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Parecen elegantes, pero son quemaduras de mechero

Los ornamentos de los techos, tan geométricos y limpios en sus diseños, hablan de lujo. El francés Olivier Kosta-Théfaine (1972) es el autor. Él y un mechero de los que cualquiera puede comprar en un estanco: los adornos no son más que quemaduras leves en la pintura.

Estudio - Olivier Kosta-Théfaine

Estudio - Olivier Kosta-Théfaine

Sí tiene algo de guarro, de gamberrada de instituto, pero ha conseguido engañarme, hacerme creer por un instante que las fotos pertenecían a la última decoración zen de una boutique parisina pija con dependienta levantando la nariz incluida.

No esperen a un artista haciéndose el interesante, soltando una teoría traída por los pelos para que cuadre con lo incoherente de su arte. Olivier Kosta-Théfaine, autodidacta, es un chico de las afueras.

Se siente “en la frontera de lo glam con lo pop”. vive y trabaja en París, pero no reniega de Sartrouville, el suburbio del oeste en el que se crió.

Es de suponer que de ahí le viene jugar al arte que parece de lujo pero no es más que un simple truco barato. “No soy de París, soy un chico suburbano y llevo esa etiqueta como los nobles llevan el emblema: con orgullo y honor. El R.E.R -equivalente al cercanías- es mi Mercedes. El bus 272 y el número 9 son mis dos BMW”.

Obra de Olivier Kosta-Théfane en la Fundación Cartier de París

Obra de Olivier Kosta-Théfane en la Fundación Cartier de París

En el mundo suburbano, colorista y de irónica fantasía que describe en su página web Kosta-Théfaine, los cristales rotos se convierten en diamantes en el suelo, los coches que arden son “una fiesta vecinal” y las “generaciones jóvenes” llevan “el pelo como David Beckam, vaqueros italianos y zapatillas añejas”.

Las elegantes quemaduras son parte de ese universo: “en las escaleras hay talleres creativos espontáneos en los que los poetas suburbanos utilizan la llama de un mechero para dejar sus rimas en paredes y techos”.

Así es como nacieron los adornos versallescos, pobres en materia prima pero ricos en paciencia: Kosta-Théfaine se sube a una escalera y comienza a encender el mechero a intervalos cortos, con la insistencia de un vándalo adolescente.

Contradictoriamente, su obra está en las galerías más chic de París, ha decorado el techo de la Fundación Cartier y ha realizado importantes encargos privados. Son lugares pulcros, modernos, donde lo que hace no es delito, sino fashion. Kosta-Théfaine contempla divertido la hipocresía, se relaja y disfruta del espectáculo.

Helena Celdrán