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El físico que dejó la NASA y ahora es una eminencia del origami

Creaciones de Robert J. Lang - Imágenes: www.langorigami.com

Creaciones de Robert J. Lang – Imágenes: www.langorigami.com

Su carrera como físico de la NASA pertenece al pasado. En 2001, el estadounidense Robert J. Lang dejó su trabajo en la agencia espacial para centrarse al 100% en el origami, una pasión que había cultivado desde la niñez. La relación puede antojarse lejana, pero el arte japonés de doblar papel —sin cortes, pegamento o añadidos, sólo con dobleces— inspira y ayuda a ingenieros espaciales, arquitectos, matemáticos.

Autor de más de 600 diseños originales, algunos están entre los ejemplos más complejos que se hayan creado nunca, es un maestro mundial del origami. En el resumen biográfico de su página web, figura que en 1992 se convirtió en «el primer occidental» en ser invitado a la reunión anual de la Nippon Origami Association. Ha escrito libros, organizado talleres y dado conferencias sobre el arte japonés de plegar papel y su conexión con la ciencia, la tecnología o las matemáticas así como su aplicación sobre el diseño industrial.

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Adiós Zaha, qué pena que no siguieras con el origami

Zaha Hadid (1950-2016) - Foto: Zaha Hadid Architects

Zaha Hadid (1950-2016) – Foto: Zaha Hadid Architects

Dicen que siendo una niña era capaz de moldear en papel cualquier pedazo de mundo, cualquier asomo de sueño, cualquier ficción imaginaria. Era un vislumbre de lo que sería su arquitectura: una corriente de flujos, un imprevisto caos… Zaha Hadid, muerta el 31 de marzo a los 65 años de un ataque al corazón, vivió convencida de que aquellos diseños de origami eran posibles como construcciones, edificables.

Los obituarios destacaron, sobre todo, que era un mujer capaz de brillar —hacerse millonaria también— en un gremio de hombres y, al mismo tiempo que ensalzaron la condición femenina, ocultaron otras certezas que no son menos relevantes.

Hija de una familia con la vida resuelta gracias a la sólida fortuna del padre, que pagaba los viajes bimensuales a Europa, la educación suiza, el tren de vida de la alta burguesía de los últimos musulmames cosmopolitas de la hoy destartalada Bagdad, Hadid trabajó sin pestañear para dictadores —ganó el concurso del magno Salón de Convenciones del Pueblo que Gadafi quería levantar en Trípoli (la primavera árabe paró el proyecto) e hizo el Heydar Aliyev Center en Azerbaiyán, bautizado en honor al estalinista gobernante del país durante 30 años en una dictadura del culto a la personalidad que parece medieval— y colaboró en la consodilación del neocapitalismo policéntrico —en Moscú, centro de altas y sospechosas finanzas, construyó el moderno complejo de oficinas Dominion Tower, cuyo nombre elimina la necesidad de críticas—…

Su tienda virtual está poblada de objetos de cariz pornográfico en este tiempo de pobreza e injusticia: un juego de ajedrez de cristal con un PVP de más de 6.000 euros, joyas de quilates con probabilidad manchados de sangre africana, mobiliario para residencias de criminales de postín y otros productos que no merecen salir de las manos de alguien que se considere creador.

Entre los casi mil proyectos de arquitectura que desarrolló desde su estudio no hay uno solo que merezca el adjetivo, ni siquiera secundario, de social. La mujer en la que se convirtió la niña que se negaba a poner límites a las formas, solamente practicaba el origami con billetes de mil dólares.

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Un microscopio profesional que cuesta menos de 40 céntimos

'Foldscope' - Foldscope Team

«Era un gran reto pensar en el mejor instrumento posible, pero que fuera casi gratis. Ese era nuestro punto de partida», cuenta el joven Manu Prakash, profesor adjunto de bioingeniería en la Universidad de Stanford (California – EE UU).

Foldscope es un microscopio basado en los principios del origami. El revolucionario aparato supone la democratización definitiva de una herramienta que puede salvar vidas. Se imprimie sobre papel  y el coste de fabricación está entre 0,45 a 0,55 dólares (0,32 y 0,39 euros), no llega a los 10 gramos de peso, cabe en un bolsillo y sin embargo es capaz de alcanzar los 2.000 aumentos con una sub-micro resolución de 800 nanómetros (0,0008 milímetros).

Piezas del Foldscope  (Foto: Foldscope Team)

Piezas del Foldscope – (Foto: Foldscope Team)

El equipo de investigación PrakashLab (dirigido por Prakash) estudia dentro del Departamento de la Facultad de Medicina de Stanford iniciativas para «democratizar la ciencia con el desarrollo de herramientas científicas que puedan estar a la altura de problemas relacionados con la salud mundial y la educación científica». Foldscope es una brillante pieza de diseño que le da la vuelta a los métodos industriales de fabricación de los caros aparatos simplificándolos en piezas que se pueden imprimir en una misma hoja y después doblar y ensamblar con facilidad.

En una conferencia TED, Prakash habla de la posibilidad de que el invento pueda salvar vidas en países azotados por enfermedades fácilmente prevenibles con sencillas pruebas médicas hechas a tiempo. El científico se refiere en particular a la malaria, que causa la muerte de millones y pone en riesgo la vida de miles de millones al año.

«Cuando la contraes existe ese discurso simplista de «olvida el diagnóstico, toma las pastillas» (…), pero el problema es que hay muchas cepas diferentes, medicaciones diferentes… y podrías incluso empeorar el problema (…). Los que llegan con un caso avanzado ni siquiera son diagnosticados». En un vídeo explicativo del proyecto, Prakash cuenta que la solución era distribuir una herramienta casi gratuita para realizar una sencilla prueba que de otra manera el enfermo puede estar meses esperando.

Muestras vistas a través del Foldscope - (Foto: Foldscope Team)

Muestras vistas a través del Foldscope – (Foto: Foldscope Team)

En la lámina no hay instrucciones en ninguna lengua, sólo un código de colores que debe seguirse para doblar las piezas. Más parecido a un marcapáginas que a un microscopio al uso, el invento sorprende cuando se le introduce un clásico soporte de muestras utilizado de manera universal y demuestra que es capaz de proyectar sobre una pared una amplificación perfecta.

El Foldscope ni siquiera necesita electricidad para funcionar, sólo una pila de botón que va ya adjunta a una de las piezas del papel. Sus creadores se jactan de que es sumergible y de que funciona incluso después de «caer de un edificio de tres pisos» o tras pisarlo repetidas veces.

Tras desarrollar y fabricar el producto, ahora buscan a 10.000 voluntarios para probarlo. Especifican que necesitan a gente de toda condición que aplique el invento en su entorno. Los interesados pueden ponerse en contacto con el equipo en signup@foldscope.com.

Helena Celdrán

Corte transversal del Foldscope con un deglose del coste de las piezas (Foldsope Team)

Corte transversal del Foldscope con un deglose del coste de las piezas (Foldsope Team)

Foldscope-ASSEMBLED-1-working - Foldscope Team

 

Robots de papel que imitan el movimiento blando de los animales

Son un nuevo tipo de robots, suaves, sin circuitos ni chips, sencillos como una manualidad infantil.

Esta semana traigo a la sección de Artefactos un invento que no está ideado para el arte ni desarrollado por artistas, pero que merece una mención por la creatividad para ponerlo en movimiento, el aspecto marciano y los movimientos animales.

Los llaman robots elastoméricos y los está desarrollando la Darpa, la agencia de Investigación de Proyectos Avanzados de Defensa de Estados Unidos, creada en los años más crudos de la Guerra Fría y dedicada al desarrollo de nuevas tecnologías con fines militares. Sí, lo sé, visto así da un poco de miedo.

Realizados en papel y goma de silicona, todavía son prototipos, pero  adecuadamente moldeados como una figura de origami, para aprovechar de pleno sus capacidades elásticas, han demostrado que pueden levantar hasta 100 veces su peso. La única energía que emplean es el aire y la cantidad que necesitan para funcionar es inferior al de dos espiraciones humanas.

Verlos en movimiento evoca de inmediato imágenes de la naturaleza: una estrella de mar desplazándose bajo el agua, el estiramiento exagerado de un gato, los andares de acordeón de una oruga… Los científicos que han desarrollado los robots reconocen la inspiración animal y confiesan haberse ayudado de la expresión corporal de insectos, pájaros, serpientes, animales acuáticos y perros.

Sus creadores ven estos robots blandos con capacidad para suplir las carencias de sus antecesores metálicos, cuando la flexibilidad es más importante que la habilidad. Entre sus posibles utilizaciones podrían entrar en tubos estrechos, meterse entre escombros y permanecer en lugares poco aconsejables para el metal de un robot corriente.

Helena Celdrán