See In the Dark (Ver en la oscuridad), ha sido expuesto en su propio estudio en Roma. Ni un sólo punto de luz daba cobijo al visitante: sólo las referencias espectrales de las radiografías.

Quienes tuvieron el privilegio de asistir acuden a expresiones diversas para explicar sus sensaciones: «duermevela», «ready-made«, «un sueño dentro de un sueño»…

'La collana di perle', 2002

'La collana di perle', 2002

Me gustan sobre todo unas palabras de desconcierto que escribió en 2003 Baltasar Porcel tras asistir una exposición de la italiana en Barcelona: «Soy frágil, soy un enigma en el tiempo. Ellos están en el purgatorio, el de Dante. Y creo que la eternidad está en un instante espectral, en su puerta oculta, en una región que ignoro».

Borges hablaba de la oscuridad como una senda habitada por los fantasmas de «mujeres, hombres, agonías, / resurrecciones, ecos y pasos, / días y noches, / entresueños y sueños, / cada ínfimo instante del ayer / y de los ayeres del mundo, / la firme espada del danés y la luna del persa, / los actos de los muertos, / el compartido amor, las palabras»…

Ante las fotos de Benedetta Bonichi puedes olvidarlo todo para concentrarte en saber quién eres. Aunque sabes de antemano lo que vas a ver: el «instante espectral» en el que no eres más que la música necesaria de los huesos y la totalmente inncesaria del reloj que llevas en la muñeca.

Ánxel Grove