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Reproduce con agujas de punto el diseño natural de los hongos y las setas

'Omphalotus illudens' - Leigh Martin

‘Omphalotus illudens’ – Leigh Martin

Leigh Martin se declara «una entusiasta de la naturaleza», en particular de los árboles. Hacer punto siempre fue una actividad más: tejía para sus amigos o hacía pequeñas prendas para recaudar fondos para diferentes causas, pero hasta hace pocos años nunca se planteó tejer por puro disfrute. Fue entonces cuando comenzó a ver más allá de las bufandas, los gorros y las mantas y empezó a «desarrollar conceptos», diseñar patrones propios y acercarse de un modo heterodoxo a la escultura.

Sus últimos proyectos unen la naturaleza con la expresión artística. La inspiración de Martin son ahora las texturas carnosas y las formas atractivas de las setas y los hongos que crecen en las zonas boscosas de la parte central de Ohio, donde reside. La artista reproduce con sus agujas de punto el diseño natural de los hongos y fotografía sus trabajos terminados en el mejor de los escenarios posibles: los troncos de árbol y la tierra húmeda, los lugares que a menudo se pueblan de estos organismos.

Su último reto, iniciado en enero, es 52 Forms of Fungi (52 tipos de hongos): cada semana la autora reproduce otra seta en su entorno natural con la idea de contar, al finalizar este año, con 52 recreaciones. Hace varias fotos de cada obra de punto, con imágenes que revelan de cerca la textura tricotada e instantáneas tomadas de lejos que descubren la naturalidad con que la pequeña pieza de arte silvestre se integra en el escenario. Además, en cada entrada de su blog amplía información sobre la especie.

Helena Celdrán

 

'Decomposition: Colony II'

Stacks -Decomposition series

Ganoderma lucidum

Leigh Martin

 

Algas para convencernos de que podemos cambiar el mundo

Las algas han crecido en forma de mapamundi y permanecen sobre una superficie transparente y protegida que las preserva de la fragilidad exterior.

El canadiense residente en Nueva York Byron Rich es diseñador industrial y autor de Protista imperialis, una bioinstalación interactiva creada para concienciar al ser humano de la manera más gráfica posible sobre el deterioro del planeta Tierra, el cuerpo celeste que contiene la vida, tan frágil como el organismo verde.

'Protista Imperialis' - Byron Rich

‘Protista Imperialis’ – Byron Rich

El alga es capaz de mantenerse o destruirse, regulada por un mecanismo que depende de la actitud de la persona que lo contempla. «Si se aproxima a la obra y mantiene un compromiso activo, el espectador es capaz de preservar la vida de la bioescultura. Una vez se desentiende de la pieza, el aparato cambia a un estado en que la escultura decae», explica en su página web.

Rich logra la extraña circunstancia con sensores de movimiento que emiten una señal que se traduce en un tono de alta frencuencia. Los estímulos de esa señal se apagan con la quietud del espectador en los alrededores de la obra. La reacción molecular en el alga es la falta de crecimiento.

Con la metáfora, el diseñador ilustra la capacidad de cada persona para contribuir a la sostenibilidad del planeta y alerta sobre la apatía que causa el pensamiento de que todo esfuerzo individual es innecesario o de poca utilidad.

Helena Celdrán

La caseta que funciona como micrófono para aves

'Bird's Talk'

'Bird's Talk'

Podría ser un extraño megáfono inmaculado, un aparato de cocina. Tal vez esté más cerca de parecer un gramófono incompleto, pero el sonido que espera el cono blanco no es el de un disco.

Vasily Kassab es el autor de Bird’s talk (Charla de pájaros), «una interpretación lúdica de la tradicional caseta de madera para pájaros» que une como cualquier casa-nido el deseo de avistarlos, controlar la población o tenerlos cerca con el fin altruista de que se sientan protegidos y descansen. Además, el sencillo diseño aprovecha el canto de las aves.

«Hecho de polipropileno reciclado, duradero, colorido y con estilo, fácil de limpiar y montar, mezcla la función y la diversión en una única experiencia para el usuario y para el pájaro», dice en su página web el diseñador ruso.

Sostenido sobre el poste de madera que incluye o colgado de un árbol con el asa superior, la forma permite amplificar la baja frecuencia del trino del ave, que descansa apoyada en un pie a modo de podio. El invento, todavía en fase de proyecto, incluye además una tapa para cerrar la peligrosa parte ancha y «crear un refugio cálido y seguro para sus habitantes» sin que ninguna visita inesperada irrumpa en el gramófono-vivienda.

Helena Celdrán

Dibujos en la arena que cubren toda la playa

Una de las intervenciones de Jim Denevan

Una de las intervenciones de Jim Denevan

«Algunos dicen que esto no lo pudo hacer un humano, pero sí, yo lo hice». Jim Denevan tiene alrededor de 50 años y parece que no ha estado quieto en su vida: surfea a diario desde niño, empezó fregando platos en un restaurante, se convirtió en un amante de la comida y terminó siendo chef.

Además dibuja sobre el hielo, la tierra y la arena.

Esto último puede sonar a pasatiempo tonto, pero las dimensiones del diseño y la perfección geométrica de los resultados hacen que sea una especie de pintor extraterrestre. Las pizarras de Denevan son lagos, inmensos arenales y desiertos. Superficies que acrecientan el sentimiento de que no significamos más que un punto en el paisaje.

Jim Denevan

Jim Denevan

Montado en una bici a la que añade herramientas o con un simple palo de madera, el trabajo de este artista estadounidense es efímero. En la siguiente ola, cuando sube la marea, cuando llegan el deshielo o las lluvias los trazos desaparecen.

En mayo del 2009 realizó uno  de los trabajos artísticos más grandes de la historia. Estuvo durante dos semanas dibujando en el fondo del Gran Lago Salado (Great Salt Lake), en el norte del estado de Utah: una zona desértica de tierra agrietada por el sol. En su página web figura este vídeo de la hazaña.

A esas alturas del año sólo quedaba el mineral salino, ni rastro del agua que llega de los tres ríos que lo surten. Denevan dibujó mandalas de círculos tan grandes que tuvo que ayudarse del GPS, utilizar cadenas y una furgoneta.

Jim Denevan

Jim Denevan

Pasó todo ese tiempo solo, tanto que la imaginación le jugó malas pasadas y empezó a ver fantasmas por el rabillo del ojo. Desde entonces, para prevenir el ataque de soledad, si las misiones se prolongan, alquila un autobus donde duerme con amigos, en medio de la nada más absoluta.

En junio el lago comenzó de nuevo a recibir agua y el dibujo de Denevan empezó a borrarse. «La gente me pregunta qué se siente cuando se borran mis dibujos. Pero ¿a quién le gustaría que no desaparecieran?»

Le gusta trabajar en la playa, donde sus círculos y curvas crean tapices en toda la arena. Allí mismo busca un trozo de madera, elige una parte central y comienza con el primer trazo. Se toma cada dibujo como una actuación, un baile o un paseo por un laberinto: algo absorbente y cautivador que no se puede interrumpir.

Helena Celdrán

Mecanismos que quieren estar vivos

Las máquinas de Reuben Margolin provocan la sensación de estar ante un organismo vivo. Imanes, acero, cuerdas, tubos y motores imitan a la lluvia, a las olas del mar, a las vértebras de un cuadrúpedo, a la forma de nadar de una medusa. Son Artefactos, pero tienen alma.

Las matemáticas y la física lo cautivaron desde siempre, pero al empezar a estudiarlas en la universidad de Harvard le pudo su lado artístico, se licenció en una carrera de letras y se fue a Italia y Rusia para estudiar pintura.

Algo se encendió en su interior cuando en 1999 se puso a observar de cerca a una oruga. Los movimientos reptantes y cíclicos, la precisión biológica del insecto… Tenía que haber maneras de imitar una visión tan estética, compleja y natural al mismo tiempo. Fue el nacimiento de sus esculturas cinéticas.

'Caterpillar' - Reuben Margolin

'Caterpillar' - Reuben Margolin

No voy a hablar del proceso técnico, de las dificultades y teorías que Margolin pueda tener. Eso sería darle un aura de marisabidillo que no tiene y llevaría a los tertulianos a tacharlo de pedante sacacuartos.

En los vídeos suyos disponibles en la red, ya sea en entrevistas informales o en pequeñas conferencias, su sencillez y entusiasmo son abrumadores.

Da la sensación de que la única pretensión de este hombre fuera pasarlo bien con una extraña mezcla de arte y ciencia que enciende su vida personal.

Piezas que se deslizan, que suben y bajan. A veces son simples juegos de anillas, otras son grandes instalaciones con cientos de hilos colgantes que enganchan todas las piezas necesarias para que el movimiento fluya. ¿Quién diría que cuesta tanto trabajo moverse como un ser vivo?

Helena Celdrán