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Arte con residuos plásticos, la mayor plaga de los océanos

Una pequeña colección de residuos encontrados por los Lang

Una pequeña composición de residuos encontrados por los Lang

Tapones de botellas de plástico, peines, soldaditos de los años cincuenta, rulos, cucharas, cepillos de dientes, aros polivalentesRichard y Judith Lang llevan desde 1999 recogiendo residuos plásticos de Kehoe Beach, una pequeña playa del norte de California (EE UU).

Empezaron atraídos por la cantidad de desperdicios repetidos que encontraban y por la cotidianeidad de los objetos que salían a su paso. Descubrieron una avalancha de material que superaba todas sus espectativas expectativas. «El plástico no se biodegrada, se fragmenta en piezas cada vez más pequeñas, en algunas áreas del océano los trozos superan 15 veces al fitoplancton y al zooplancton, cruciales para la vida en la Tierra tal y como la conocemos», destacan los artistas en su página web.

Richard y Judith Lang

Richard y Judith Lang

En su estudio el matrimonio limpia y divide en categorías y colores las piezas con las que luego elabora esculturas, collage, instalaciones y joyas que resultan en un estallido de color obsceno, tan atractivo como triste, considerando que, según la organización ecologista Greenpeace, 100 millones de toneladas de plástico se producen cada año y el 10% acaba en el mar.

Los Lang han encontrado la creatividad en la tragedia. En estos años han encontrado botellas de champú escritas en japonés o en tagalo, tipos de plástico que se remontan a los años cuarenta y, por supuesto, siempre vuelven de sus incursiones cargados de nurdles: diminutas bolas blancas, también llamadas lágrimas de sirena, que se usan como material para crear otros plásticos y que constituyen una plaga para los océanos. Su parecido a los huevos de peces hace que los animales las ingieran, obstruyendo su aparato digestivo.

Collares realizados por Judith Lang

Collares realizados por Judith Lang

Entre las creaciones del matrimonio estadounidense hay muebles, cortinas de desperdicios que imitan el escenario desolador de los plásticos bajo el agua, collares de bolas de colores, mosaicos inmensos, coronas de muñecos… Se esmeran en resaltar la belleza del objeto más vulgar, del bote unidosis de suavizante de hotel o del aplicador de tampones. «Nuestra esperanza es que estas obras de arte sean tan valiosas que haya auténticas guerras por limpiar las playas», bromea Judith Lang.

Muebles de residuos

Muebles de residuos

Las últimas noticias son dramáticas. A finales de abril de este año —hace unos días— el oceanógrafo Giora Proskurowski y su equipo de la Universidad de Washington comprobaron que en el océano hay 27 veces más plástico de lo que se creía.

En un crucero de investigación por el Pacífico pudieron observar que los pequeños trozos que flotan en la superficie desaparecían en las profundidades con ciertas corrientes de viento. Los investigadores han descubierto que los residuos pueden hallarse a una profundidad de 20 metros y no sólo en la superficie, lo que multiplica la cantidad de plástico que ahora mismo flota en los océanos. Ni todos los matrimonios de artistas del mundo pueden con ese dato.

Helena Celdrán