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Máscaras mecánicas que se ríen del pasado

'Tends to Lash Out' - Rob Millard-Mendez

'Tends to Lash Out' - Rob Millard-Mendez

Rob Millard-Mendez es profesor de universidad y se nota. Su discurso académico está encorsetado por palabras pomposas e información compartimentada para su mejor comprensión.

Está acostumbrado a dar clase: «En estos trabajos quiero que el espectador piense quién tiene el poder de influenciar a quién y de qué manera. Hacerlo reaccionar de modo físico, visual e intelectual«. Me dan ganas de volver a tomar apuntes.

Si dejamos de lado las palabras, quedan las máscaras, de ojos huecos y expresión imborrable, pero encantadoras por los rústicos adornos propios de dibujos animados: un puño mecánico, mazas, orejas de conejo…

El artista estadounidense define sus esculturas como «juguetes grandes». Todas tienen elementos interactivos y eso las libra de ser una mamarrachada pretenciosa más, las convierte en un divertimento inmediato, en un ejercicio de ingenio.

Un zoótropo obsceno, muelles, bisagras, veletas, trampas para ratones.. . Elaboradas con madera, acero, pintura y poco más, en cada una hay mitología, ciencia, historia y arte popular.

 'Unfertility Mask'- Rob Millard-Mendez

'Unfertility Mask'- Rob Millard-Mendez

Millard-Mendez es originario de Lowell (Massachusetts), una ciudad de pasado industrial, reina de la manufactura textil en el siglo XIX. Esas ruinas de la tecnología decimonónica siempre alimentaron la imaginación del artista.

Además de revivir una mecánica desfasada, las creaciones sugieren una mezcla pintoresca entre la máscara africana, la expresión congelada de horror del personaje griego de una tragedia de Eurípides y algunos métodos de castigo medievales.

Chivatos y mujeres consideradas chismosas o rebeldes sufrían en la europa del siglo XII y XIII una tortura que combinaba dolor y humillación. Una mezcla de casco y máscara les cubría la cabeza y contaban con un hierro que se introducía en la boca e  inmovilizaba la lengua, a veces incluso dañándola. Algunos modelos tenían una campanilla que llamaba la atención para que el humillado no pasara desapercibido.

Las obras de Millard-Mendez parecen reirse del carácter trágico y del rito ancestral que pudieron contener las máscaras en la historia y  celebran a la vez la tecnología simple del pasado.

Helena Celdrán